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Lluvias, DANA y cambio climático: cuál es la relación

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Claves
  • Con el cambio climático, los eventos de lluvias extremas son cada vez más frecuentes e intensos y lo seguirán siendo conforme aumente la temperatura media de la Tierra
  • En el caso concreto de esta DANA, hacen falta estudios de atribución para saber si ha sido más frecuente o dañina por el calentamiento global
  • No obstante, algunas condiciones propicias para las DANA, como más humedad en la atmósfera y océanos más cálidos, ya se están dando
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¿Se puede afirmar que esta DANA es debida al cambio climático? Lo único que se podría afirmar científicamente es si esta DANA ha sido más probable o dañina por el calentamiento global (porque en la zona mediterránea este fenómeno siempre ha existido). Eso se comprueba con estudios de atribución que aún no ha dado tiempo a realizar.

Lo que sí sabemos: Con el cambio climático, los eventos de lluvias extremas son cada vez más frecuentes e intensos y lo seguirán siendo conforme aumente la temperatura media de la Tierra. Además, algunas condiciones propicias para las DANA, como más humedad en la atmósfera y océanos más cálidos, ya se están dando.

La DANA de octubre de 2024 y el cambio climático: aún faltan estudios de atribución completos

Para saber si una DANA -o cualquier evento meteorológico extremo- ha sido más o menos dañina por el cambio climático hace falta realizar estudios de atribución: trabajos científicos que sirven para calcular si un fenómeno meteorológico ha sido más probable o intenso en el escenario actual de calentamiento global que en un mundo sin cambio climático. Estos trabajos no dicen si un fenómeno ha sido causado o no por la crisis climática: las DANA, las precipitaciones intensas, las olas de calor… ocurren con cierta frecuencia, lo relevante es saber si ahora son más habituales o más intensas.

Este 31 de octubre de 2024, el World Weather Attribution (WWA), una organización dedicada a estudiar esa conexión entre los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático, ha enviado a los medios de comunicación un análisis “super rápido” relacionado con este evento. Su conclusión es que las lluvias en el sur de España “fueron un 12% más intensas y el doble de probables” en este planeta sobrecalentado.

Como destaca el propio WWA, no es un estudio de atribución y además, en esta ocasión han simplificado el análisis un paso más de lo habitual al no usar modelos climáticos para simular el suceso en un mundo sin calentamiento global. No obstante, las conclusiones están alineadas con las de otras lluvias torrenciales, como la tormenta Daniel en septiembre de 2023, que dejó decenas de muertos en Grecia, Bulgaria, Turquía y España y casi 4.000 en Libia.

Otro análisis emitido ese mismo día es el de Climate Central. En la organización explican que uno de los factores que influyó en esta DANA es que la zona tropical del océano atlántico estaba sobrecalentada y cargó la atmósfera de humedad. “Estas elevadas temperaturas de la superficie del mar son entre 50 y 300 veces más probables debido al cambio climático provocado por el ser humano”, continúan.

Cómo se produce una DANA

Las depresiones aisladas en niveles altos de la atmósfera (DANA) son un fenómeno meteorológico que ocurre cuando una masa de aire frío choca contra el aire caliente de la superficie de la Tierra, causando una inestabilidad que genera nubes y puede causar tormentas y precipitaciones intensas, aunque no siempre. Las DANA son un fenómeno común en el área mediterránea, una zona en la que también ocurren lluvias torrenciales, de gran intensidad y muy localizadas.

Más humedad en la atmósfera y océanos más cálidos

Ernesto Rodríguez Camino, meteorólogo superior del Estado, explica en una reacción al SMC España que en el contexto de cambio climático, “este tipo de fenómenos de precipitaciones intensas y excepcionales, raras, van a ser cada vez más frecuentes y más intensos y, por tanto, destructivos”.

Actualmente, la atmósfera acumula más cantidad de agua “porque los océanos están más calientes por el aumento de las temperaturas”, apunta en esta misma reacción María José Sanz, directora del Centro Vasco de Investigación sobre Cambio Climático (BC3). Precisamente, el Mediterráneo ha registrado este último verano un nuevo récord de su temperatura superficial y 18 de los 20 valores más altos desde el inicio de la serie histórica en 1982 se han registrado entre 2023 y 2024, según el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM).

Insertar: https://twitter.com/CEAM_Meteo/status/1823095097661026329 

A esta mayor temperatura de los océanos, que hacen de combustible de estos eventos extremos, Sanz agrega que la corriente en chorro adquiere ciertas características que favorecen las DANA, ya que “son zonas de bajas presiones que se aíslan de esa corriente”.

Lo que ya sabemos: las lluvias son más frecuentes e intensas con la crisis climática y más peligrosas para personas e infraestructuras

El Grupo Internacional de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, siglas en inglés) indica en su último informe de evaluación (2021) que la frecuencia e intensidad de las precipitaciones ya ha aumentado desde 1950, que la crisis climática es probablemente la principal causa y que esta tendencia se espera que continúe con el calentamiento global.

A esto se le suma que los episodios concretos de precipitaciones intensas que solían ocurrir una vez cada diez años tienen más probabilidades de surgir cuanto más grados aumente la temperatura media de la Tierra.

En el caso concreto de Europa, el IPCC indica que el calentamiento global, los cambios en las precipitaciones y el aumento del nivel del mar supondrá más riesgos para personas e infraestructuras por inundaciones. En los escenarios de mayor calentamiento (por encima de los 3 ºC), se estima que los daños y personas afectadas por estos fenómenos extremos pueden suponer el doble que en la actualidad.

No obstante, estos cambios en las precipitaciones y sus daños son la imagen ‘general’ del cambio climático, sin entrar concretamente en si es la causa de una DANA u otro tipo de borrascas que traen estas lluvias.

Créditos de imagen destacada: European Union, Copernicus Sentinel-3 imagery

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