Poco a poco va llegando el frío a octubre y, aunque le quedan apenas unos días, el décimo mes del año empieza a parecerse a lo que aún recordamos. En Maldita.es, este desorden climático ha hecho que la selección de preguntas del consultorio sea, cuanto menos, variada: esta vez te hablaremos de temas tan dispares como los insectos en España, qué son los bioplásticos, por qué no pueden las bicis saltarse semáforos en rojo y, por fin, algunos trucos para ahorrar en calefacción.
Vamos allá. Pero antes, te recordamos los canales por los que puedes escribirnos con tus dudas sobre clima, medioambiente y energía: nuestra web, nuestra cuenta de Twitter (@Maldito_clima), nuestro correo electrónico ([email protected]) o el chatbot de WhatsApp de Maldita.es (+34 644 229 319). Desde aquí responderemos lo mejor que podamos.
¿Cuántos insectos están autorizados para consumo humano en España?
Por si alguna vez te lo has preguntado en la sobremesa, en España hay autorizadas cuatro especies de insectos para consumo humano: las larvas del gusano de la harina (Tenebrio molitor), la langosta migratoria (Locusta migratoria), el grillo doméstico (Acheta domesticus) y las larvas del escarabajo del estiércol (Alphitobius diaperinus) – en diferentes formas.
Los “insectos enteros y sus partes” están considerados un “nuevo alimento” en la Unión Europea desde el 1 de enero de 2018, fecha en que se incluyeron en el reglamento europeo 2015/2283 que los regula. Como estos reglamentos son de aplicación directa en los Estados miembros, desde ese momento estos animales pasaron a ser considerados legalmente un alimento también en España.
Pero con esta clasificación como alimento no basta: si una empresa quiere vender insectos para consumo humano en la UE debe solicitar una autorización a la Comisión Europea, quien a su vez encargará un informe a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) que evalúe la seguridad del producto concreto. Si el estudio es favorable, la Comisión solicita el dictamen de los Estados miembros sobre el proyecto de autorización. Si recibe una valoración positiva mayoritaria entre los Estados, el producto podrá venderse.
La primera autorización para vender insectos se publicó el 2 de junio de 2021 en el Diario Oficial de la Unión Europea. En concreto, se refería a la larva de Tenebrio molitor (gusano de la harina) en diferentes categorías. Le siguieron el resto de autorizaciones y actualmente, son ya cuatro especies de insectos consideradas seguras y autorizadas bajo el Reglamento (UE) 2015/2283.
Además, actualmente hay en el mercado algunas especies de insectos que ya se comercializaban en la UE porque algunos Estados miembros “toleraban su presencia en el mercado”, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Estos productos pueden seguir vendiéndose de forma transitoria hasta que obtengan o no la misma autorización que los demás, explica el organismo.
En Maldita Alimentación hemos explicado más detalles sobre las autorizaciones de comercialización de insectos, en qué alimentos pueden añadirse (indicándolo siempre en los ingredientes) y los estudios sobre su seguridad.
A octubre de 2023, hay ocho solicitudes pendientes para insectos destinados a ser comercializados en diferentes formas, que actualmente son objeto de una evaluación de seguridad por parte de la EFSA. Esta es la lista completa de nuevos alimentos (no sólo insectos) cuya autorización se está solicitando ante la Unión Europea.
Desde Maldita.es hemos preguntado al Ministerio de Agricultura cuántas granjas de insectos hay actualmente en España: en el Registro General de Explotaciones Ganaderas hay registradas un total de 33 granjas productoras de insectos, de las que 17 se encargan de la cría de diferentes especies de grillos, 13 se dedican a la cría de gusano de la harina (Tenebrio molitor) y tres a la cría de mosca soldado negra.
Desde el ministerio indican que “en este registro no se recoge cuál es su uso final, aunque se puede presuponer que la mayoría se destina a la alimentación de animales en vivo (mascotas), dado la situación y desarrollo del sector en estos momentos”. También que aunque no pueden especificar la antigüedad de cada granja, aunque “una gran parte de ellas son de nuevo registro”.
¿Qué es más eficiente: dejar la calefacción puesta o encenderla y apagarla a demanda?
Similar al problema de encender/apagar bombillas, con la época de calefacción surgen dudas sobre qué es más eficiente, en términos económicos y energéticos, para mantener el confort térmico: mantener el sistema al mínimo pero permanentemente encendido o usarlo en niveles estándar pero de forma intermitente. La respuesta rápida: mantener la calefacción encendida todo el día es menos eficiente que encenderla de forma intermitente. Sólo en casos muy limitados —que ahora contaremos— se aconseja aguantarla de manera constante. Aún así, es posible diseñar casas que conserven una temperatura adecuada todo el día pese a no tener encendido el sistema de calefacción.
La idea parte de la hipótesis de que usar un sistema de calefacción ‘al ralentí’, con un gasto energético mínimo pero constante, es más efectivo que hacer un gasto considerable en momentos concretos. A priori, es una idea lógica. El problema es que esta hipótesis tiene enfrente a un principio de la termodinámica y al confort térmico necesario a lo largo de la jornada. También depende, y mucho, del nivel de aislamiento de la vivienda.
Empezando por la física, el segundo principio de la termodinámica —la entropía del universo tiende a incrementarse con el tiempo— exige que el calor fluya desde áreas más calientes a las más frías. En una habitación, esto se ve en que primero se calienta la parte más cercana a un radiador y, después de un tiempo, la parte más lejana y fría de esa habitación. Esto es importante porque en un hogar siempre habrá una pérdida inevitable y constante de ese calor por zonas como ventanas, cristales, paredes o puertas. Por supuesto, esta pérdida se puede reducir cerrando estas vías si es posible o mejorando el aislamiento de la vivienda.
Este escape de calor hace que no salgan las cuentas si dejamos la calefacción puesta de manera permanente: requiere más energía tener una habitación caliente de manera constante que calentarla de vez en cuando. Francesco Contino, investigador de sistemas energéticos en la Escuela Politécnica UCLouvain (Bélgica), explica a la Radiotelevisión Belga de la Comunidad Francófona (RTBF) que la regla básica es “no usar la calefacción si no hay nadie”. “Mantener una temperatura durante todo el día requiere más gasto energético, aunque sea a poca potencia, que usar la calefacción puntualmente”. A esto se le añade, como apuntan la web MoneySavingExpert y la organización británica Energy Saving Trust, que si se usa una calefacción constante, también existe una pérdida de calor constante.
Sobre el confort térmico, tenemos que señalar que el cuerpo no requiere estar a la misma temperatura todo el día para estar cómodo. Sí, hay un rango subjetivo donde personas frioleras y calurosas se sienten mejor, pero las necesidades cambian dependiendo de si estamos en vigilia o en sueño. Cuando estamos despiertos, la calefacción a 21 ºC es la recomendación del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), usando ropa de abrigo para estar por casa si es necesario. Para dormir, podemos bajar la calefacción hasta los 15-17 ºC porque contamos con más herramientas para mantener el confort térmico, como mantas, edredones y pijamas, y porque la temperatura corporal baja durante el sueño.
Para hogares que sí cuentan con un buen aislamiento, como las casas pasivas o passivhaus —un tipo de vivienda que optimiza la eficiencia energética—, es posible diseñar sistemas inerciales de calefacción. José Fernando Almazán, ingeniero de autoconsumo y aerotermia de la compañía Ecooo energía ciudadana, explica a Maldita.es que estos sistemas “funcionan libremente a partir de una temperatura de confort” y son cercanos a la idea de tener un uso constante de calefacción “con muy pocos puntos de calor y un gasto muy reducido”.
Los sistemas inerciales, agrega Almazán, “no están metiendo constantemente calor, sólo funcionan cuando la temperatura de confort baja de cierto punto”. Son más eficientes porque las casas donde se instalan “cuentan con un aislamiento excelente” que limita mucho las pérdidas de calor, “que suelen ser del 30-40% de la energía en casas mal aisladas”. También porque la temperatura a la que hace falta calentar la caldera —el punto central de calefacción, que luego se redirige a las habitaciones con radiadores y otros métodos— es más baja: “Unos 50 ºC en los depósitos inerciales, unos 70 ºC en las calderas convencionales”.
Si se combinan con autoconsumo fotovoltaico, estos sistemas aprovechan las horas centrales del día —cuando suele estar la vivienda desocupada si sus inquilinos trabajan fuera— para calentar la casa y que esa energía térmica se retenga lo máximo posible, idealmente durante el resto de la jornada. “En cierto modo, es como hacer que la casa funcione como una batería”, precisa Almansa. Obviamente, agrega el experto, “el aislamiento del hogar es indispensable y no es una inversión que se pueda permitir todo el mundo”.
Más allá de estas passivhaus, ¿hay algún caso donde compense más usar la calefacción de manera constante? Pocos, pero hay. Uno de ellos es para evitar una congelación de tuberías en entornos bajo cero, como ocurrió durante la borrasca Filomena en España. Parte de este motivo es que una reparación de fontanería puede ser más costosa que la factura de calefacción. Otro es en viviendas donde cuenten con un aislamiento tan malo que se haga imposible tener una temperatura cómoda para dormir, aconseja la IDAE. *
¿Existe el plástico hecho con base vegetal?
La industria petroquímica representa el 14% de la demanda de petróleo del mundo y el 8% de la de gas natural, según la Agencia Internacional de la Energía. Dentro de este sector, los plásticos son la categoría de producto más producida. Este informe del IPCC de 2022 recoge que la producción de plástico en Norteamérica supone 1,8 toneladas de CO2, equivalente (CO2eq) al año y 2,3 toneladas de CO2eq en Europa, siendo mucho más elevado en otras regiones donde se depende del carbón para producir la energía necesaria.
Con todo lo que supone lo del párrafo anterior, ¿hay alguna alternativa para hacer este plástico sin combustibles fósiles, usando, por ejemplo, una base vegetal? Sí: los bioplásticos, polímeros de uso comercial que se producen a partir de una fuente natural o recurso renovable. Algunos ejemplos de sustancias que se usan para hacer bioplásticos son cañas de azúcar, maíz, levadura, plumas de ave desechadas, proteínas de leche, entre otras.
Una revisión de literatura científica de 2022 sobre bioplásticos aborda las ventajas y desafíos de hacer plástico con esta tecnología. Una aspecto que destaca es que el prefijo “bio” puede hacer referencia a multitud de cosas: que sus elementos vienen o se extraen de materia orgánica o biomasa, que es un material de origen orgánico y biodegradable, que sus materiales proceden de procesos biológicos (por ejemplo, desechos de seres vivos) o una mezcla de todo lo anterior. Y aunque no es el objeto de estudio de este artículo, también se usa el término en la industria para hablar de plásticos degradables de origen fósil.
Alguna de las ventajas de los bioplásticos es que, con la tecnología disponible hoy en día, todos los polímeros fabricados a partir de materia fósil se pueden obtener de la biomasa, por lo que son una alternativa viable tecnológicamente. Además, algunos procesos para conseguir algunos tipos de plástico, como los monómeros vinílicos y los cauchos sintéticos, son más sencillos si se realizan con biomasa que con combustibles fósiles. Otras ventajas es que pueden tener una huella de carbono hasta un 62% menor que los plásticos de origen fósil, son compatibles con las rutas de reciclado actuales y que algunos de estos bioplásticos son biodegradables y pueden servir para fabricar otros bioplásticos.
En cuanto a los inconvenientes, los bioplásticos son, por lo general, más caros de producir que sus análogos fósiles. Además, pueden tener un impacto negativo en la agricultura al competir con la producción de alimentos, lo que puede hacer imposible un cambio completo de plásticos fósiles a alternativas ‘bio’. Por último, el método de reciclado más simple y barato que sirve para el plástico fósil, el mecánico, no está disponible comercialmente para los bioplásticos.
La consulta que motivó este artículo también pedía información sobre el uso actual de los bioplásticos. Actualmente, se fabrican en torno a dos millones de toneladas de plástico de origen 100% biológico/orgánico cada año. Si se agregan polímeros que se hacen parcialmente con materia orgánica, esta cifra se eleva a los 7,5 millones de toneladas. Como referencia, la producción de plástico fósil es superior a los 380 millones de toneladas anuales. Según un análisis de tendencia, se espera que la proporción del mercado de los bioplásticos siga siendo baja, de un 2%, con un crecimiento anual del 4%. En mercados específicos como el europeo, este crecimiento puede llegar a ser del 10% anual, motivado por regulaciones del mercado y la demanda de consumidores que prefieren alternativas más sostenibles.
¿Pueden las bicis cruzar un semáforo en rojo cuando van por la calzada?
Puede que hayas leído publicaciones (como esta o esta) que hablan de un “vacío legal” con respecto a si los ciclistas que circulan por la calzada deben o no respetar un semáforo en rojo. Es algo similar a lo que le ocurrió a una lectora y de ahí nuestra pregunta de consultorio. Aclaramos por qué no existe un vacío legal y las normas de circulación son claras al respecto: tanto las bicicletas como el resto de vehículos deben respetar los semáforos en rojo.
Así lo indica la Dirección General de Tráfico (DGT) en su guía de normas de circulación para ciclistas: “En caso de encontrar un semáforo en tu camino, has de respetarlo. La luz roja o amarilla no intermitente obliga a detenerse”. “Los semáforos son para todos los conductores, incluidos los ciclistas”, dicen en esta otra guía resumen.
Ese supuesto vacío legal se sustentaría en que ni la ley de tráfico ni en el Reglamento General de Circulación indican explícitamente que la obligación de parar en rojo sea para bicicletas. Pero desde la DGT indican a Maldita.es que, aunque “no hay normas que sean específicas para ciclistas”, las normas generales “se refieren a todos los conductores”. Estas normas “recogen qué tipo de vehículos están legitimados para ir por las vías españolas y cualquiera que lo conduzca es un conductor”.
Efectivamente, la ley de tráfico está dirigida a los “usuarios de las vías y terrenos públicos aptos para la circulación” (artículo 2), siendo un vehículo un “aparato apto para circular por las vías o terrenos a que se refiere el artículo 2” (anexo I), por lo que quedan incluidas las bicicletas. El Reglamento General de Circulación, que desarrolla la ley de tráfico, indica que en los “semáforos circulares para vehículos (...) una luz roja no intermitente prohíbe el paso” (artículo 146). Por tanto no existe un vacío legal, como remarcan desde la DGT.
Lo que sí ocurre es que las normas generales de tráfico pueden complementarse con las ordenanzas municipales de movilidad y por eso algunos ayuntamientos imponen normas específicas para bicicletas (como, por ejemplo, que no siempre sea obligatorio ir por el carril bici o que deban circular por el centro del carril en calzada). “Las normas de seguridad vial dejan espacio para que los ayuntamientos, que son quienes mejor conocen las vías urbanas de sus municipios, hagan sus regulaciones”, explican desde la DGT.
Siguiendo este principio, algunas ordenanzas municipales podrían incluir la posibilidad de que los ciclistas rebasen un semáforo en rojo en determinadas circunstancias “sin entrar en conflicto” con las leyes generales. En Maldita.es hemos consultado las ordenanzas vigentes en Madrid, Barcelona, Zaragoza y Sevilla y esto no ocurre: o no dicen nada, o indican que los ciclistas deben obedecer la señalización general y parar frente a los semáforos en rojo. Otras, como la de Almería, consideran una “infracción” de los ciclistas el “no respetar la luz roja de un semáforo”.
En algunas ciudades europeas existen excepciones normativas que permiten a los ciclistas seguir la marcha ante semáforos en rojo. En París, por ejemplo, existe una señalización que da a las bicis la opción de continuar recto o girar hacia la derecha. Esta norma, dice el Ayuntamiento de París, no es para que ciclistas se salten el semáforo sin condiciones: “Deben extremar la precaución y respetar en todo caso la prioridad que tienen el resto de usuarios, en particular los peatones, a los que siempre deberán ceder el paso”.
* Ampliación el 27/10/2023 con el detalle sobre cuántas granjas de insectos hay actualmente en España.