Los embalses de la España peninsular están al 36,88% a 23 de agosto de 2022, 7,08 puntos por debajo del año pasado y 18,61 por debajo de la media de los últimos diez años*. La sequía, además de efectos como restricciones al consumo de agua, también afecta a la generación y el precio de la electricidad. Mientras España debe recortar un 7% su consumo de gas hasta el 31 de marzo, la generación de energía y electricidad con agua también se ve resentida. Os lo explicamos.
La importancia de la energía hidráulica en la España peninsular
La hidráulica es una energía que “puede ayudar a controlar los cambios de la oferta y la demanda [de electricidad] minuto a minuto” y ayuda a recuperarse rápidamente de los apagones al funcionar como “una batería gigante para la red”, indicaron en The Conversation las ingenieras civiles Caitlin Grady y Lauren Dennis.
La energía producible hidráulica en la España peninsular, es decir, la cantidad máxima de energía eléctrica que teóricamente se podría producir considerando el estado de los embalses, fue en 2020 de 30.595 gigavatios-hora (GWh) con unos embalses con capacidad de producir energía al 50,8% a fin de año. Para 2021, con esos pantanos al 36% el último día de ese año, esa capacidad de obtener electricidad del agua embalsada se redujo un 12,3%: 26.839 GWh, según los datos de Red Eléctrica Española (REE). En 2018 se había llegado a los 37.403 GWh producibles con energía hidráulica.
Los datos de REE muestran lo esencial que es que haya agua en los embalses para cubrir la demanda eléctrica de la España peninsular. Por ejemplo, el pasado año, la energía hidráulica cubrió el 11,9% de la demanda eléctrica peninsular. Fue la tercera mayor fuente sólo tras la eólica (23,9%) y la nuclear (21,8%) [pág. 15].
Pero la producción de energía a partir de los embalses se ha reducido a la mitad con respecto al año pasado. Fue un 52,8% menor en julio de 2022 en la España peninsular que ese mismo mes un año antes. De enero a julio de 2022, el descenso en la producción de energía hidráulica fue de un 49,5% respecto al mismo periodo en 2021, indica el boletín mensual de REE.
Según estima Xavier Cugat, jefe de proyectos de plantas fotovoltaicas y divulgador miembro de Bendita Energía, la producción hidráulica interanual podría ser a final del mes de agosto la más baja, como mínimo, desde 1999. “Se está viendo desde hace meses la bajada de generación de la hidroeléctrica. No es sólo una bajada estival o puntual, son valores a la baja mantenidos semanas”, añade a Maldita.es Marcial González, del departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Carlos III de Madrid y también miembro de Bendita Energía.
A nivel mundial, aproximadamente el 26% de las presas hidroeléctricas existentes y el 23% de los embalses proyectados están en cuencas fluviales que actualmente tienen un riesgo de escasez de agua de medio a muy alto, indica un estudio publicado en 2022 en la revista Water. Sus autores estiman que entre el 61 y el 74% de las centrales hidroeléctricas tendrán problemas de generación por la falta de agua.
Efecto negativo también en centrales térmicas
Además de a las centrales hidroeléctricas, como hemos explicado, una sequía profunda también afectará de forma negativa a las centrales térmicas que usan agua dulce superficial para refrigerar, con una reducción del 3,7% en la producción de las térmicas que queman carbón en el oeste de Estados Unidos proyectada en 2009 para 2020, estimó el Laboratorio de Tecnología Energética Nacional dependiente del Departamento de Energía del Gobierno de Estados Unidos.
Sin agua para refrigerar, muchas centrales térmicas (de carbón, de gas y nucleares) tendrían que parar o reducir su producción. El 47% de la capacidad térmica mundial se encuentra en zonas con alto estrés hídrico, concluyó una investigación del Instituto de los Recursos Mundiales (WRI por sus siglas en inglés) del año 2018. La capacidad hidroeléctrica mundial situada en esas áreas es del 11%, lo que implica un riesgo de reducción o interrupción de la generación de electricidad en caso de sequía.
Una estimación para Gran Bretaña publicada en Nature Communications en 2020 calculó los efectos de la sequía y el cambio climático en los precios de la electricidad por sus impactos en la falta de agua de refrigeración en las centrales térmicas. El impacto medio anual superaría los 100 millones de libras (unos 117 millones de euros) en el precio de la electricidad.
Menor generación hidroeléctrica, un posible mayor precio de la electricidad en otoño e invierno
El efecto de una menor producción de energía hidráulica se notará en el precio. Según su coste, es de las fuentes más baratas. “El mantenimiento de la central es muy pequeño. En España, la mayoría de las centrales hidroeléctricas se construyeron entre 1950 y 1970, algunas incluso antes de la Guerra Civil, por lo que ya están amortizadas varias veces”, señala Juan José Fuentetaja, ingeniero técnico de telecomunicaciones, profesor de Tecnología en un instituto y miembro de Bendita Energía. Pero en un mercado marginalista (que paga la generación de cada hora al precio de la unidad más cara), el coste de la generación con hidroeléctrica es máximo cuando hay sequía “porque si por coste fuera, ya no tendríamos agua en los embalses”, opina Xavier Cugat.
“En los meses de verano ningún año se produce mucho con agua y las tecnologías que marcan el precio marginal son otras. Desde octubre sí afectará” al precio, indicó a El País el analista energético Ignacio Gistau. Si no ha llovido antes de septiembre, la compensación a las compañías que generan electricidad con gas “va a crecer y se puede comer gran parte del beneficio del tope al gas”, aclaró Gistau. “Y el problema que puede haber es que los ciclos combinados no puedan cubrir todo el hueco que deja la hidroeléctrica, lo que obligaría a tirar de cogeneración, más costosa y que ahora está prácticamente parada”. A menor agua embalsada, mayor consumo de combustibles fósiles más caros para cubrir el hueco dejado por una menor producción hidráulica
Un problema que no afecta a las centrales de bombeo
Eso sí, las centrales de bombeo o reversibles quedan al margen de los problemas causados por la escasez de agua. Estas centrales la forman dos depósitos: uno inferior y otro a mayor altura. Cuando hay un excedente de energía, se utiliza energía para impulsar agua al depósito superior y se deja almacenada. Cuando conviene, se deja caer el agua hasta el depósito inferior generando electricidad.
“El bombeo no consume recurso hídrico y va a ser una pieza fundamental en los sistemas eléctricos del futuro. Aporta tanto flexibilidad como almacenamiento de energía y, si se potencia, podría permitir sustituir lo que periodos de sequía más prolongados te van a quitar en las grandes centrales hidroeléctricas”, indicó el expresidente de REE Luis Atienza a El País.
Esta información es una colaboración mensual entre Bendita Energía y Maldito Clima.
*Corrección el 23 de agosto de 2022 a las 15:30. En la versión anterior decía "89 puntos por debajo del año pasado y 18,69 por debajo de la media de los últimos diez años".