MENÚ

Las consecuencias de que haga “buen tiempo” cuando no toca

Publicado
Actualizado
Claves
  • Si no hace el suficiente frío en los meses de invierno, aparecen problemas en los cultivos, en la polinización e incluso en la salud humana y ambiental
  • La falta de precipitaciones en los meses que suele llover reduce las reservas hídricas, los suelos de cultivo se empobrecen y los cultivos de secano y regadío empeoran
  • Esta escasez de lluvias también tiene su impacto en la economía y la calidad del agua
Comparte
Etiquetas

A nadie le amarga un dulce: una jornada de ‘buen tiempo’, de temperatura agradable y día soleado, en la época que no toca, otoño e invierno, sienta bien a todo el mundo. Pero cuando esta situación de más calor y menos lluvias ocurre de manera sistemática, aparecen problemas. Hacemos un repaso de las principales consecuencias de que haya menos precipitaciones y más temperatura en las épocas que deberían recibir más frío y agua.

Índice

Falta de frío

Falta de lluvias

  • Agotamiento de reservas y restricciones

  • Estrés hídrico

  • Impacto económico de los cultivos

  • Empobrecimiento de los suelos

  • Peor calidad del agua

  • Alta salinidad

  • Lluvias más torrenciales y desplazadas hacia el verano

    Cómo han cambiado las masas de aire en invierno

    En climas donde existen marcados cambios de temperatura —como los inviernos y veranos en el mediterráneo o atlántico, a diferencia de los climas tropicales—, la alternancia entre meses de calor y frío juega un papel importantísimo en las especies, en cómo regulan sus ciclos vitales y cómo los humanos los aprovechamos para obtener alimentos o prevenir enfermedades.

    Cuando tenemos inviernos más cálidos de lo normal, o cuando las estaciones frías alternan periodos de calor repentino con temperaturas típicas, las consecuencias se hacen notar. Óscar Huertas, máster en Biotecnología Agroforestal, doctor en Microbiología y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que Europa tenía en los meses invernales “una masa de aire frío que subía y bajaba de forma uniforme”. “Ahora es un poco rara en su forma y parece literalmente un helado que se derrite, dando [lugar a] lenguas de aire frío que se alternan con lenguas de aire caliente”.

    Un invierno estable tiene una masa de aire frío uniforme (izquierda). Actualmente, esa masa es más inestable, alternando lenguas de aire frío con aire caliente (derecha). Fuente: NOAA

    Hay especies que necesitan las bajas temperaturas para sobrevivir

    Una consecuencia de tener inviernos más cálidos es que las especies que necesitan de un tiempo de frío no contarán con él. En flores y cultivos herbáceos (como los cereales), esto se denomina vernalización, un tiempo mínimo de frío para que cuando lleguen las temperaturas adecuadas, se continúe con la floración. En árboles y cultivos frutales se habla de horas frío, que en esencia es lo mismo.

    Caridad Calero, experta en producción de alimentos, agricultura y ganadería y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, detalla que algunas plantas “necesitan estar expuestas a periodos de frío para iniciar el proceso de brotación y formación”. Esta adaptación al frío se regula “mediante un complejo sistema genético” ¿Qué ocurre cuando no hace tanto frío en invierno? Que la vernalización no comienza y la planta “puede no estar lista para sacar adelante flores y frutos o directamente no se activan los genes que regulan este proceso”.

    También puede suceder que sí que se alcancen las temperaturas adecuadas de invierno, pero no duren lo suficiente y se alternen periodos irregulares de calor y frío. Isabel Hernández, ingeniera agrícola de industrias alimentarias y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, señala que la floración o producción de estas especies puede arrancar con el calor “pero si vuelven las bajas temperaturas y las heladas, con las que se perderán esas flores o brotes, se perderá la cosecha o es de peor calidad”.

    Esta experta pone un ejemplo con los cítricos (naranjas, limones, pomelos…). Cuando estos cultivos tienen inviernos demasiado suaves, donde la temperatura no roza los 0 ºC, “la piel de la fruta no consigue la consistencia esperada”, lo que afecta a su capacidad de mantenerse en buenas condiciones una vez recolectada. “Debido a esto, han disminuido las exportaciones a países de fuera de la UE, ya que no resisten el viaje”.

    Evolución de las exportaciones de cítricos en España a países de fuera de la UE, actualizado a 14 de febrero de 2024. Fuente: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

    El impacto en la polinización y la biodiversidad

    Si la floración se adelanta en las plantas como consecuencia de las altas temperaturas, los polinizadores (los animales que ayudan a transportar polen, principalmente los insectos) aún no están presentes y no se completa esa polinización, explica Huertas. Este proceso es fundamental para que los ecosistemas puedan sobrevivir. Particularmente, la producción de cultivos que alimenta a los humanos depende de este proceso natural.

    Carmen Martínez, ambientóloga especializada en biodiversidad y procesos ecosistémicos del sureste ibérico y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, destaca que el frío “mata a adultos de ciertas especies, como los invertebrados (insectos como moscas, langostas y mosquitos)”, algo que mantiene el equilibrio de los ecosistemas. Pero si este frío no llega o no es suficiente, “puede aumentar las plagas”. “Unos se pueden beneficiar y otros perjudicar, pero en general, la biodiversidad disminuye”.

    Salud, plagas y enfermedades cuando falta frío

    El frío en invierno también tiene un papel en la salud de los cultivos. Por un lado, muchos patógenos que perjudican a plantas y cultivos mueren con las bajas temperaturas. Otras plagas, hongos e insectos permanecen en estado latente en invierno y solo aparecen cuando se dan las condiciones de temperatura y humedad adecuadas.

    Ante un invierno más caluroso de lo habitual, estos patógenos lo tienen mucho más fácil para sobrevivir y multiplicarse. Naciones Unidas advierte que en un único invierno inusualmente cálido “puede ser suficiente para favorecer el establecimiento de plagas invasoras”.

    Hernández advierte que en la actualidad “podemos ver plagas afectando a cultivos más severamente, y nos encontramos cada vez más plagas que históricamente se encontraban en zonas más cálidas”, advierte Hernández.

    Cuatro ejemplos de plagas que afectan a cultivos. Comenzando por la esquina superior izquierda, en sentido horario: Lobesia botrana, Tetranychus urticae, Planococcus ficus y Schistocerca gregaria. Fuentes: Hectonichus/Wikimedia, Gilles San Martin/Wikimedia, Crisco 1492/Wikimedia

    Este problema de plagas no se queda en los cultivos. “Algunos vectores (animales que transmiten enfermedades), como los mosquitos, aparecen cuando no les toca y de repente se comienzan a transmitir enfermedades, como el virus del Nilo o cualquier otro en épocas en que no se esperan”, detalla Huertas. Esto es un problema directo para los humanos porque dificulta los diagnósticos médicos.

    También existen microorganismos beneficiosos para plantas y cultivos que pueden soportar el calor en invierno y otras condiciones estresantes (son extremófilas), pero si se unen más condiciones desfavorables a la vez, como falta de agua, alta salinidad o presencia de contaminantes, “no pueden aguantar todo a la vez, no son pluriextremófilas”, detalla Huertas.

    Otro impacto en la salud, esta vez humana, es la aparición de alergias en una floración más temprana por el calor. El Grupo Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático (IPCC) advierte de que hay una relación entre altas temperaturas y aumento de alérgenos que desencadenan enfermedades como asma, rinitis alérgica, conjuntivitis y dermatitis.

    Impacto en la supervivencia de aves migratorias

    Las aves migratorias suelen dirigirse hacia el sur cuando bajan las temperaturas en el hemisferio norte y esto influye en cuándo tienen crías. Ahora, la evidencia científica apunta a que estas aves lo tienen cada vez más difícil para sobrevivir, ya que sus fases de migración están desequilibradas con las de sus presas (orugas) y no cuentan con ese alimento. También puede ocurrir, explica Huertas, que se asienten en una zona que consideren apta para sobrevivir que, en realidad, es más fría de lo que pueden tolerar y “no les dé tiempo a irse y mueran”. “No tienen calendario ni reloj”, concluye el experto.

    Agotamiento de reservas hídricas y restricciones

    El año hidrológico empieza cada 1 de octubre, el mes en que los ríos empiezan a recibir más aportaciones de agua y comienza a subir el nivel de las reservas ¿Qué ocurre cuando a partir de octubre no llueve lo que debería? La primera consecuencia es que las reservas se van agotando, ya que la demanda de agua sigue existiendo, aunque no llueva. Si esta situación se prolonga en el tiempo, puede derivar en un episodio de sequía y en escasez de agua (se parecen y están relacionados, pero no es lo mismo)

    Para hacer frente a esta situación, las instituciones establecen restricciones al uso del agua que pueden afectar a la agricultura, a la industria, al ocio y al abastecimiento.


    Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), explicaba a Maldita.es que para salir de una situación de sequía meteorológica (la primera, que desencadena el resto de tipos de sequía) hacen falta “episodios de precipitaciones generalizadas y continuadas”, como las que ocurrieron durante las navidades de 1995, cuando varios temporales seguidos pusieron fin a una sequía prolongada que abarcó la primera mitad de los 90. Las lluvias torrenciales, por otro lado, no suelen recargar las reservas de agua.

    Estrés hídrico en las plantas

    El estrés hídrico ocurre cuando la demanda de agua es mayor que el agua disponible, explica la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Las plantas también lo sufren, ya que afecta al desarrollo y crecimiento, a la producción (menos frutas por árbol o de menor tamaño), a la floración y al propio mecanismo de la fotosíntesis, lo que, a su vez, provoca que las plantas retengan menos dióxido de carbono y devuelvan menos oxígeno al aire.

    Esto deriva en problemas para los cultivos. Los de secano, que dependen directamente de las lluvias y de la humedad que retenga el suelo, reducirán su producción. Ana María Butrón, doctora Ingeniera Agrónoma y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, indica que sin lluvias, “se verá comprometida la germinación (proceso por el que una planta crece y puede vivir por sí sola) de los cultivos de secano”, como los cereales

    Los cultivos de regadío no dependen directamente de la lluvia, pero sí de que se les suministre agua. Así, cuando estas plantas sufren de estrés hídrico, también producirán menos frutos, serán más pequeños o de peor calidad

    Impacto económico de los cultivos

    Que empeore el rendimiento de los cultivos también tiene un impacto económico. Los de secano son a su vez el alimento para la ganadería, ya que estas plantas también sirven para el pastoreo y para elaborar piensos, por lo que si tienen menos producción, también aportarán menos alimento para estos animales. 

    En el caso de los de regadío, el impacto económico ocurre tanto en lado del agricultor (que en situaciones de sequía reduce su margen neto de negocio) como en el del consumidor (el precio de los frutos se encarece al existir menor oferta y la misma demanda).

    Empobrecimiento de los suelos

    Martínez advierte de que tener menos agua afecta a reacciones químicas y especies que mantienen el suelo en buen estado: “Sin disponibilidad de agua, la materia orgánica se degrada más lentamente, se forman menos compuestos húmicos y los suelos son más pobres”. El humus es la materia orgánica procedente de la descomposición de animales y vegetales y es esencial para retener agua y nutrientes en el suelo.

    Peor calidad del agua al tomarla de masas subterráneas

    Miguel Gallego, experto en agronomía y políticas agrarias y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que si faltan lluvias y no se recargan las masas superficiales (embalses), la alternativa de la población suele ser acudir a las subterráneas (acuíferos), lo cual es un problema en la península ibérica porque están sobreexplotados —se consumen a una velocidad mucho mayor que su recarga— y porque “de forma generalizada, es un agua de peor calidad”.

    En el último Plan de acción de aguas subterráneas del MITECO (2023) se indica que cerca del 40% de las aguas subterráneas están en mal estado, causado principalmente por explotación no sostenible y contaminación por nitratos.

    Alta salinidad en los estuarios de los ríos

    Si escasean las lluvias, circulará menos agua dulce hacia las desembocaduras de los ríos, por lo que el agua salada del mar entrará con más facilidad a estos deltas y estuarios, lo que provoca un aumento de la salinidad.

    Esta cantidad de sales más elevada puede perjudicar a los cultivos, provocando desequilibrios nutricionales. Los más afectados, explica Gallego, son los cultivos inundados, como el arroz, y las plantaciones que se cultivan en las riberas.

    Cambios en las lluvias: más torrenciales y más desplazadas hacia el verano

    Los patrones de precipitaciones en España han cambiado. A los periodos de sequía —un fenómeno natural en la península pero que se intensifica y ocurre de manera más frecuente con el cambio climático— se le alternan más precipitaciones extremas. Esto también contribuye a la sensación de que ‘llueva menos’, porque cuando lo hace, es en un periodo corto de tiempo.

    Esto también tiene consecuencias negativas. Martínez detalla que cuando llueve en fechas más próximas hacia el verano, las plantas crecen más en una época en la que “luego no soportarán el periodo cálido y seco del verano”. Además, este tipo de lluvias torrenciales no suelen llenar los embalses ni aliviar la sequía.

    En este artículo ha colaborado con sus superpoderes los malditos Óscar Huertas, Caridad Calero, Isabel Hernández, Carmen Martínez, Miguel Gallego, Ana María Butrón y José Navarro

    Calero, Hernández, Martínez y Butrón forman parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación.

    Gracias a vuestros superpoderes, conocimientos y experiencia podemos luchar más y mejor contra la mentira. La comunidad de Maldita.es sois imprescindibles para parar la desinformación. Ayúdanos en esta batalla: mándanos los bulos que te lleguen a nuestro servicio de Whatsapp, préstanos tus superpoderes, difunde nuestros desmentidos y hazte Embajador.



Primera fecha de publicación de este artículo: 13/03/2024

Hazte maldito, Hazte maldita
Te necesitamos para combatir los bulos y la mentira: sólo juntos podemos pararla. En Maldita.es queremos darte herramientas para protegerte contra la desinformación, pero sólo con tu apoyo será posible.

Eres muy importante en esta batalla para que no nos la cuelen. Seguro que tienes conocimientos útiles para nuestra batalla contra los bulos. ¿Tienes conocimientos de idiomas? ¿Lo tuyo es la historia? ¿Sabes mucho sobre leyes? ¡Préstanos tu Superpoder y acabemos juntos con los bulos!

También puedes apoyarnos económicamente. Maldita.es una entidad sin ánimo de lucro y que sea sostenible e independiente, libre de publicidad y con profesionales bien remunerados dedicados a luchar, contigo, contra la desinformación depende de tu ayuda. Cada aportación cuenta, cualquier cantidad es importante.