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Qué es la sensación térmica y por qué no debe usarse como sinónimo de temperatura

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Claves
  • La temperatura es un parámetro real que se mide con un termómetro; la sensación térmica, una estimación obtenida a partir de datos de la temperatura, el viento o la humedad
  • Aunque la sensación térmica puede variar por características personales como la edad o la ropa, los índices que la representan permiten evaluar cómo puede afectar el tiempo atmosférico a nuestra salud
  • Existen varios índices: la AEMET utiliza uno para medir la sensación de frío y otro para la de calor, en Europa es más habitual el Universal Thermal Climate Index (UTCI) y en Estados Unidos el RealFeel de la compañía AccuWeather
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No es lo mismo tener 30ºC en Sevilla que tenerlos en Asturias. Aunque la temperatura y la sensación térmica tienden a confundirse, son variables meteorológicas distintas. Ambas son habituales en las previsiones del tiempo y se expresan en grados celsius (ºC), pero la temperatura del aire es un “parámetro real que se mide con un termómetro”, explica el portavoz de AEMET, Rubén del Campo. La sensación térmica, por otro lado, es la sensación de frío o calor que siente una persona. 

Aunque depende de muchas variables como la edad o la ropa que se utilice, existen índices que tratan de estimar cómo percibimos la temperatura y sus posibles efectos en nuestra salud. La AEMET utiliza dos índices para evaluar el efecto combinado de la temperatura y el viento, en el caso del frío, o la humedad, en caso del calor. 

Para una misma temperatura del aire podemos tener sensaciones muy diferentes en función de factores como la humedad o el viento

La AEMET define la sensación térmica como la percepción de frío o calor que tiene una persona. Así, si la temperatura es un parámetro real que se mide con un termómetro, la sensación térmica es un valor estimado que “trata de cuantificar cómo el frío o el calor afectan a procesos fisiológicos que tienen lugar en los seres humanos”, explica Rubén del Campo, portavoz de AEMET a Maldita.es

Es decir, para una misma temperatura objetiva podemos tener sensaciones térmicas muy diferentes. ¿De dónde viene esa diferencia? La física y meteoróloga Isabel Moreno cuenta a Maldita.es que proviene del intercambio de nuestro calor corporal con el entorno y existen varios índices que estiman cómo percibimos esa temperatura teniendo en cuenta varios parámetros. Normalmente, la temperatura, la humedad y el viento. 

La AEMET utiliza dos índices distintos para medir la sensación de frío y de calor. Para medir la sensación de frío se utiliza un índice conocido como wind chill que estima el efecto adicional de enfriamiento que aporta el viento sobre la piel desnuda de las personas. Esto ocurre porque el cuerpo humano está rodeado por una fina capa de aire que mantiene la temperatura del cuerpo más estable y “si sopla el viento se retira esa barrera protectora y el aire frío impacta directamente sobre nuestra piel, por lo que sufrimos más sus efectos”, explica Isabel Moreno. 

En cuanto a la percepción de calor, se calcula a partir del heat index que intenta cuantificar el efecto combinado de la temperatura y la humedad relativa del aire. “La principal forma de refrescar el cuerpo es a través de la evaporación del sudor de la piel. En días cálidos sin humedad el sudor enfría la temperatura del cuerpo. Sin embargo, en días muy húmedos el aire no es capaz de evaporar todo el sudor y eso hace que nuestra percepción de la temperatura sea superior”, detalla la física.

Más allá de las particularidades de cada persona, los índices de sensación térmica permiten estimar el riesgo para nuestra salud

“Es interesante tener índices que midan esa percepción con el exterior porque afecta directamente a nuestra salud”, señala Isabel Moreno, “pero tenemos que tener en cuenta que son eso, índices”. La sensación térmica real va a depender de muchos factores, desde la ropa que llevamos hasta la condición física, la edad o el sexo

Incluso tratándose de una medida orientativa, el portavoz de la AEMET, Rubén del Campo, apunta que es importante medirla porque permite evaluar cómo puede afectar el tiempo a nuestro confort y, sobre todo, a nuestra salud. En la siguiente tabla se recogen los valores con los que existe riesgo para la salud por la combinación de viento y temperaturas bajas, que van desde los 0 ºC hasta los -50 ºC. Así, una temperatura de -5 ºC con un viento de 10 kilómetros por hora (km/h) equivaldría a una sensación térmica de -9 ºC. Si el viento fuese de 20 km/h pasaría a sentirse como una temperatura de -11 ºC y habría un riesgo bajo de hipotermia si se permanece mucho tiempo a la intemperie. 

En el caso del índice de calor, el riesgo aparece para temperaturas de más de 26 ºC combinadas con una humedad superior al 40%. “Por debajo de 26 ºC puede haber sensación de bochorno, pero el riesgo es muy bajo”, asegura Rubén del Campo. En la tabla siguiente se ve la sensación térmica para las distintas temperaturas y humedades. 

Volviendo al ejemplo del inicio, una temperatura de 30 ºC se sentiría como 30 ºC si la humedad relativa fuera del 45%, pero pasaría a sentirse como 41 ºC si la humedad fuese del 90%. La diferencia de humedad hace que de un riesgo por posible fatiga por la exposición prolongada al sol se pase a riesgo de insolación o golpe de calor.

El índice de la AEMET no es el único. La compañía estadounidense AccuWeather recurre al índice RealFeel que tiene en cuenta factores como la humedad, la nubosidad, el viento o la intensidad y el ángulo del sol. En Europa es más habitual el Universal Thermal Climate Index (UTCI), que tiene en cuenta además de la temperatura, la humedad, el viento o la radiación, la adaptación de la ropa que usan las personas al clima para calcular la percepción de la temperatura.

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