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Índice Ultravioleta, especies CITES y temperatura del aire al sol y a la sombra: ya llegó el 14º consultorio de Maldito Clima

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¡Otro viernes final de mes, otro consultorio Maldito Clima! El número 14 ya está a las puertas del verano meteorológico. Este mes nos toca explicar qué es el Índice Ultravioleta, qué es el blending, qué son las especies CITES y aclarar si la temperatura del aire es mayor al sol que a la sombra.

Como vuestra curiosidad sobre el medioambiente, el clima y la energía, nos gustará que nos escribas con dudas en nuestra web, nuestra cuenta de Twitter (@Maldito_clima), nuestro correo electrónico ([email protected]) o el chatbot de WhatsApp de Maldita.es (+34 644 229 319). Trataremos el tema con el mayor rigor posible ¡Vamos a la edición de este mes!

¿Qué es el Índice Ultravioleta?

Estar expuesto de forma excesiva a los rayos ultravioleta (UV) causa la mayoría de los casos de melanoma, el tipo de cáncer de piel más mortal, recuerdan los Centros para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos. Pero esta radiación ultravioleta, dañina para nuestra salud (aunque necesaria en dosis moderadas para generar vitamina D), no es constante. Su fuerza se mide con el Índice Ultravioleta (IUV). Os explicamos cómo funciona.

Este índice mide la intensidad de la radiación ultravioleta que alcanza la superficie terrestre en cada longitud de onda (entre los 100 y los 400 nanómetros) teniendo en cuenta su acción dañina sobre el ser humano, explica la web de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Se expresa como un valor mayor a cero. Cuanto más alto, mayor es la probabilidad de lesiones en la piel y en los ojos y menos tardan en producirse esos daños. Existen cinco niveles de exposición: baja (color verde cuando el valor del IUV es menor a 2), moderada (amarillo con valores de 3 a 5), alta (naranja con valores de 6 a 7), muy alta (rojo con valores 8 a 10) y extremadamente alta (tono morado para valores de 11 o más).

Categorías de exposición para los diferentes valores del Índice Ultravioleta. Fuente: AEMET

Según el valor del IUV, las personas deben tomar las medidas adecuadas de protección, como muestra el siguiente gráfico. En la categoría baja no se necesita protección (aunque es recomendable usar protector solar todo el año). Para los niveles moderados y altos sí se necesita protección y se recomienda mantenerse a la sombra durante las horas centrales del día además de ponerse crema solar y sombrero.

Los niveles muy altos y extremadamente altos necesitan de protección extra: evita salir durante las horas centrales del día, busca la sombra y son imprescindibles la crema solar y el sombrero. No obstante, las medidas dependen de la persona y su tipo de piel (fototipo) y edad, entre otros factores, aclara la AEMET. Es especialmente importante proteger a bebés y niños de poca edad. Las gafas de sol protegen los ojos.

Sistema de protección solar recomendado en función del valor del Índice UV. Fuente: AEMET

En este enlace de la AEMET puedes ver la predicción de la radiación ultravioleta en caso de cielo despejado para el día en curso y los cuatro días siguientes en España. Valores máximos de IUV entre 9 y 11 son habituales en la península ibérica al mediodía de los días despejados de verano e incluso mayores en Canarias, indica la agencia meteorológica.

Recomendaciones para protegerse de la radiación ultravioleta. Fuente: AEMET

La intensidad de la radiación ultravioleta depende de la altura del sol, la latitud (cuanto más cerca del ecuador, más radiación), la nubosidad, la altitud (a mayor altitud la atmósfera es más delgada y absorbe menos radiación), la concentración de ozono en la superficie terrestre (su concentración en el aire aumenta con el calor y protege de la radiación aunque tiene sus efectos negativos en el sistema respiratorio) y la reflexión por el suelo (la nieve, el agua y la arena de la playa reflejan la radiación).

Infografía de la AEMET. Fuente: https://twitter.com/AEMET_Esp/status/1655483935596453891/

¿La temperatura del aire es mayor al sol que a la sombra?

Si te pones al sol, pasas más calor que a la sombra. Cualquiera puede comprobarlo. ¿Eso significa que el aire está más caliente al sol? Aunque parece contraintuitivo, el aire está igual de caliente al sol que a la sombra. La razón es que el aire es transparente a los rayos solares así que recibirlos no aumenta su temperatura, aunque sí absorbe el calor que se emite desde el suelo.

Como explicó el meteorólogo Benito Fuentes en el blog de la AEMET, el aire es transparente a los rayos solares visibles y no se calienta por su acción. Pero, como decimos, aunque el aire no se caliente por la luz del sol, sí lo hacen las superficies con las que tiene contacto.

Por eso la temperatura sube de día y baja de noche: lo que calienta el aire es el suelo y no el sol. “El suelo absorbe la energía de los rayos solares, se calienta y devuelve la energía al exterior”, explicó Fuentes. La causa es que el aire absorbe la radiación infrarroja emitida por el suelo y se calienta, aclaró el meteorólogo. Por eso mismo, en las noches de invierno suele helar cuando no hay nubes, pues el calor del suelo se disipa al caer el sol.

¿Y por qué un termómetro al sol muestra más temperatura que uno a la sombra? Porque se calientan los materiales del instrumento y por eso, como explicamos, los termómetros de las marquesinas no son fiables: “Al darles el sol de lleno, se calientan muchísimo y la temperatura que nos muestran es la del material del que está hecho y no la del aire”, explicó a Maldita.es el portavoz de la AEMET, Rubén del Campo.

Por esta razón, las agencias meteorológicas miden la temperatura del aire usando unas casetas de madera pintadas de blanco elevadas entre uno y dos metros sobre el suelo y con rejillas que evitan que le dé el sol al sensor y permiten la ventilación. Así están en contacto con el aire pero no con el sol.

Garita meteorológica. Fuente: AEMET

El IUV está estandarizado a nivel mundial, incluyendo el código de colores y gráficos para la población, por la Organización Mundial de la Salud, la Organización Meteorológica Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación no Ionizante.

¿Qué son las especies CITES?

Las especies CITES son animales y plantas silvestres cuyo comercio internacional está prohibido o limitado para evitar su extinción. En concreto, son las especies incluidas en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, cuyo nombre en inglés se abrevia como CITES, según explica la web del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).

Este convenio entró en vigor el 1 de julio de 1975 con el objetivo de prevenir, mediante la aplicación de unas normas comunes entre los Estados adheridos, “que el comercio internacional de ejemplares de estos animales y plantas ponga en peligro su supervivencia”, explica el ministerio. Según el grado de amenaza que afecta a cada especie, hay distintos grados de protección.

Para aquellas en peligro de extinción, incluidas en el Apéndice I del acuerdo, está prohibido el comercio internacional salvo para fines no comerciales (por ejemplo, con fines científicos) y hace falta un permiso de exportación y otro de importación. El Apéndice II incluye especies no necesariamente en peligro de extinción, pero cuyo comercio debe controlarse para regular un uso compatible con su supervivencia. En este caso las restricciones son más laxas, por ejemplo, no es necesario un permiso de importación. Hay un tercer apéndice para aquellas especies ya protegidas en un Estado firmante que ha solicitado asistencia de otros Estados para controlar su comercio, explica la web oficial del Convenio.

La Unión Europea ha traspuesto el acuerdo CITES en dos normas: el reglamento 338/97 y el 865/2006, que detalla el anterior. Ambos armonizan la aplicación del convenio en todos los Estados miembros. “Esto supone, en muchos casos, medidas comerciales más estrictas” y que se extienden a especies no protegidas por el acuerdo, según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. La UE puede, por ejemplo, prohibir o restringir la importación de ciertas especies y/o orígenes aun cuando el país de origen o de procedencia haya autorizado su exportación. En España, la norma vigente es el Real Decreto 986/2021.

Son CITES tanto los animales y plantas vivas como un conjunto de productos derivados de los mismos, como los productos alimentarios (como las ancas de rana), los artículos de cuero de animales exóticos, los huesos, el marfil y los dientes (tallados o no), los caparazones, las garras, el coral, las plumas, las escamas o el pelo, las flores, hojas, raíces y rizomas, los instrumentos fabricados con ciertas maderas y esas mismas maderas en bruto, los artículos de recuerdo para los turistas y los de uso medicinal con el mismo origen silvestre, entre otros, explica el ministerio. Consulta la lista completa.

Pese a la adhesión al Convenio, no existe un poder supranacional, con su correspondiente facultad de policía, que pueda obligar a su cumplimiento a los Estados firmantes, sino que cada uno se hace responsable de que se aplique correctamente en su territorio, explica el ministerio.

¿Qué es el blending y por qué es un reto transportar hidrógeno por tuberías de gas natural?

Actualmente el hidrógeno se consume cerca de donde se produce, por lo que no es necesario transportarlo a grandes distancias. Pero de hacerlo, transportar hidrógeno es difícil porque ocupa mucho espacio y las propuestas para reducir su volumen y transportarlo eficazmente no están consolidadas. “No hay una tecnología definida de transporte y almacenamiento de hidrógeno a gran escala”, resume Marcial González, del departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Carlos III de Madrid.

“El hidrógeno tiene dos problemas para todo: que es una molécula muy pequeña y que tiene una densidad energética por volumen muy baja. Es decir, hay que comprimirlo muchísimo para conseguir densidades energéticas interesantes. Esto hace que haya que manejar altas presiones y que es muy probable que el hidrógeno se escape. Eso no está resuelto del todo a día de hoy. Hay propuestas, pero no una tecnología barata, fiable y eficaz”, explica el ingeniero.

Una de las ideas sobre la mesa es el transporte por tubería, para lo que se ha propuesto aprovechar la red de gas natural (gas de origen fósil) ya existente, pues la red actual de hidroductos es muy escasa. Para usar la red de gas lo que se propone es el blending: mezclar el gas con una pequeña proporción de hidrógeno para transportarlos por los mismos conductos. Pero esta técnica tiene muchas limitaciones, según varios expertos.

Como decimos, antes de tener que reconvertir la red, lo que se propone es el blending: inyectar hidrógeno en el gas transportado por los gasoductos para poder utilizar temporalmente la misma tubería. Pero por ahora se trata de porcentajes pequeños de hidrógeno dentro del total del gas transportado en esos conductos: en torno a un 6 o 7% en España y no más de un 10% en otros países europeos según sus respectivas regulaciones, aclara a Maldita.es Ismael Morales, experto en el sector energético y miembro de la Fundación Renovables.

El motivo es evitar problemas de seguridad como que la mezcla de ambos gases provoque combustiones, explica Morales. Uno de los retos dentro del blending es asegurar que el hidrógeno transportado sea de suficiente pureza como para que tenga la calidad necesaria, indica. Para la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA por sus siglas en inglés), el blending es una solución “limitada”.

Por un lado, la red de gas existente podría transportar, como máximo, un 20% de hidrógeno antes de incurrir en problemas de seguridad. Sin embargo, un blending de esas proporciones máximas aumentaría el precio del gas un 37% y sólo reduciría las emisiones de CO2 de la red en torno al 7%, explica en un informe de 2021. Además, separar el hidrógeno del gas en el punto de salida es “muy caro y difícil para ratios de blending bajos, implicando costes adicionales”, indica el documento.

Otro reto para Morales es "cómo ir quitando el gas natural del gasoducto para ir aumentando el % de hidrógeno (o biometano) a la vez que se hacen las obras de remodelación para convertirlo en hidroducto, cuando hubiera alto porcentaje de hidrógeno", pues esto podría provocar pequeños cortes de suministro debido a las necesidades de las operaciones. La conversión en hidroducto es el paso necesario cuando se haya agotado el potencial de blending.

Reconvertir los gasoductos“La reconversión de tuberías puede implicar la sustitución de válvulas, reguladores, compresores y dispositivos de medición, pero en algunos casos, dependiendo de su material, también podría ser necesario cambiar las propias tuberías”, explica el informe de IRENA. Aún así, “reconvertir los gasoductos de gas natural para el transporte de hidrógeno puede reducir los costes de inversión entre un 50% y un 80% en comparación con el desarrollo de nuevos gasoductos”, según el informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) de 2022.

Según el organismo internacional, existen proyectos que buscan reconvertir X kilómetros de tuberías de gas natural para el transporte de hidrógeno, pero "la experiencia práctica es limitada" y sería necesaria una reconfiguración y adaptación de la red "significativas". Uno de estos proyectos es European Hydrogen Backbone, que pertenece a 31 operadores de la red gasística en Europa (entre ellos el distribuidor español Enagas).

El transporte de hidrógeno por tubería normalmente es competitivo para distancias hasta 5.000 km, a partir de lo cual es más rentable transportarlo unido a otros compuestos químicos (conocidos como portadores orgánicos líquidos) o licuado por barco. Por vía marítima, la baja temperatura a la que tiene que mantenerse el hidrógeno para trasladarse licuado (-253 °C) hace esta tarea "complicada y difícil", continúa la AIE.

Utilizar el hidrógeno de forma eficiente: cerca de los puntos de consumoDebido a estos obstáculos relacionados con el transporte, teniendo en cuenta que sobre la demanda de hidrógeno aún hay mucha incertidumbre y cuáles son los planes de la Unión Europea para este gas, expertos y organizaciones de análisis de políticas públicas ven más viable el utilizar el hidrógeno de forma eficiente, para una serie de usos prioritarios y evitando desarrollar un sistema de transporte muy extendido.

Organizaciones como la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) consideran “imprudente tanto económica como climáticamente promover infraestructura gasística “lista para hidrógeno””. En su lugar proponen crear una red de hidrógeno con una estructura más “centralizada”, organizada en torno a “valles de hidrógeno” donde la producción esté conectada a núcleos de generación de energía renovable.

“Lo que tenemos que hacer es evaluar la demanda actual de hidrógeno y a partir de ahí crear la demanda actual futura”, opina Ismael Morales. En este sentido y en consonancia con lo que ya se ha propuesto en la ruta europea del hidrógeno, por ejemplo, se trata de crear valles de hidrógeno, donde los electrolizadores estén cerca de los lugares de consumo para minimizar costes. Al final estos valles serían como “polígonos industriales” para el hidrógeno, dice Morales.

Un punto de vista similar al del think tank alemán Agora, desde donde inciden en que para reducir el riesgo en la inversión en infraestructura de hidrógeno verde, puede lograrse fijando la inversión en aquellos usos donde la demanda está garantizada y planificando adecuadamente las necesidades energéticas, según un informe publicado en 2021.

En la imagen de portada, la foto central es de Patrick Louisy (tomada en l'Aquarium de Banyuls, en Francia) y las fotos a izquierda y derecha son de Freepik.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Ismael Morales, experto en política energética y comunicación del sector energético.

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