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'Fracking': qué es, qué riesgos tiene y cuál es su situación en España

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Claves
  • Consiste en romper rocas del subsuelo para extraer gas o petróleo poco accesibles
  • Puede afectar de varias formas en el medioambiente y algunos impactos son más probables que otros
  • Está prohibido en España desde que entró en vigor la ley de cambio climático en 2021
  • Aún es incierto cuánto gas hay exactamente en España y si es rentable explotarlo
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Tras el ataque ruso a Ucrania, la Unión Europea, que importa de Rusia el 40% del gas que consume, se ha propuesto reducir su dependencia energética dejando de comprar combustibles fósiles a Rusia “mucho antes de 2030”. En este contexto se ha reabierto el debate sobre la fracturación hidráulica o fracking, una técnica para extraer petróleo y gas de yacimientos poco accesibles que provoca impactos ambientales y que está prohibida en varios países europeos, como Francia o Bulgaria.

En el caso de España, la mayoría de las reservas estimadas de gas requieren utilizar la fracturación hidráulica para ser explotadas, pero esta técnica tampoco está permitida en ningún punto del territorio español desde 2021 con la aprobación de la ley de cambio climático. De hecho, la ley prohibió todas las nuevas explotaciones de hidrocarburos mediante fracking o cualquier otra técnica. Te explicamos en qué consiste la fracturación hidráulica, sus riesgos y su situación en nuestro país.

Una técnica para extraer gas o petróleo poco accesibles

La fracturación hidráulica, conocida como fracking, es la “inyección de agua, arena y/o productos químicos en un pozo para romper el lecho rocoso subterráneo y liberar reservas de petróleo o gas”, explica el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). Es decir, se crean nuevas fracturas en la roca o se aumenta el tamaño y las conexiones de las que ya existen para que el petróleo o el gas fluyan hacia el pozo.

Esta técnica se utiliza para extraer estos recursos de yacimientos poco accesibles. El gas o petróleo obtenidos de esta manera se conocen como “no convencionales”, pero son “idénticos” a los convencionales: la única diferencia es el lugar donde se encuentran y la facilidad con la que fluyen hacia la superficie, según explica el Club Español de la Energía. El fracking ha proliferado especialmente en EEUU, disparando su producción de petróleo desde 2008.

Shale gastight gas y coal bed methane son tres tipos de gas no convencional que se pueden obtener mediante fracking. Fuente: Agencia Nacional de Hidrocarburos del Gobierno de Colombia.

Los impactos y riesgos del 'fracking' para el medioambiente

Los proyectos que extraen gas o petróleo mediante fracking provocan varios impactos ambientales y otros riesgos asociados. El instituto geológico estadounidense USGS asegura que muchos de ellos “pueden evitarse o mitigarse con las prácticas adecuadas”. Por su parte, el ambientólogo y divulgador miembro de Bendita Energía Diego Ferraz indica a Maldita.es que hay algunos impactos más probables que otros y que “siempre puede haber errores”.

En primer lugar, al instalar una explotación de fracking puede haber un impacto paisajístico en el caso de que sea necesario deforestar la zona para poder instalarla, explica Ferraz. Por otro lado, la mezcla líquida que se inyecta en la roca implica consumir grandes cantidades de agua y “no hay que olvidarse que lo que se obtiene con el fracking es metano, que no deja de ser un combustible fósil” que será quemado produciendo los gases de efecto invernadero causantes de la crisis climática, añade el ambientólogo.

Otra de las preocupaciones expresadas por grupos contrarios a esta técnica es la utilización de productos químicos. El fluido que se utiliza en la fracturación hidráulica es agua y una pequeña proporción de aditivos químicos “entre los que se encuentran ácidos para disolver minerales, productos para disminuir la fricción y desinfectantes para evitar el crecimiento de las bacterias”, indica Ferraz. En la organización Fracfocus, gestionada por organismos públicos de EEUU, se pueden consultar más detalles sobre la composición, aunque “la fórmula concreta varía según las diferentes empresas y yacimientos”, señala Ferraz a Maldita.es.

Además, la gestión del agua que vuelve del pozo puede acarrear varios problemas de contaminación acuática, explica el USGS. Estas aguas residuales suelen reutilizarse o almacenarse en el subsuelo. La infraestructura utilizada para almacenarla y transportarla puede fallar y provocar derrames y los pozos mal cementados o mal abandonados “podrían servir potencialmente como conductos para que los fluidos del subsuelo profundo se trasladen a sistemas de agua dulce más superficiales”, advierte el instituto de EEUU. 

En 2011, el Parlamento Europeo publicó un informe de síntesis recogiendo distintos estudios de EEUU y destacando que se había constatado la contaminación de las aguas subterráneas con metano en varias ocasiones. Ferraz explica que este gas “por sí solo no es tóxico y, a priori, no causa problemas de salud en el agua potable, pero en concentraciones elevadas puede causar un peligro de explosión” al ser un gas combustible. 

Por su parte, un informe de 2015 de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA) que recogía la revisión de varios estudios científicos, concluyó que se encontraron impactos sobre el agua potable cercana en una pequeña parte de los pozos analizados, pero que no encontraron evidencias de que estos impactos fueran “sistemáticos” en EEUU. No obstante, también indicaron que no tenían datos suficientes sobre la calidad del agua antes y después de instalarse los pozos [pág. ES-6].

Por otro lado, inyectar el agua en pozos profundos de eliminación “puede producir terremotos”, indica el USGS en un informe de 2014, aunque suelen ser de escala menor, como resume el informe de la Comisión Europea [pág. 32]. No obstante, la posibilidad de que se desencadenaran terremotos de mayor escala llevó a paralizar proyectos de fracking en algunos países como Reino Unido.

En España no llegó a instalarse ningún proyecto de 'fracking' y en 2021 se prohibió expresamente

En los años 2013 y 2014, varias empresas se interesaron en explotar las reservas españolas de hidrocarburos, incluyendo el gas y la posibilidad de emplear la fractura hidráulica. Por ejemplo, en 2015, la canadiense BNK estudió la posibilidad de instalar 12 pozos de fracking para extraer gas en la provincia de Burgos, encontrando rechazo social, pero en 2016 renunció a la idea alegando “incertidumbre” normativa y “motivos técnicos”. El interés decayó y en 2019 la mayoría de las solicitudes para explorar hidrocarburos en España se habían extinguido formalmente, según contó El País.

En mayo de 2021, la ley de cambio climático prohibió otorgar nuevas autorizaciones para la exploración, explotación o investigación de hidrocarburos en todo el territorio nacional, incluidos “el mar territorial, la zona económica exclusiva y la plataforma continental”. Además, prohibió expresamente otorgar nuevas autorizaciones a proyectos que incluyeran la “utilización de la fracturación hidráulica de alto volumen” para obtener hidrocarburos.

“La ley no impide realizar modelos predictivos ni sondeos para conocer el volumen real, sino que hace hincapié en negar la aprobación de estos proyectos durante el proceso de tramitación”, explica Ismael Morales, miembro de la Fundación Renovables y de Bendita Energía. La norma también ordenó que todos los proyectos de explotación de hidrocarburos (convencionales o no) con licencia próxima a finalizar estudiaran su reconversión hacia las energías renovables o la geotermia.

El potencial de las reservas de gas españolas: son estimaciones muy dispares y no tienen en cuenta el coste de explotarlas

Sobre la posibilidad de que en España existan reservas de gas sin explotar, como han publicado algunos medios de comunicación, lo cierto es que se realizan pocos sondeos y la mayoría de las prospecciones son de la década de los 80, según destacó el Club Español de la Energía en un informe de 2016 [pág. 133]. No obstante, en la época en que la explotación de hidrocarburos nacionales suscitó mayor interés, se elaboraron varios informes.

Uno de los primeros fue presentado en marzo de 2013 por Gessal, una consultora especializada en estudios geológicos e ingeniería de perforación que había realizado las estimaciones para la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración y Producción de Hidrocarburos (ACIEP). Su estudio estimaba un escenario intermedio de algo más de dos billones de metros cúbicos (2.025 bcm) de gases no convencionales terrestres con explotación técnicamente viable en España frente a 410 bcm convencionales [pág. 136]. Este estudio no es público. En Maldita.es hemos solicitado una copia a Gessal sin respuesta, así que exponemos sus conclusiones según la reproducción que el informe del Club de la Energía hace de su contenido.

En mayo de 2013, la Agencia de Información Energética estadounidense (EIA) actualizó sus estimaciones de gas no convencional fuera de EEUU incluyendo una aproximación a los recursos españoles con datos del Advanced Resources International (ARI). Analizando sólo la cuenca vasco-cantábrica, estimó 226 bcm de gas no convencional técnicamente recuperable. El estudio de Gessal asignaba a esta misma cuenca unos 1.086 bcm [pág. 137].

En ambos casos se trata de recursos técnicamente recuperables, es decir, explotables con la tecnología actual sin tener en cuenta el coste de la producción o el precio del gas en el mercado. No son las reservas probadas, con extracción técnica y económicamente viable. ACIEP encargó a la consultora Deloitte calcular el impacto que la extracción de las reservas aproximadas por Gessal podía tener en la economía española: de explotarse, el gas no convencional español podría cubrir la demanda nacional de gas durante unos 70 años a los niveles de consumo de 2014, según la consultora.

No obstante, advirtió que “en el caso de que los futuros trabajos de exploración permitieran probar estas reservas y su viabilidad técnica, otros aspectos como el coste de extracción de los distintos yacimientos y la evolución de las condiciones del mercado podrían condicionar la viabilidad comercial de estos recursos”. Es decir, que su estimación no tiene en cuenta el coste que llevaría explotarla.

Por su parte, el Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas presentó un informe al Ministerio de Medio Ambiente en 2013 donde extrapolaba a España los recursos de shale gas (un tipo de gas no convencional) existentes en EEUU, con un resultado de 1.339 bcm, según el documento facilitado por el Consejo a Maldita.es. Para ese mismo tipo de gas, el estudio de Gessal, que había analizado más terreno, asignaba 1.977 bcm en su escenario central [pág. 137].

Por tanto, aún es incierto cuántas reservas de gas no convencional hay exactamente en España y si sería viable explotarlas económicamente.

Esta información es una colaboración mensual entre Bendita Energía y Maldito Clima.


Primera fecha de publicación de este artículo: 20/04/2022

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