En Maldita.es ya hemos hablado de la contaminación atmosférica, acústica o del agua. Otro tipo de polución es la lumínica, producida por las emisiones de luz de fuentes artificiales que, además de perjudicar a los astrónomos profesionales y aficionados al reducir la visibilidad de las estrellas y otros objetos celestes, puede influir negativamente en la calidad de vida de algunas personas y animales.
Más del 80% de la población mundial vive bajo cielos con contaminación lumínica
En 1879, el científico e inventor Thomas Alva Edison presentó en su laboratorio de Menlo Park, en Nueva Jersey (Estados Unidos), la primera bombilla incandescente capaz de radiar durante 48 horas seguidas. Ese hito dio el pistoletazo de salida a una nueva era de la iluminación eléctrica. Desde entonces, múltiples aparatos dan luz a todo tipo de avenidas, plazas, parques, carreteras o vallas publicitarias.
Pese a los enormes beneficios de la luz artificial exterior, en ocasiones puede volverse “ineficiente, molesta e innecesaria”, según un artículo publicado en la revista científica Environmental Health Perspectives. A la alteración de los niveles de iluminación natural nocturna provocada por fuentes de luz antropogénicas se le conoce como contaminación lumínica.
Este tipo de polución es más extensa en países como Singapur, Italia y Corea del Sur, mientras que Australia conserva el cielo más oscuro. Así lo indica un atlas global publicado en la revista Science Advances, que concluye que “más del 80% del mundo y más del 99% de la población de Estados Unidos y Europa viven bajo cielos con contaminación lumínica”.
Cómo afecta la contaminación lumínica a la salud de las personas
La oscuridad es necesaria para llevar una vida saludable. Así lo indica el portal especializado en salud WebMD, que recuerda que antes de la invención de la luz artificial, los humanos estaban acostumbrados a varias horas naturales de luz diurna y otras de oscuridad.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH por sus siglas en inglés) de Estados Unidos indican que tanto la luz como la oscuridad juegan un papel importante en los ritmos circadianos, es decir, en los cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas. “Un ejemplo de ritmo circadiano relacionado con la luz es dormir en la noche y permanecer despierto en el día”, señala el organismo.
Varias investigaciones indican que la luz nocturna altera los ritmos circadianos en humanos. Las interrupciones de estos procesos naturales pueden desencadenar en algunos trastornos del sueño.
¿Cuándo la luz molesta puede convertirse en un riesgo para la salud? Richard Stevens, profesor en el departamento de salud de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos), explica en el artículo publicado en Environmental Health Perspectives que, para que se produzcan efectos biológicos, los fotones de luz deben llegar a la retina.
En un entorno donde hay mucha luz artificial por la noche, como Manhattan o Las Vegas, “hay muchas más oportunidades de exposición de la retina a fotones que podrían alterar el ritmo circadiano”.
Stevens considera que no sólo los noctámbulos obtienen esos fotones. “Casi todos nos despertamos durante la noche por períodos de tiempo y, a menos que tengamos persianas oscuras, entra algo de luz eléctrica en nuestras ventanas. No está claro cuánto es demasiado, esa es una parte importante de la investigación ahora”, señala.
En los últimos años también se ha debatido si existe una relación entre la contaminación lumínica y el cáncer. De momento, faltan evidencias científicas al respecto, tal y como os hemos explicado desde Maldita.es. Se trata de un tema complejo y en humanos sólo disponemos de estudios epidemiológicos que pueden indicar asociación, pero no causalidad.
Ariadna García, investigadora postdoctoral en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y autora de una investigación al respecto, indicaba que la evidencia científica disponible todavía no es concluyente y, por lo tanto, “habrá que seguir investigando y abordar con precaución".
La contaminación lumínica impide observar las estrellas a gran parte de la humanidad
Más allá de los efectos en la salud de los humanos, la contaminación lumínica en los centros urbanos crea un brillo en el cielo que puede ocultar las estrellas, según indica el portal Science On a Sphere, desarrollado por investigadores de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos.
Chris Elvidge, científico de los Centros Nacionales de Información Ambiental de la NOAA subraya que “hay generaciones enteras de personas en Estados Unidos que nunca han visto la Vía Láctea”. “Es una gran parte de nuestra conexión con el cosmos y se ha perdido”, señala.
De hecho, un artículo publicado en Science Advances indica que esta galaxia “está oculta para más de un tercio de la humanidad, incluido el 60% de los europeos y casi el 80% de los norteamericanos”.
De los árboles a las aves: cuál es el impacto ambiental de la contaminación lumínica
La contaminación lumínica afecta tanto a la flora como a la fauna. Por ejemplo, la exposición prolongada a la luz artificial evita que muchos árboles se ajusten a las variaciones estacionales, según el artículo publicado en Environmental Health Perspectives. Esto, a su vez, puede tener implicaciones para la vida silvestre que depende de los árboles en su hábitat natural.
Además, este tipo de polución puede alterar los comportamientos, las áreas de alimentación y los ciclos de reproducción de múltiples animales, como las ranas o los murciélagos.
Otro ejemplo son aquellas especies de tortugas marinas que ponen sus huevos en playas. Durante décadas, las hembras regresan al lugar donde nacieron para anidar, según indica el artículo. “Si estas playas están bien iluminadas por la noche, es posible que no aniden en ellas; además de que pueden desorientarse por las luces y deambular por las carreteras cercanas, donde corren el riesgo de ser atropelladas por vehículos”, afirma su autor.
A ello se suma que las crías “suelen navegar hacia el mar alejándose de la silueta oscura y elevada del horizonte terrestre”. Pero, cuando hay luces artificiales brillantes en la playa, las tortugas recién nacidas “se desorientan y navegan hacia la fuente de luz artificial, sin encontrar nunca el mar”.
Jean Higgins, especialista ambiental de la Comisión de Conservación de Vida Silvestre y Pesca de Florida, sostiene que la desorientación también puede contribuir a la deshidratación y el agotamiento en las crías. "Es difícil saber si las que llegan al agua son más susceptibles a la depredación", añade.
La contaminación lumínica también puede alterar el comportamiento de las aves, por ejemplo, durante sus migraciones. Michael Mesure, director ejecutivo del Programa de Concienciación sobre la Luz Fatal (FLAP), señala en el artículo que la iluminación también las atrae y las desorienta. Cada año, unas 10.000 aves migratorias resultan heridas o mueren al chocar contra rascacielos y edificios de gran altura solo en la ciudad de Nueva York, según la publicación.
Este tipo de contaminación, al final, puede hacer que las aves comiencen a anidar hasta un mes antes de lo normal en lugares abiertos como pastizales y humedales, y 18 días antes en ambientes boscosos. Así lo indica una investigación publicada en Nature cuyos hallazgos recoge la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) de Estados Unidos. “La consecuencia podría ser un desajuste en el tiempo: los pollitos hambrientos pueden salir del cascarón antes de que su comida esté disponible”, señala el organismo.
“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.
Primera fecha de publicación de este artículo: 24/05/2022