Tras el apagón ocurrido el lunes 28 de abril, puede que te hayas preguntado qué hacer con los alimentos y productos que tuvieses en la nevera y el congelador. ¿Qué pasa con la cadena de frío? ¿Ha sido suficientemente prolongada como para tener que deshacerte de estos productos?
Por lo general, y como recuerda Miguel Ángel Lurueña (@gominolasdepetroleo), tecnólogo de los alimentos, en su cuenta de Instagram, los alimentos guardados en el frigorífico suelen aguantar sin problema entre cuatro y seis horas. En el caso de los productos almacenados en el congelador, entre 24 y 48 horas. “En los lugares donde el suministro ha regresado en ese tiempo, no debería haber problema (siempre que no hayamos estado continuamente abriendo la puerta del frigo o del congelador, claro)”, aclara Lurueña, que también propone comprobar si la nevera ha permanecido a 4°C o menos (temperatura que se considera recomendable).
“Si el periodo sin suministro se prolonga más, hay que tener en cuenta algunos detalles, como la cantidad de comida que tengamos dentro (cuanta más comida, mejor se mantiene el frío), el número de veces que abramos la puerta, la temperatura exterior, las características del frigo (hermeticidad, aislamiento, etc.)”, subraya.
El tipo de alimento es fundamental
No todos los alimentos suponen el mismo riesgo alimentario en caso de ruptura de la cadena de frío: mientras que unos se consideran “muy vulnerables”, otros “aguantan” relativamente bien.
Entre los vulnerables, los que conviene desechar transcurridas esas cuatro o seis horas de nevera apagada, y como recuerda Lurueña, se encuentran la carne y el pescado crudo, las preparaciones con huevo o los huevos sin cáscara (por ejemplo, si cascamos un huevo para hacer mayonesa y guardamos la clara en la nevera), los alimentos listos para consumir que no se calientan antes de comer (salsas como guacamole, humus, fiambres, loncheados, ensaladas de bolsa, brotes…), sobras (guisos, pasta, arroz...), vegetales cortados (frutas, verduras u hortalizas), zumos o cartones de leche abiertos, cremas (salsa bechamel, crema pastelera, nata...), queso fresco, bebidas que necesitan frío (gazpacho, zumos frescos…).
“Esto [la recomendación de desecharlos] se aplica también a cualquier alimento sobre el que tengamos dudas. Y, por supuesto, a todos los que muestren cualquier alteración”, añade Beatriz Robles (@beatrizcalidad), tecnóloga de los alimentos y dietista-nutricionista.
“Otros alimentos aguantan bastante bien y en principio no deberían suponer un problema”, añade el experto. Entre ellos, los productos muy ácidos, como los encurtidos; muy salados, como el bacalao; o muy azucarados, como la mermelada. También los que tienen baja actividad de agua, como queso curado o los embutidos no loncheados. Lo mismo ocurre con vegetales enteros (frutas, verduras, hortalizas) o huevos enteros. Sobre estos últimos “es importante evitar los cambios bruscos de temperatura para evitar la condensación de agua sobre la cáscara”, ya que esta es porosa y podría permitir la filtración de gérmenes a su interior.
En caso de productos almacenados en el congelador, en palabras de la farmacéutica Marián García (@boticariagarcia), “hay más suerte”: “Si no se han abierto, los alimentos congelados pueden estar en buenas condiciones durante 48 horas si el congelador está hasta los topes y 24 horas si está medio lleno”.