Aunque no existe una definición oficial, por producto “de temporada” se entiende aquel que se cultiva al aire libre siguiendo sus ciclos naturales, correspondientes a un clima de una región determinada.
Es un concepto también ligado a la proximidad y que busca un menor impacto en el medioambiente, uno de los objetivos de la PAC. Algunos de los expertos consultados por Maldita.es opinan que los cultivos de invernadero también podrían considerarse de temporada, algo sobre lo que, a día de hoy, no existe consenso y, de hecho, genera debate.
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No hay una definición oficial de producto de temporada, pero tradicionalmente hace referencia a los que se cultivan al aire libre en un clima determinado
Actualmente no existe una definición oficial de qué es o no es un producto de temporada. Incluso el Consejo Europeo de Información Alimentaria (EUFIC, por sus siglas en inglés), subraya en su página web que se trata de un concepto que no está bien definido y que cambia en función del contexto.
Según expertos en alimentación, producción vegetal y horticultura consultados por Maldita.es, este concepto hace referencia a frutas y hortalizas cultivadas al aire libre que han seguido sus ciclos naturales correspondientes al clima de una región determinada. Por ejemplo, la temporada del melocotón o la nectarina en España es el verano (entre mayo y septiembre), momento en el que se cosechan, tras haber madurado desde la floración del árbol en primavera.
La catedrática en Producción Vegetal de la Universidad de Almería, María Teresa Lao, añade, además, que hablar de productos de temporada denota una “connotación tradicional”, ya que hace referencia directa al momento del año en el que se suele producir y consumir un producto concreto.
El consumo de temporada se suele asociar al de proximidad y a una reducción del impacto ambiental
Probablemente hayas oído el concepto “producto de temporada” en el mismo contexto que este otro: producto de proximidad. Esto tiene sentido: cuando hablamos de alimentos de temporada nos referimos al producto cultivado en el momento idóneo en una región y cuando hablamos de alimentos de proximidad, al que se produce cerca del lugar donde se consume. El objetivo de ambos es reducir el impacto medioambiental de los cultivos, además de apoyar la economía local y las producciones sostenibles.
Para medir el impacto medioambiental de un producto normalmente se tiene en cuenta su huella de carbono a través de los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), pero también pueden utilizarse indicadores como la huella hídrica o la contaminación por fertilizantes. Según EUFIC, en este cálculo hay que tener en cuenta la cadena de suministro al completo: desde el cultivo y la cosecha hasta el almacenamiento, transporte y el propio consumo.
Entonces, ¿se puede considerar "de temporada" un producto que se ha producido en otro hemisferio pero que se consume en España? Es decir, ¿se podría considerar “de temporada” un producto que no es “de proximidad”? En este sentido y a falta de respuesta oficial, EUFIC distingue entre estacionalidad global (la cosecha “de temporada” en un lugar concreto que se importa a otro diferente) y la estacionalidad local (cosechado y consumido en la misma zona en su ciclo natural de crecimiento).
A pesar de que la estacionalidad global ha ayudado a expandir los mercados mundiales de alimentos y a proporcionar un suministro más variado y constante durante todo el año, añaden, de manera general, los cultivos de temporada consumidos en el mismo país tienen una huella de carbono más baja.
El debate sobre si el producto de invernadero puede considerarse de temporada
Volviendo a nuestro ejemplo, ¿es el tomate una fruta de verano o ‘su temporada’ se prolonga durante todo el año? Según uno de estos calendarios, esta vez publicado en 2017 por el Ministerio de Agricultura, en España cualquier momento es bueno para consumir tomates dado que su nivel de comercialización siempre es el máximo.
Esto plantea un debate: si los cultivos de invernadero pueden considerarse o no productos de temporada, al no ceñirse a la definición oficiosa (cultivos al aire libre). Aunque desvirtúa el concepto tradicional, algunos expertos consultados por Maldita.es opinan que sí (al tratarse de productos locales que se cosechan en momentos puntuales, como la fresa de Huelva, que es de invernadero y se cosecha entre enero y junio).
Daniel Palmero, director del Laboratorio de Protección Vegetal de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), es de los que opina que también puede considerarse de temporada un producto de invernadero: “Por ejemplo, en Villa del Prado (Madrid), el pepino en agosto es un producto de temporada y la acelga también cultivada en esos mismos invernaderos sería un producto de temporada en noviembre”.
Otros, en cambio, creen que el concepto de temporada debe ser exclusivo para los cultivos al aire libre, porque se refiere a productos que se adaptan a las condiciones del exterior y que se desarrolla ahí en condiciones óptimas.
María Teresa Lao opina que, en principio, lo cultivado en invernadero no es de temporada, ya que “en condiciones naturales no podemos obtener producciones comerciales” fuera de fecha. Añade que, por otra parte, “los invernaderos del sur de España, Italia y Grecia son captadores solares y no suponen un coste energético para el mantenimiento del microclima, ya que la energía utilizada es la del sol”. También dice que “otro caso muy distinto es la producción centroeuropea de productos hortícolas, con una infraestructuras muy importantes y con un consumo energético muy alto”.
La valoración de Rubén Moratiel, del departamento de Producción Agraria de la UPM, es similar, ya que entiende el cultivo de temporada como el que se desarrolla “en condiciones óptimas en el exterior” y se puede producir “en calidad y cantidad”, mientras que en invernadero se cambian las condiciones óptimas para dar el cultivo en una época determinada. Moratiel lo relaciona con la sostenibilidad y cree que “cuanto menos modifique el ambiente y la planta se desarrolle mejor, podríamos considerar que sea un producto de temporada”.
Las temporadas al aire libre varían en función de las condiciones atmosféricas: pueden depender de la altura, de si están protegidos, de la región concreta, de la variedad…
Las temporadas no son únicas ni permanentes y dependen de las características climatológicas de la región y de las prácticas llevadas a cabo.
Daniel Palmero explica que hay cultivos que se van sembrando paulatinamente en altura para buscar temperaturas más altas en verano y vuelven a bajar a la costa cuando se acerca el invierno, como en el caso de la lechuga.
También depende de las costumbres del lugar. Santiago García, profesor de Genética Molecular de Plantas en la Universidad Miguel Hernández, cuenta, volviendo a nuestro ejemplo, que aunque el ciclo más común del tomate en exterior es el de primavera-verano, hay quienes también lo cultivan en otoño (como sucede en Orihuela, Alicante). Añade que un invernadero de malla mosquitera permite adelantar o atrasar el ciclo, al proteger del frío. Según García, las temporadas de cultivo tienen más sentido en las zonas templadas, donde hay mayor variación de temperaturas, que en las zonas ecuatoriales, donde se diluyen.
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En Maldita.es también os contamos que es complicado estudiar si el consumo de vegetales de temporada es mejor para la salud que el de los que no lo son. Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista, explicaba que los productos se pueden cosechar cuando han alcanzado la madurez fisiológica (desarrollo agrícola completado) y están cerca de su madurez comercial (punto óptimo de consumo). La experta indicaba que cuanto menos tiempo pase entre la recolección y el consumo, mejor conservados están. Todos los alimentos pierden parte de sus nutrientes desde la recolección y la pérdida se acentúa con el tiempo.