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El jamón puede llevar aditivos, lo que no quiere decir que su consumo no sea seguro

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  • Es cierto que los jamones, así como muchos productos alimenticios, pueden contener aditivos, pero estos no suponen un riesgo para la salud en la cantidad en la que se utilizan

  • Su uso en la industria alimentaria está evaluado, regulado y controlado

  • Estos componentes sirven para mantener las características del producto, así como para mantener o mejorar su inocuidad y su frescura

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Literatura científica
Fuentes oficiales (comunicados, bases de datos, BOE)

No es la primera vez que nos preguntáis por vídeos que denuncian ingredientes, en teoría, dañinos en diferentes productos alimenticios. De hecho, en Maldita.es hemos contextualizado y explicado algunos de ellos, como aquel que señalaba y advertía sobre el aditivo E900, un antiespumante, como componente en el aceite refinado de girasol de Hacendado (Mercadona). Todos ellos tienen algo en común: la cuenta de TikTok de la que proceden, bajo el nombre de usuario @comidabasura. Ahora, nos habéis preguntado por uno que afirma que el jamón lleva diferentes aditivos químicos. “No sé qué necesidad hay de echarle todas estas movidas”, añade sobre las imágenes una voz en off.

Es cierto que los aditivos alimentarios forman parte tanto de jamones como de muchos otros productos disponibles en nuestro supermercado: son necesarios para que estos mantengan sus características organolépticas (sabor, olor, textura…) y su seguridad, en la cantidad en la que se utilizan, ha sido evaluada por el Comité Científico de la Alimentación Humana (CCAH) o por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).

En este caso, además de otro ingrediente, el azúcar, se señala al nitrato potásico (E-252) y al nitrito sódico (E-250), conservantes empleados para prevenir bacterias y microbios de uso común en la conservación y curación de carnes y embutidos salados; al ascorbato sódico (E-301), un antioxidante también empleado habitualmente en productos cárnicos para evitar la formación de nitrosaminas (compuestos químicos resultado del procesamiento de algunos alimentos que, en ocasiones, pueden ser genotóxicos o cancerígenos) y al corrector de acidez E-331iii, un saborizante.

Aunque hay evidencias de efectos adversos relacionados con grandes cantidades de E-252 y E-250, para estar presentes en cualquier producto alimenticio deben respetar las cantidades pautadas por la Unión Europea, que los evalúa y autoriza. Para ello, “deben haber demostrado que son seguros en las cantidades utilizadas, que son necesarios en los alimentos en los que se autorizan y que no llevan a engaño al consumidor”, como recuerda la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). En definitiva, los aditivos alimentarios no son perjudiciales para la salud en las cantidades autorizadas.

Ahora bien, ‘seguro’ no quiere decir ‘saludable’. No todos los productos de los que forman parte los aditivos son interesantes para nuestra salud (como ocurre en el caso de las carnes procesadas de las que habla el vídeo por el que nos habéis preguntado).

Con respecto a la presencia de azúcar en este tipo de productos, esta no se utiliza como saborizante, para endulzar, sino por sus características tecnológicas, que permiten, junto al resto de sales nitrificantes, conservar más fácilmente el producto. También ayudan a conseguir el tono rojizo característico de los productos curados.

Este artículo forma parte del 27º consultorio de Maldita Alimentación.

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