Dentro de lo saludable que sabemos que es el consumo de frutas, hay una, por excelencia, sobre la que se han propuesto determinados ‘peros’: el plátano. Que si engorda, porque tiene más calorías que el resto de frutas (negativo); que si aporta más azúcar y por eso no debe formar parte de la alimentación de personas diabéticas (no hay evidencias)... Y, como guinda, que estriñe, una creencia muy habitual entre la población general.
De hecho, existen investigaciones que concluyen que el plátano es el segundo alimento que más personas creen que estriñe, después del chocolate, como rescata Julio Basulto, dietista-nutricionista, en su blog. Sin embargo, como añade, los investigadores incluyeron la siguiente consideración en su estudio: “No hay datos experimentales que sugieran un efecto de los plátanos en la función colónica”.
¿Qué quiere decir esto? Que la creencia de que el plátano estriñe no es ciencia, sino más bien leyenda urbana. De hecho, existen estudios en animales que señalan que ciertas sustancias del plátano son útiles, por ejemplo, para aliviar el estreñimiento en ratones.
Como concluye el experto, además de no existir literatura científica que sugiera que la fruta fresca estriña, “lo lógico es pensar que un alimento rico en agua y fibra dietética no solo no va a producir estreñimiento, sino que más bien va a contribuir al buen funcionamiento del tránsito intestinal”.
“¿Y por qué entonces se recomienda el plátano en casos de diarrea?”, podrías preguntarte ahora. Tal recomendación no quiere decir que esta fruta vaya a remediar ese síntoma. Lo cierto es que es útil en situaciones similares porque es fácil de comer, puede reponer los electrolitos que se pierden con la diarrea (como el potasio) y, especialmente la variedad de plátanos verdes, contienen almidón resistente, que puede ayudar con los problemas estomacales.
“Los plátanos verdes contienen almidón resistente, un tipo de carbohidrato que ‘resiste’ la digestión en el intestino delgado. Se absorbe lentamente y no provoca aumentos bruscos de azúcar en sangre”, señala la Escuela de Salud Pública de Harvard T. H. Chan. Este tipo de almidón actúa como alimento de los microbios beneficiosos en el tracto digestivo. El resultado de su crecimiento son ácidos grasos de cadena corta, “que pueden desempeñar un papel en la prevención de enfermedades crónicas, incluidos los trastornos digestivos”.
Este artículo es un despiece de nuestro 23º consultorio de Maldita Alimentación.