Si, durante un agradable paseo por las calles de Sevilla, te has planteado lo bien que te vendrían unas cuantas naranjas de los árboles que adornan la ciudad (hablamos de más de 47.700 naranjos) para hacer mermelada, para el carro: su exposición constante a la contaminación no las hace adecuadas para el consumo, aunque las proceses tanto como para preparar este aderezo de tostadas y postres.
La naranja amarga sí suele utilizarse para producir mermelada (pero no la que procede de árboles urbanos)
Como en muchas otras frutas, no solo existe una variedad de naranjas. Entre las diferentes clasificaciones a las que puede someterse este fruto, la más habitual es distinguir entre naranjas dulces y amargas.
“El naranjo dulce es la especie más ampliamente distribuida y proporciona las mayores producciones de todas las especies cítricas comerciales”, señala el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Efectivamente, la naranja dulce es la más conocida y utilizada para consumo doméstico en España, entendiendo consumo doméstico ese postre, esa materia prima para el zumito mañanero o ese ingrediente, normalmente en gajos, para otras recetas. ¿Por qué? Porque, algunas más, algunas menos, tienen un sabor dulce y agradable.
Esto no ocurre con las naranjas amargas, como las que frecuentan las copas de los naranjos de Sevilla y Murcia, entre otras ciudades: al gusto, notarás que no son precisamente ‘amables’. De ahí que su uso cambie y suelan formar parte, por ejemplo, de mermeladas y zumos industriales.
Pero, en la caso de las que proceden de los árboles de ciudad, su exposición directa a la contaminación sigue siendo el motivo por el que la recomendación sobre su consumo sea clara: mejor ahorrárnoslo, aunque las procesemos lo suficiente como para conseguir mermelada.
Uso de los frutos de árboles urbanos
Un fruto lo suficientemente maduro que caiga al suelo puede suponer, no solo que el pavimento urbano se ensucie o que se estropee la rama de la que procede, también un obstáculo para los peatones. De ahí que se recolecten y se les busque un uso alternativo.
Por ejemplo y en el caso de Sevilla, la última campaña de recolección se llevó a cabo de diciembre de 2022 a finales de febrero de 2023. Como explica el ayuntamiento de la provincia andaluza, “una vez recogidas las naranjas de los árboles, estas pueden tener diferentes destinos que permiten su reutilización”. Entre ellos, vertederos autorizados y de gestión controlada para la fabricación de compost y cosméticos o explotaciones ganaderas para la alimentación de ganado caprino.