Couscous y tajín en Marruecos, pad thai y arroz frito picante en el sudeste asiático, cordero especiado en Turquía… Sea como sea, has vuelto a tu rutina y tu estómago te da de todo (especialmente la lata) menos las gracias. ¿Sabías que existe la diarrea del viajero y que es un diagnóstico que podría darte tu médico en estas ocasiones?
La diarrea del viajero se trata de un trastorno del tracto digestivo que suele ocasionar, como su propio nombre indica, diarrea y cólicos o dolores abdominales. La causa de esta condición es el haber comido o bebido alimentos o agua contaminados con determinadas bacterias, protozoos o virus; normalmente al visitar un lugar donde el clima o los estándares de sanidad son diferentes a los que estamos acostumbrados, como señala la Clínica Mayo.
A nivel mundial, las causas más comunes de este trastornos son dos poblaciones de las bacterias Escherichia coli y Campylobacter, aunque hay variaciones importantes según el área geográfica visitada. Según un artículo de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), algunas de las variables y factores de riesgo de los que dependerá este trastorno son el tipo de viaje, la duración de la estancia y la edad del viajero.
En la mayoría de casos, según la Clínica Mayo, aunque desagradable, la diarrea del viajero no es grave. Eso sí, hasta “la mitad de los viajeros experimentan una cierta limitación de las actividades durante su viaje, mientras que hasta el 10% presentan diarrea persistente u otras complicaciones”, añade la SEIMC.
Según la red de centros de atención al viajero a nivel mundial, donde se registran de forma sistemática datos de morbilidad de los viajeros atendidos, se estima que un tercio de las consultas ‘posviaje’ en sus clínicas están relacionadas con este tipo de diarrea.
¿Tengo o no tengo diarrea del viajero?: estos son los síntomas
Una de las señales que pueden hacerte confirmar que tienes diarrea del viajero es la necesidad de ir al servicio tres o más veces al día con deposiciones de consistencia blanda-liquida. Otras son el dolor abdominal tipo cólico, el tenesmo (la sensación de necesitar ir al baño aunque los intestinos ya estén vacíos), las náuseas y los vómitos, la fiebre…
Aunque estos síntomas pueden comenzar de forma abrupta durante un viaje, también pueden hacerlo poco después del regreso. “La mayoría de las personas mejoran en el plazo de uno a dos días sin tratamiento y se recuperan por completo en una semana. Sin embargo, puedes tener varios episodios de diarrea del viajero durante un mismo viaje”, señala la Clínica Mayo.
Evitar (en la medida de lo posible) la diarrea del viajero
Seguro que, de planear un viaje ‘exótico’, te has topado con recomendaciones como evitar comer ensaladas, agua no embotellada, hielos, fruta no pelada, helados artesanales… Si lo piensas, es probable que todos ellos hayan estado en contacto con agua contaminada (o al elaborarlos o al lavarlos). Sin embargo, “el hecho de evitar dichos alimentos no siempre se relaciona con un descenso en la diarrea del viajero”, según afirma la SEIMC.
“En base a los conocimientos actuales, parece que el riesgo de adquirirla se correlacionaría más con las medidas higiénicas de los locales de restauración donde se ingieren los alimentos”, por ejemplo, que los trabajadores dispongan de lugares para lavarse las manos después de ir al baño, que se almacenen los alimentos en zonas cerradas en las que no puedan entrar moscas y que se haga a una temperatura adecuada.
Esto es más efectivo, según los expertos, que las medidas de evitación o restricción alimentarias que nosotros, como viajeros, podemos poner en práctica. Como señala la SEIMC, aunque hoy en día es necesario seguir aconsejando a los viajeros las precauciones habituales a la hora de seleccionar los alimentos ingeridos, “no podemos asegurar que estas medidas preventivas sean realmente eficaces”. “La regla general cuando viajas a otro país es la siguiente: hervirlo, cocinarlo, pelarlo u olvidarlo. Sin embargo, es posible enfermarse incluso si se siguen estas reglas”, añade la Clínica Mayo.
A pesar de que no acaba completamente con la probabilidad de desarrollar diarrea del viajero, otras de las recomendaciones para tratar de esquivarla son evitar la leche y los lácteos sin pasteurizar, incluidos los helados; evitar la carne, los pescados y los mariscos crudos o poco cocidos; mantenerse alejado de los alimentos húmedos a temperatura ambiente, como salsas y ofertas de bufé; y consumir frutas y vegetales que se puedan pelar.
Por otro lado, asegurarse de que los platos y los cubiertos estén limpios y secos antes de usarlos; lavarse las manos a menudo (o utilizar desinfectante) y siempre antes de comer; buscar alimentos que requieran una manipulación mínima durante su preparación y evitar que los niños se lleven objetos a la boca (incluyendo sus manos).
Probablemente, en este punto te plantees la pregunta del millón: ¿por qué los habitantes nativos de los países de alto riesgo no se ven afectados de la misma forma por este trastorno? Por lo general, según la Clínica Mayo, la respuesta reside en que estas personas se habitúan a la bacteria y desarrollan inmunidad contra esta.
Me han diagnosticado diarrea del viajero, ¿y ahora qué?
En general, la mejor forma de tratar la diarrea del viajero es beber muchos líquidos, utilizar medicamentos antidiarreicos y, en ocasiones, antibióticos (no en casos leves) o fármacos antiparasitarios, según el manual médico MSD.
“Estos medicamentos no se administran a niños menores de dos años de edad y su uso está limitado en niños de entre dos y 18 años. Los fármacos antidiarreicos tampoco se administran a las personas que han recibido recientemente tratamiento con antibióticos, presentan diarrea sanguinolenta, sangre en las heces en cantidades demasiado pequeñas para ser vistas o diarrea y fiebre”, señalan los expertos.
Además, es importante recordar que no se deben tomar antibióticos si la causa es vírica y que los fármacos antiparasitarios solo se utilizarán si se identifica un parásito en las heces.
En caso de que la diarrea persista durante más de dos días, exista deshidratación, se sienta un dolor intenso en la zona abdominal o rectal, haya sangre en las heces o estas sean negras o se tenga fiebre superior a los 39 °C, es recomendable acudir al médico.
