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Mentiras de cine: los mitos que nos creemos por culpa de las películas y por qué no son ciertos

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  • Hay algunas cosas que hemos visto tantas veces en la gran pantalla que hemos dado por hecho que son ciertas, cuando en realidad no tienen base científica, están exageradas o no son del todo correctas
  • Por ejemplo, ¿sabías que las pirañas no devorarían a una persona en segundos como se muestra en las películas? Son animales con apariencia feroz (por sus dientes afilados en forma de sierra), pero la mayoría de sus especies son herbívoras o carroñeras
  • Tampoco es posible dormir a una persona con cloroformo líquido y un pañuelo al instante (tarda unos 20 minutos en hacer efecto) ni hundirse en un río de lava (el cuerpo humano es menos denso que las rocas fundidas y flotaría, aunque no sobreviviría por las altas temperaturas)

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Dicen que solo debemos creernos la mitad de lo que vemos y, en el caso del cine, este refrán no va desencaminado. Hay una lista de recursos narrativos que se han empleado en tantas películas que hemos interiorizado que son verdad, cuando en realidad no tienen base científica, están exagerados o no son del todo ciertos. Por ejemplo, ¿sabías que no se puede dormir a una persona al instante utilizando cloroformo líquido y un pañuelo? o ¿que las pirañas no devorarían a un ser humano en segundos? Recopilamos siete mitos que nos creemos por culpa del cine y te contamos por qué no son ciertos para que los detectes la próxima vez que los veas en una película.

¡Cuidado! En este texto podría haber spoilers que te fastidien la trama de algunas series y películas que hemos utilizado de ejemplo para cada uno de los mitos.

Una persona no puede hundirse en un río de lava: el cuerpo humano es menos denso y las rocas fundidas son demasiado viscosas

No existe una muerte más “épica” (según el criterio de algunos guionistas) que morir engullido por un río de lava. Precisamente esto es lo que le pasó a uno de los personajes principales de la saga El Señor de los Anillos. En la película El retorno del rey (2003), Gollum cayó en unas grietas del Monte del Destino (un volcán en medio de la tierra de Mordor) y quedó sumergido en lava junto al Anillo Único.

En la vida real, esta escena hubiera sido completamente diferente. La criatura no hubiera terminado en el fondo del volcán en pocos segundos, como si se hundiera en un río de agua, porque el cuerpo humano es mucho menos denso que la lava. Edgar Mendez-Lango, doctor en Física experimental, investigador en la Universidad Autónoma de Querétaro (México) y maldito, explica que, según el principio de Arquímedes, “un objeto se hunde en un líquido sólo si su densidad es mayor que la del líquido”. Algo que no se cumple en este caso.

Antonio Manjón-Cabeza, miembro del departamento de Ciencias de la Tierra de la University College London y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, asegura que para hundirnos en lava “tendríamos que hacer fuerza”. Según este experto, el cuerpo humano es mucho más ligero que la lava, pero más pesado que el aire. Esto hace que haya “un balance de fuerzas” entre el peso del cuerpo humano sumergido en lava (que empuja hacia arriba, explica) y el peso que queda en el aire (que empuja hacia abajo, afirma). 

Según el cálculo realizado por Nerdist (una página web que analiza contenidos cinematográficos) en su canal de YouTube, Gollum tendría una densidad aproximada de 1.000 kilogramos por metro cuadrado (kg/m²) y la lava está en torno a los 3.000 kg/m². En cambio, explican que el anillo (hecho de oro) sí debería hundirse y debería hacerlo  “inmediatamente” (y no a cámara lenta como vemos en la película) porque es seis veces más denso que la lava y diecinueve veces más que el agua, afirman.

Además, explica Manjón-Cabeza, la lava es de “muy alta viscosidad” (no como el agua de una piscina, que es líquida en condiciones normales) y esto ralentiza el proceso de hundimiento. “Incluso a pesar de que nuestros pies sí se hundirían dado suficiente tiempo, la viscosidad impide que eso pase rápido”, afirma. Teniendo esto en cuenta y dejando a un lado las altas temperaturas a las que se encuentra la lava, asegura que podríamos incluso “correr” sobre algunas coladas magmáticas (como las que surgieron de la erupción del volcán de La Palma en 2021). 

¿Significa esto que una persona podría sobrevivir en un río de lava? No, pero no moriría por ahogamiento, sino por las altas temperaturas. Mendez-Lango afirma que el “el golpe término sería insoportable”. Ante una caída en estas circunstancias, explica el experto, “se tendría una pérdida inmediata de la conciencia, las ropas y el cuerpo mismo iniciarán su combustión, líquidos del cuerpo se vaporizarían y la muerte sería en cuestión de segundos”.

Las pirañas no devoran a una persona en segundos: la mayoría de especies son herbívoras o carroñeras, no depredadoras

Miércoles Addams (la hija menor de la Familia Addams, una familia rica obsesionada con la muerte, el dolor y el negro) utiliza dos bolsas llenas de pirañas para atacar a un grupo de chicos que estaban practicando waterpolo en la piscina (y que se habían burlado de su hermano, Pugsley). Lanza a estos animales al agua e inmediatamente se abalanzan sobre los adolescentes, que tratan de huir pero son devorados por estos animales antes de salir del agua. Las pirañas se han presentado en Hollywood como un animal peligroso y depredador que ataca a los seres humanos. Esta es una de las escenas de la serie Miércoles (2022) y un recurso narrativo que se ha empleado en otras producciones, pero tampoco es cierto.

Según explica Mercedes González, veterinaria y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, las pirañas son peces de agua dulce que habitan en ríos y lagos de América del Sur (como los ríos Amazonas, Orinoco o Uruguay), donde hay un clima subtropical y la temperatura del agua ronda los 23 y 27 grados celsius (°C). En palabras de la experta, se han descrito más de 60 especies de este animal y “la mayoría son herbívoras o carroñeras”.

Aunque tienen una dentadura formada por “dientes alternados en forma de sierra, muy afilados, que les permiten realizar una mordida rápida y continua”, según explica González, no se han registrado “ataques en los que hayan devorado a una persona hasta los huesos como los que aparecen en las películas”. Sí han causado, afirma, “heridas dolorosas y profundas” con su mordida. Además, éstos ataques suelen ser por parte de algunas especies carnívoras (que no se alimentan de humanos, sino de otros peces, insectos o larvas, asegura la experta) como la piraña de vientre rojo (Pygocentrus nattereri). Según los cálculos realizados por algunos expertos, un banco de unas 300 o 500 pirañas tardarían unos cinco minutos en despellejar a un ser humano de unos 80 kilos.

Dentadura de una piraña. Fuente: Canva.

Sin embargo, esto no es lo habitual. La veterinaria afirma que la mayoría de especies de este animal son “de pequeño tamaño” (las especies más grandes llegan a medir 50 centímetros como máximo, asegura) y “se alimentan de vegetales o de animales muertos”. “Las pirañas pueden acudir atraídas por la sangre de una herida que se derrama en el agua, pero sus intenciones son más carroñeras que depredadoras”, explica. Existen algunas especies de gran tamaño “que impresionan por su aspecto y su fama”, pero González afirma que “son inofensivas”.

Los silenciadores de las armas no hacen que el disparo no se escuche: reducen el ruido, pero no lo elimina por completo

Todos tenemos en mente alguna película (seguramente de acción) en la que los personajes utilizan silenciadores en sus armas para pasar desapercibidos a la hora de apretar el gatillo. Por ejemplo, en una escena de John Wick: Capítulo 2 (2017) el protagonista vive un tiroteo en el metro. Wick y el hombre que le perseguía para acabar con su vida utilizaban silenciadores y las personas de su alrededor parecían no percatarse de lo que estaba sucediendo. Pero, ¿es realmente posible que una persona dispare un arma a tu lado y no escuches nada de ruido? La respuesta corta es no. 

La Oficina del Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos (ATF por sus siglas en inglés) define los silenciadores de armas como “cualquier dispositivo para silenciar, amortiguar o disminuir el sonido de un arma de fuego portátil”. El uso, posesión, y comercialización de silenciadores en España está prohibido, salvo excepciones bajo licencias especiales, según recoge el Reglamento de Armas.

Según explica la revista estadounidense especializada en armas, American Rifleman, el ruido de las armas de fuego se produce por la explosión del cartucho (cuando se enciende la pólvora) y la rotura de la barrera del sonido (cuando el proyectil disparado supera la velocidad del sonido). Los silenciadores generalmente son un tubo metálico que se coloca en la boca del arma.

Dibujo de un silenciador de arma de fuego. Fuente: Oficina del Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos (ATF).

Estos dispositivos funcionan como suspensores de sonido a través de una cámara de expansión (que hace que los gases propulsores se expandan y pierdan parte de su energía) y una serie de deflectores (barreras con agujeros que desvían y ralentizan estos gases), explica la American Rifleman

Estos mecanismos hacen que se reduzca el sonido cuando se dispara un arma, pero no hace que sea completamente inaudible. “Algunas combinaciones de calibre y silenciados pueden ser sorprendentemente silenciosas, pero aún así suenan como un disparo”, explica la web especializada en armas. Y afirma que la mayoría de armas emiten unos 140 decibelios (db) o más y los silenciadores “reducen el nivel de ruido de 20 a 30 db”.

El cloroformo líquido en un pañuelo no duerme a una persona al instante: tarda más de 20 minutos en actuar

El cloroformo líquido es un recurso narrativo utilizado en muchas películas para incapacitar rápidamente a una persona. Colocan esta sustancia en un objeto (lo más habitual es un pañuelo) que después presionan sobre la boca y la nariz de la víctima. Ésta cae al suelo casi al instante, anestesiada (pero viva). Esta escena la hemos visto en películas como Secuestrada (1993), donde utilizan el método del cloroformo y el pañuelo para que el malo rapte a la chica, o King Kong (2005), donde utilizan una botella de esta sustancia para dormir al gorila.

La Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades de Estados Unidos (ATSDR por sus siglas en inglés) define el cloroformo como un compuesto químico líquido “incoloro” y con “un olor agradable y no irritable, así como un sabor dulzón”. Esta sustancia, también llamada triclorometano o tricloruro de metilo, fue uno de los primeros anestésicos inhalados que se utilizaron durante cirugías, pero actualmente ya no tiene esta aplicación.

Entonces, ¿es cierto que el cloroformo puede utilizarse para dormir a una persona? Sí, tiene esos efectos. Pero no lo hace inmediatamente. Lucía Alfonso, doctora en Química Farmacéutica y maldita, afirma que para conseguir “un efecto narcótico y anestésico se necesitan concentraciones elevadas de cloroformo (como 20.000 partes por millón) en exposiciones largas de entre 24 y 30 minutos”.

Advierte de que la inhalación aguda de esta sustancia produce efectos locales, “como falta de aliento e irritación de nariz y garganta”, y efectos sistémicos, “como náuseas, vómitos, discinesia, ataxia y somnolencia”. Una exposición elevada, asegura, puede dar lugar a “convulsiones, coma y muerte”. 

Y una inhalación crónica, según Alfonso, puede producir un daño hepático (en el hígado). Fue precisamente este efecto adverso (junto a la sensibilización cardíaca) lo que hizo que se dejara de emplear como anestésico en cirugías, según explica la National Library of Medicine de Estados Unidos. Actualmente el cloroformo se emplea, generalmente, como intermediario químico (es decir, para producir otra sustancia) y en menor medida como disolvente.

No, si un corazón se detiene no es posible volverlo a la vida con un desfibrilador

Otro de los mitos que nos hemos creído por culpa del cine es que los desfibriladores le devuelven la vida a la gente. En las películas, el paciente está al borde de la muerte, sin pulso, y la única solución para el equipo médico es salvarle utilizando este aparato. La pantalla marca que no tiene pulso (y siempre aparece una línea recta junto a un pitido continuo) y justo en ese momento aparecen las placas metálicas. Las colocan (normalmente más de una vez, porque a la primera no suele funcionar) sobre el pecho del paciente y éste recobra el pulso. Así sucede, por ejemplo, en la serie Emergency Room (1994).

En realidad, estos aparatos no devuelven a una persona a la vida si su corazón ha dejado de latir. Ricardo Vivancos, cardiólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que el desfibrilador es un dispositivo que “previene la muerte súbita por fibrilación ventricular en pacientes con cardiopatías graves”. 

Sin embargo, no sirve, explica, para “mejorar o producir latido cardíaco ni afecta a la fuerza de su contracción”. Por lo tanto, cuando no hay actividad eléctrica en el corazón (es decir, ha dejado de latir) un desfibrilador no puede revivirlo, como aparece en algunas películas: “En una muerte por cualquier enfermedad, el dispositivo no la puede evitar ya que solo emite descargas eléctricas”, asegura Vivancos.

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El nitrógeno líquido no congela a una persona al instante: haría falta un buen rato y seguramente moriría por asfixia

También hemos visto en varias películas cómo congelan a una persona en segundos utilizando nitrógeno líquido. En Jason X (2001), el asesino Jason Voorhees mata a un grupo de personas que le había revivido (hacía 400 años había quedado congelado): a una de ellas utilizando nitrógeno líquido. Esto, en realidad, no habría sucedido así puesto que esta sustancia no congela a una persona al instante provocando la muerte de una persona por congelación.

El nitrógeno es el gas más abundante de la atmósfera y su estado natural es gaseoso ya que “las moléculas de nitrógeno (N2) no interaccionan mucho entre ellas”, explica Emilio Bustelo, doctor en Ciencias Químicas y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. Para conseguir esta sustancia en estado líquido, asegura, habría que bajar “mucho” la temperatura (hasta casi los -200 °C). Así, sería un “líquido incoloro muy similar al aspecto del agua”. 

Nitrógeno líquido. Fuente: Canva.

Según el experto, se emplea principalmente por sus capacidades frigoríficas. Por ejemplo, en aquellos dispositivos que necesiten bajas temperaturas para su funcionamiento como el imán de la resonancia magnética. “Solo a temperaturas bajísimas se comporta como superconductor” y ésto se consigue, en palabras del experto, “gracias a una envoltura con nitrógeno líquido”.

Bustelo asegura que uno de los principales riesgos del nitrógeno líquido es la asfixia. Si se evapora en un lugar pequeño y mal ventilado, “puede disminuir la proporción de oxígeno en el aire y producir una pérdida de conciencia casi inmediata”, explica. También las quemaduras por frío. Aunque afirma que, al contacto con la piel caliente “se evapora” y genera “una capa de nitrógeno gaseoso que protege la piel del enfriamiento brusco y la consiguiente quemadura”. 

En cambio, entre los riesgos no encontramos el morir congelado al instante como muestran algunas películas. Bustelo asegura que haría falta casi un minuto para congelar totalmente un objeto sumergiéndolo en esta sustancia (dependiendo del tamaño). En el caso del cuerpo humano, explica, “harían falta muchos minutos para una congelación completa”. Y en este proceso se generarían muchos litros de nitrógeno gas, con lo que la persona quedaría inconsciente o incluso podría morir por asfixia antes de quedar congelada.

No existe un “suero de la verdad”: hay sustancias que provocan desinhibición, pero no obligan a ser sinceros

El “suero de la verdad” es un concepto popular en la ficción. En muchas producciones se utiliza esta supuesta sustancia para descubrir los más ocultos secretos de una persona. En la segunda película de la saga Divergente, Insurgente (2015), a los dos protagonistas (Cuatro y Tris) les inyectan una dosis de “suero de la verdad” para saber si están involucrados en algún complot contra el sistema. Ambos terminan siendo sinceros. Es un recurso que se utiliza en otras producciones y que, en realidad, no tiene base científica.

Rubén Prieto-Díaz, farmacéutico, investigador en Química Médica y maldito, asegura que a lo largo de la historia se han utilizado varias sustancias en investigaciones para tratar de conseguir este efecto pero “ninguna de ellas ha conseguido ser un ‘suero de la verdad’ efectivo en el sentido estricto”. Algunas de las más conocidas, explica el experto, son los barbitúricos (como el tiopental sódico), el alcohol, benzodiazepinas (ansiolíticos como diazepam, midazolam, temazepam…), la escopolamina (burundanga) y el propofol.

Estas sustancias son, en palabras de Prieto-Díaz,”fuertes depresoras del sistema nervioso central”. Por ejemplo, el pentotal sódico (que aparece en películas como Mentiras arriesgadas de 1994 haciendo de “suero de la verdad”), explica, es un barbitúrico que actúa como anestésico general de acción rápida que, en dosis bajas, puede “inducir un estado de relajación y somnolencia en el que la persona esté más dispuesta a hablar”. Sin embargo, afirma el experto, “no hay ninguna garantía de que la información proporcionada bajo el efecto de estas sustancias sea precisa o veraz”.

Ya que uno de sus efectos es que las personas se vuelven más “susceptibles a las sugerencias”. “Bajo su influencia, la mente puede estar más deshinibida, pero también puede ser más propensa a la confusión, la sugestión y a la generación de recuerdos falsos”, explica. De hecho, dice el experto, “puede que estos ‘sueros de la verdad’ consigan que la persona interrogada diga exactamente lo que los interrogadores quieren que diga”, al provocar un estado de “sumisión total”.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Edgar Mendez-Lango, doctor en Física experimental e investigador; Antonio Majón-Cabeza, miembro del departamento de ciencias de la Tierra de la University College London; Ricardo Vivancos, cardiólogo; Emilio Bustelo, doctor en Ciencias Químicas; y Rubén Prieto-Díaz, farmacéutico e investigador en Química Médica. 

Y las malditas Lucía Alfonso, doctoranda en química médica; y Mercedes González, veterinaria. Forma parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación.

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