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MALDITA CIENCIA

Por qué las lluvias torrenciales no alivian la sequía meteorológica

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Claves
  • Con lluvias intensas como las que ocurren en una DANA, llueve con mucha intensidad pero poco tiempo, en un espacio relativamente pequeño y sin gran cantidad de agua
  • El sitio en el que llueve cuando hay precipitaciones torrenciales suele ser en la parte media y baja de una cuenca hidrográfica, lejos de los embalses
  • Para aliviar una sequía meteorológica, hace falta que llueva de forma generalizada y continuada
 
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Cuando llega a España un episodio de lluvias intensas, como las que ocurren en una DANA, se suele preguntar si estas precipitaciones ayudan a recargar los embalses y mitigar la situación de sequía meteorológica, un fenómeno recurrente en la península ibérica que, por su clima, alterna años secos con lluviosos.

La respuesta es que no, estas precipitaciones no suelen llenar los embalses ni alivian la sequía. Esto se debe a que estas lluvias suelen caer alejadas de los principales embalses y la cantidad total de agua caída no es tan elevada como para que cambie la situación de sequía, que empieza a considerarse a partir de un año.

Qué son las lluvias torrenciales: precipitación en muy poco tiempo y en un espacio reducido

Las lluvias torrenciales son un tipo de precipitaciones que ocurren con gran intensidad y en una zona geográfica muy determinada. Además, pueden provocar inundaciones repentinas.

Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), para poder catalogar a una lluvia como torrencial (o precipitación súbita), tienen que darse estos requisitos: que haya durado entre 30 minutos y tres horas, que haya abarcado una extensión inferior a 50 kilómetros cuadrados, y que se hayan alcanzado los 60 litros por metro cuadrado (mm) acumulados en una hora en algún punto de esta área.

Por qué las lluvias torrenciales no llenan los embalses

Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, precisa a Maldita.es que “no hay relación directa entre precipitaciones torrenciales y llenado de embalses”.

“Aunque parezca que ha caído un gran volumen de agua”, algo que se aprecia cuando aparecen inundaciones, “la cantidad total no es tan elevada, no se movilizan grandes lluvias”, agrega.

Las precipitaciones torrenciales, además, suelen descargar en las partes media y baja de una cuenca hidrográfica (terreno por el que discurre un río y sus afluentes hasta desembocar en el mar, y también es una división territorial), “aguas abajo y alejadas de los principales embalses”.

Esta situación (lluvias alejadas del embalse) se suele dar especialmente en el levante español, donde coinciden las precipitaciones torrenciales con fases de sequía prolongadas.

Rubén del Campo, portavoz de la AEMET, detalla a Maldita.es que las lluvias torrenciales cuentan con mucha escorrentía (agua que corre libremente por la superficie), lo que impide la recarga de acuíferos y reservas (que están por debajo de la superficie).

A esto se suma que las lluvias propias de una DANA afecta a áreas “relativamente pequeñas” y que “no tienen por qué coincidir con zonas con cursos de agua que vayan a parar a embalses”, dice Del Campo.

Benito Fuentes, meteorólogo de la AEMET, comenta a Maldita.es que gran parte de las lluvias de las regiones mediterráneas de la península “ocurren en otoño, son de intensidad fuerte y muy localizadas”.

Por supuesto, puede existir la suerte de que una precipitación torrencial toque justo en el espacio en el que está un embalse, pero no es lo habitual. En otras áreas de la península ibérica es diferente: “en la fachada cantábrica se dan lluvias con mayor extensión y menor intensidad que en el Mediterráneo, mientras que en el Atlántico depende de los frentes (fronteras entre masas de aire frío que avanzan y desplazan el aire más cálido)”.

¿Cómo tiene que llover para aliviar la sequía meteorológica?

Una sequía meteorológica es un tipo de sequía que ocurre cuando, durante un tiempo prolongado, llueve menos de lo habitual en una zona. Hay varias escalas temporales para estudiarla, pero la más común es considerar una sequía meteorológica a partir de un año, periodo en el que “tiene repercusión en las reservas hídricas”, agrega Del Campo.

Para que las cuencas hidrográficas se alivien de esta sequía, hacen falta “episodios de precipitaciones generalizados y continuados”, comenta el portavoz de la AEMET. “Estos episodios de lluvias abundantes (pero no torrenciales), generalizadas y continuadas en el tiempo tienen lugar cuando la península es ‘visitada’ por sucesivas borrascas atlánticas cargadas de humedad que entran por el oeste o suroeste de nuestro territorio”. No siempre estas precipitaciones alcanzan la vertiente mediterránea, más expuesta a la sequía meteorológica.

Como ejemplo de un alivio así, lo ocurrido en las navidades de 1995, “cuando sucesivos temporales pusieron fin a una prolongada sequía que abarcó buena parte de la primera mitad de los 90”, concluye.

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