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Los océanos cubren más del 70% de la superficie del planeta. Sobre su importancia ya pusimos a prueba tus conocimientos con un test. Ahora vamos a explicar qué es la acidificación del océano, cómo afecta a los seres vivos que lo habitan y por qué se produce.
Para ello, primero hay que hablar del dióxido de carbono o CO2 que forma parte de la atmósfera, cada vez con más concentración por actividades humanas como la quema de combustibles fósiles. Es una molécula formada por un átomo de carbono y dos de oxígeno.
En segundo lugar, hay que explicar que la acidez se mide con el pH. Sus valores van del 0 (ácido) al 14 (básico) y el pH neutro es 7, como el agua pura. El pH indica la concentración de iones de hidrógeno presentes en una disolución. Como vemos, cuanto más baja es la cifra de pH, mayor acidez.
Cuando el CO2 es absorbido por el agua de mar, se producen una serie de reacciones químicas que dan lugar a un aumento de la concentración de iones de hidrógeno, disminuyendo la cifra de su pH (es una relación inversamente proporcional). Esto provoca que el agua de mar se vuelva más ácida: los niveles de acidez han aumentado en un 26% desde el comienzo de la Revolución Industrial. Y el océano absorbe mucho CO2: entre el 20% y el 30% del total de emisiones antropogénicas de este gas desde la década de 1980.
Además, esta acidificación provoca que los iones de carbonato (formados por carbono y oxígeno) sean relativamente menos abundantes. ¿Por qué es importante su presencia? Porque forman parte de estructuras como las conchas marinas y los esqueletos de los corales. Su disminución puede dificultar la construcción y el mantenimiento de conchas y otras estructuras para los organismos calcificadores, como las ostras, las almejas, los erizos de mar, los corales de aguas poco profundas y el plancton calcáreo.
Estos cambios en la química del océano pueden afectar también al comportamiento de otros organismos, alerta la Oficina Nacional de Estados Unidos de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA). Por ejemplo, algunos peces pierden capacidad para detectar a los depredadores en aguas más ácidas. Y cuando estos organismos están en peligro, toda la red alimentaria también puede estarlo.
