No es ninguna una broma, disponer de retretes es un tema muy serio. En el mundo, una de cada tres personas no tiene acceso a uno. Las consecuencias de esto también son muy serias: cada año mueren más de 400.000 personas por falta de unos servicios de saneamiento adecuados. La mayoría son debido a diarreas causadas por la falta de higiene.
Aprobado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Retrete, para recordar la necesidad de adoptar medidas que cambien esta situación. Alberto Guijarro Lomeña, especialista en agua y saneamiento de la ONG ONGAWA, explica a Maldita Ciencia que "este día se celebra desde 2013 para visibilizar la necesidad de avanzar hacia un acceso adecuado al saneamiento a nivel global, revelando una profunda preocupación por el lento e insuficiente progreso a la hora de proporcionar acceso a saneamiento".
El ingeniero añade: "Entendemos como saneamiento todo el proceso de recogida, transporte, tratamiento, eliminación o reutilización de excrementos humanos y la correspondiente promoción de la higiene".
Un grave problema para la salud
Por dar solo algunas cifras que reflejan la situación mundial, según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), 1.800 millones de personas beben agua contaminada de materia fecal, 673 millones de personas defecan al aire libre, 4.200 millones de personas carecen de acceso seguro al saneamiento y 3.000 millones no disponen de instalaciones básicas para lavarse las manos.
La Organización de la Mundial de la Salud (OMS) señala que la falta de saneamiento tiene un gran impacto en la transmisión de enfermedades como lombrices intestinales. En todo el mundo hay alrededor de 1.500 millones de personas infectadas por parásitos intestinales denominados helmintos, que se transmiten por el suelo. Estos parásitos a menudo tienen consecuencias graves como alteraciones cognitivas, disentería o anemia.
La ONU advierte además de que la falta de sistemas eficaces de alcantarillado o de eliminación de desechos puede suponer la contaminación de ecosistemas, lo que a su vez afecta a los medios de subsistencia y contribuye a la propagación de enfermedades.
Las niñas, las más vulnerables
Aunque la falta de saneamientos afecta a cualquier coletivo, los niños y niñas son los más vulnerables. Desde UNICEF explican que "estar cerca de excrementos humanos expone a los niños a contraer enfermedades infecciosas que les impiden absorber los nutrientes de los alimentos, lo que puede llegar a ser letal". "Recordemos que la desnutrición está detrás de casi la mitad de las muertes infantiles", recuerdan.
En las comunidades donde se defeca al aire libre, es muy habitual la expansión de enfermedades como la diarrea que generan desnutrición. Según la ONU, se calcula que cada año 297.000 niños menores de cinco años mueren por enfermedades de este tipo.
Además, muchos niños faltan sistemáticamente a la escuela por problemas de salud causados por servicios de saneamiento deficientes en las escuelas. En el caso de las chicas, la situación se agrava ya que muchas adolescentes faltan durante la regla porque esos centros carecen de instalaciones de saneamiento. Además, en las niñas, adolescentes y mujeres a los problemas de salud se asocian las agresiones sexuales que sufren al salir a hacer sus necesidades al aire libre.
¿Cómo se puede solucionar?
Guijarro explica que las principales acciones para impulsar la solución pasan por:
Centrar los esfuerzos en las personas marginadas o ignoradas para no dejar a nadie atrás. Hay que tener en cuenta sus necesidades y escuchar su voz cuando se impulsen políticas y medidas en relación con el saneamiento.
Fortalecer capacidades locales y nacionales, especialmente de los gobiernos, que tienen la responsabilidad de asegurar el derecho al saneamiento. Esas capacidades mejoradas harán posible que asuman su responsabilidad de forma eficaz.
Que los países ricos asuman su responsabilidad y actúen colaborando en la financiación de sistemas de saneamiento gestionados de forma segura. Uno de los problemas es que las regiones y países más vulnerables no disponen de financiación suficiente para promover, operar y mantener los sistemas de saneamiento.
A pesar de que la situación mundial es muy preocupante, hay motivos para el optimismo, como el caso de Etiopía, donde se movilizó a los trabajadores comunitarios y se logró la mayor reducción a nivel mundial en la proporción de habitantes que defecan al aire libre. La práctica se redujo de un 92% en 1990 a un 29% en 2015.
"Las soluciones las conocemos y solo hace falta voluntad política. La crisis de saneamiento afecta al 60% de la población mundial con enormes repercusiones sobre la salud, la educación, los ingresos y la dignidad de las personas", indica Guijarro. "Es inaceptable que en pleno siglo XXI miles de millones de personas no tengan acceso a saneamiento seguro. Nuestros gobiernos y nuestra sociedad no pueden permanecer en silencio o ser indiferentes", concluye.
Primera fecha de publicación: 19/11/2019
Primera fecha de publicación de este artículo: 19/11/2019