El barómetro de septiembre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha colocado “la inmigración” como el mayor problema de España y como una preocupación creciente en las encuestas de la entidad. La inmigración es uno de los temas que más importan a la sociedad, un asunto sobre el que los desinformadores tratan de influir continuamente con narrativas falsas o sustentadas en bulos.
Un informe de la Fundación Iseak comparó la percepción de la ciudadanía sobre la inmigración con los datos oficiales de las personas inmigrantes en España. Según Iseak, existen desviaciones entre la idea que se tiene de la inmigración y los datos oficiales disponibles en torno a la misma. Esta conclusión de Iseak no tiene en cuenta la inmigración irregular, que no aparece en las estadísticas oficiales y de la que sólo hay estimaciones, como la que aporta la iniciativa legislativa popular que busca regularizarla.
Ante la relevancia que tiene la inmigración y para combatir la desinformación con herramientas eficaces, en Maldita.es hemos repasado las cifras más comunes sobre las personas con nacionalidad extranjera que recogen los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Estos son los principales datos:
En España una de cada ocho personas es extranjera, según las cifras oficiales del INE
Más de la mitad de la población extranjera nació en Europa y América, según los datos oficiales
Una cuarta parte de los extranjeros en España cuenta con estudios superiores, según la EPA
La brecha entre el paro extranjero y el nacional se ha reducido a la mitad en los últimos diez años
En España una de cada ocho personas es extranjera, según las cifras oficiales del INE
Los datos definitivos del padrón del INE de 2023 indican que en España había 48.085.361 personas. De estas, una de cada ocho (el 12,66%) son extranjeras: 6.089.620 habitantes. El peso de la población extranjera ha ido aumentando a lo largo de los años (excepto durante los años de la crisis financiera, que se redujo). En 2002, año en el que comienza la serie actual del padrón, el porcentaje de personas extranjeras que vivían en España era del 4,24% sobre el total de habitantes, cuando eran 1.737.972 y la población completa de España de ese año era de 41.035.271.
A este conjunto de personas hay que añadir un grupo más de población: las personas en situación irregular. No se puede contabilizar con certeza el fenómeno de la inmigración irregular, al estar fuera de las estadísticas oficiales. Sin embargo, la iniciativa legislativa popular que pide la regularización de estas personas, actualmente en trámite en el Congreso, estima que en España hay entre 390.000 y 470.000 personas en esta situación basándose en una investigación de 2020 que utilizaba los datos de la Encuesta de Población Activa y de afiliación de la Seguridad Social. Un estudio de Funcas, el centro de investigación financiado por las antiguas cajas de ahorro, dice que la cifra de personas en situación irregular en 2024 podría ser de 687.000 personas.
Según los informes del Ministerio del Interior, entre el 1 de enero de 2021 y el 15 de septiembre de 2024, llegaron a España un total de 167.986 personas utilizando rutas de acceso irregular. Este dato no implica que estas personas se hayan asentado definitivamente en España: sólo mide las llegadas.
Franca Ferrari, maldita experta en migraciones y comunicación de ONG, que nos ha prestado sus superpoderes, explica que existe la percepción “amplificada por el enfoque mediático” de que la la mayoría de los migrantes llegan por rutas irregulares: “En realidad, llegan más personas de manera legal por medios como el avión que por vías irregulares como en pateras”. Sin embargo, no hay estimaciones de cuántas personas se quedan en España de manera irregular por no contar con un permiso de residencia.
Más de la mitad de la población extranjera nació en Europa y América, según los datos oficiales
Además de saber el total de población, el INE permite agrupar a las personas extranjeras por el país de origen. Según las cifras oficiales, el 38,91% de las personas extranjeras que vivían en España en 2023 provenían del resto de Europa (2.369.169 habitantes). Le sigue América, con el 32,41% (1.973.691); África, con el 20,36% (1.239.604); Asia, con el 8,20% (499.134) y Oceanía, con el 0,07% (4.018). En estas cifras no se cuentan las personas que se encuentran en situación irregular.
Las malditas y expertas consultadas coinciden en que la visión del inmigrante es monolítica. “El inmigrante en el imaginario general se identifica con una persona negra, pobre y que viene a nuestro país a esquilmar nuestros recursos”, explica Alicia González, comunicadora institucional y fundadora de People HELP, que nos ha prestado sus superpoderes.
Las expertas señalan que otros perfiles de inmigrantes no se contemplan socialmente. “Las personas europeas occidentales o blancas no suelen ser vistas como inmigrantes”, indica Anaïs Madera, antropóloga social y cultural que nos ha donado sus superpoderes. “¿Por qué no oímos hablar de ‘inmigrantes británicos’ o ‘inmigrantes alemanes’, por ejemplo? Se reserva principalmente a personas racializadas, procedentes de África, Asia o América Latina. Incluso a sus descendientes”. Madera señala que, mientras a personas provenientes de esos continentes se les trata como “inmigrantes”, a los europeos se les habla de “turistas” o “residentes extranjeros”.
Detrás de esta diferenciación, las expertas creen que hay tres sesgos: xenofobia, racismo y aporofobia (rechazo a las personas pobres). “Es una distinción basada en la percepción de que el pobre reclama y el rico aporta”, indica González, valoración que comparte Madera: “Las personas que provienen de África, Asia o América Latina se reconocen como personas de ‘regiones pobres’, por lo que vienen a ‘aprovecharse’ de nuestro país, mientras que los occidentales vienen a ‘contribuir’ económicamente”.
Ferrari señala que, en el plano mediático, se suele olvidar el perfil del “inmigrante del Norte Global” y la imagen que se proyecta en los medios sobre este asunto “criminaliza a los extranjeros” e “invisibiliza a las mujeres migrantes”.
Una cuarta parte de los extranjeros en España cuenta con estudios superiores, según la EPA
Según los datos del segundo trimestre de 2024 de la Encuesta de Población Activa del INE, tanto la mayor parte de la población extranjera como la que tiene nacionalidad española tiene formación equiparable a la educación secundaria obligatoria (ESO) o posterior. La EPA pregunta sin distinción, por lo que personas en situación irregular también pueden contestarla. La diferencia más destacable se da entre quienes cuentan con el bachillerato y con estudios superiores (universitarios, formación profesional superior y estudios artísticos superiores).
En el caso de la educación superior, hay más población española que extranjera con esta titulación. El 24,22% de la población extranjera cuenta con estudios superiores, mientras que una de cada tres personas con nacionalidad española (el 34,42%) tienen estudios superiores. En cambio, cuando analizamos las personas cuyo nivel educativo llega hasta el bachillerato, la tendencia se invierte: el 20,66% de los extranjeros cuenta con este nivel educativo frente al 12,59% de españoles.
Alicia González indica que la imagen monolítica de la inmigración provoca que se desdibujen los perfiles de personas con elevada cualificación académica y profesional: “Son personas a las que se les obliga a no hablar en otra cosa que no sea español y que buscan trabajo sin parar, mientras la homologación de sus titulaciones está estancada durante más de dos años. Eso hace que, en muchas ocasiones, terminen por irse de nuestro país”.
Según señala el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, la homologación de títulos tiene una duración estimada de veinticuatro meses desde la fecha en la que se registra la solicitud en el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, por lo que, como contamos en Maldita.es, las personas migrantes se ven obligadas a trabajar en sectores informales o donde la contratación irregular es sencilla, como el empleo doméstico.
La brecha entre el paro extranjero y el nacional se ha reducido a la mitad en los últimos diez años
Madera indica que es “curiosa” la percepción dual que se construye alrededor de los migrantes en el aspecto económico. “Por un lado, se construyen narrativas según las cuales se considera que ‘abusan’ de los servicios públicos, haciéndolos dependientes de ellos y sin ‘aportar lo suficiente’ a cambio. No obstante, por otro lado, otras narrativas apuntan que ‘roban’ oportunidades laborales a las personas locales, siendo ‘ competidores’ de empleo”.
Según los datos del segundo trimestre de 2024 de la Encuesta de Población Activa del INE, el 16,85% de la población activa extranjera se encontraba desempleada (esta estadística no distingue entre si la persona está o no en situación regular), mientras que en el caso de las personas de nacionalidad española, la estadística se reduce hasta el 10,06%.
En los últimos diez años, marcados por la recuperación de la crisis financiera, la pandemia y el aumento de la inflación, el paro entre la población extranjera ha sido mayor que entre la nacional, aunque la diferencia ha disminuido a la mitad: si en el primer trimestre de 2014 era de 13,7 puntos porcentuales, en el segundo trimestre de 2024 se redujo a 6,8 puntos.
La mayoría de las personas extranjeras son activas, es decir, trabajan o buscan empleo activamente. En el segundo trimestre de 2024, la tasa de actividad fue del 69,43%, mientras que la tasa de actividad de la población con nacionalidad española fue del 56,36%. Es decir, la tasa de actividad extranjera es 13,07 puntos mayor que la de las personas con nacionalidad española.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes las malditas Franca Ferrari, experta en migraciones y comunicación de ONG; Alicia González, comunicadora institucional y fundadora de People HELP; y Anaïs Madera, antropóloga social y cultural.
Ferrari, González y Madera forman parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación.
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