Granada vive un enjambre sísmico desde el pasado diciembre. A raíz de esta situación, muchas personas afirman sentir que tiemblan todo el rato como si estuvieran viviendo un terremoto aunque no se esté produciendo. Según los psicólogos consultados por Maldita Ciencia, esto tiene una explicación muy sencilla: se debe a un estado de hipervigilancia causado por la ansiedad que nos produce estar en alerta ante una amenaza real.
Se trata de un estado de hipervigilancia
Ante un desastre real, como en este caso puede ser un terremoto, la ansiedad nos prepara para estar en alerta. Según afirma a Maldita Ciencia la psicóloga Aurora Gómez, de Corio Psicología, después de que este desastre ocurra, la ansiedad se dispara, lo que provoca que nuestro sentido se agudice y seamos más receptivos a todo lo que pasa. Por ejemplo, puede que un seísmo de magnitud 2 antes no lo sintiéramos y ahora sí.
Esto ocurre por un estado de hipervigilancia, un proceso completamente normal y que dura entre 24 y 48 horas, tal y como explica a Maldita Ciencia el psicólogo sanitario Ramón Nogueras. “Cuando estamos en un estado de ansiedad y percibimos señales del entorno, es más fácil que cualquier pequeño movimiento, golpe, alteración del entorno o incluso la propia tensión de nuestros músculos se pueda percibir como un temblor”, afirma Nogueras. Sin embargo, no hay de qué preocuparse: tal y como afirman los expertos, esta ansiedad es completamente normal y no supone nada malo: simplemente nos permite estar preparados ante una amenaza que, en el caso de los terremotos de Granada, es real.
La explicación psicológica está en la “Teoría de Detección de Señales”
Este fenómeno de la hipervigilancia tiene su explicación psicológica en la "Teoría de Detección de Señales". Según explica a Maldita Ciencia el doctor en Psicología de la Universidad de Granada (UGR) José César Perales, esta teoría apunta que tenemos sistemas sensoriales para la detección de señales de distinta naturaleza. Esos sistemas tienen una actividad constante de fondo y nuestra tarea es distinguir cuándo la señal que detectamos es lo suficientemente intensa como para decir que es un estímulo real y cuándo es solo una señal de fondo.
Para ello, contamos con un "umbral de detección" y cuando la sensación está por encima de ese umbral, determinamos que el estímulo está presente. La cuestión es que este umbral no es fijo sino que, según afirma Perales , la experimentación muestra que ciertos estados como la preocupación o la susceptibilidad pueden reducir el umbral de detección y “creamos” que hemos sentido algo cuando, en realidad, es una falsa alarma. En todo caso, el doctor de la UGR señala que estas falsas alarmas “tienen todo el sentido del mundo” cuando el estímulo es una potencial amenaza como, en este caso, un terremoto. “Tiene un posible coste mayor no detectar una amenaza que existe, que detectar una supuesta amenaza que realmente no existe”, apunta.
No se puede llegar a calificar de estrés postraumático
A la pregunta de si este estado de hipervigilancia puede tratarse de un síndrome de estrés postraumático, los expertos coinciden en que no. Para comenzar, Ramón Nogueras señala que el estrés postraumático no es tan habitual como pensamos, de hecho, apunta que el 85% de las personas que sufren sucesos verdaderamente traumáticos no desarrolla consecuencias psicológicas. “Por ejemplo, en los atentados de Atocha del 11-M muy pocas víctimas desarrollaron síndrome de estrés postraumático”, afirma la psicóloga Aurora Gómez.
Tal y como aseguran los expertos, el estrés postraumático se caracteriza, entre otros síntomas, por tener flashback intrusivos o alteraciones severas del sueño y se produciría en caso de que el estado de hipervigilancia se padeciese de forma muy aguda. Gómez afirma que este síndrome ocurre porque cuando sucede un desastre, nuestro cerebro, en lugar de almacenarlo en la categoría “ha pasado”, lo almacena en la categoría “está pasando”, es decir, en un presente continuo. Por ejemplo, este síndrome se convirtió en un problema de salud pública en Chile tras el terremoto de magnitud 8,8 sufrido en 2010.
Dormir bien y limitar el consumo de información: recomendaciones para calmar la hipervigilancia
Aunque este estado de hipervigilancia tiene una duración entre 24 y 48 horas después del evento en cuestión, lo cierto es que los psicólogos recomiendan una serie de pautas para calmarlo. Aurora Gómez señala a Maldita Ciencia que es importante sacar a la persona de la zona de peligro, es decir, que se sienta segura en su entorno. En el caso de los terremotos de Granada normalizar la situación y aceptar que los temblores sísmicos son comunes puede ser una opción. Además, apunta que es fundamental tratar de dormir y descansar correctamente.
Por su parte, Ramón Nogueras añade que además de seguir las recomendaciones ofrecidas por las autoridades expertas en sismología, tratar de limitar el consumo de noticias y desconectar de la sobreinformación puede ser de gran ayuda para calmar la hipervigilancia. Aun así, Nogueras llama a la calma de la situación y afirma que “la gente es mucho más resistente psicológicamente de lo que pensamos”. Eso sí, en caso de continuar con el estado de hipervigilancia y sensación de temblores durante un tiempo más prolongado, los psicólogos señalan que sería aconsejable acudir al médico para que la persona fuera derivada a un especialista.
En Maldita.es ya hemos aclarado algunas afirmaciones y desmentido varios bulos y desinformaciones relacionados con los terremotos sucedidos en Granada.