La judoka Miriam Blasco se convirtió en la primera española en subirse a lo más alto del podio olímpico en los Juegos de Barcelona 1992. Era la primera vez que una deportista de nuestro país conseguía el oro y lo hacía en una disciplina recién estrenada para las mujeres. El judo debutó como deporte olímpico en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Sin embargo, la incorporación de las mujeres en esta disciplina olímpica no se dio hasta 1992, en la edición de Barcelona, 28 años después.
El judo no fue el único deporte en el que las mujeres pudieron participar por primera vez en los JJOO de Barcelona. Ese año, las atletas femeninas también accedieron a otras disciplinas olímpicas como piragüismo eslalon y bádminton. En el caso del piragüismo, tras debutar en 1972 como disciplina únicamente masculina, las carreras de eslalon no volvieron hasta 1992, con tres pruebas para hombres y una para mujeres. De hecho, este deporte no incluyó a las mujeres en las primeras ediciones olímpicas, cuando sólo había piragüismo de sprint.
En cambio, el bádminton se incorporó como deporte olímpico a la vez tanto para hombres como para mujeres en Barcelona. Pero no siempre sucede eso. La brecha de género se repite en la mayoría de los deportes: ellas han tardado mucho más tiempo en poder subirse al podio olímpico en casi todas las disciplinas, que se estrenaron en los JJOO únicamente para hombres, según los datos recopilados por Maldita.es en base a varios informes publicados por el Centro de Estudios del Comité Olímpico Internacional (COI) en materia de igualdad de género en el deporte olímpico y este estudio sobre el deporte femenino español en los JJOO del Consejo Superior de Deportes. Hay diferencias muy grandes entre disciplinas: las mujeres tardaron más de 100 años en poder acceder a la alta competición en boxeo o halterofilia; casi un siglo, en incorporarse al fútbol o al ciclismo de pista; y más de 50 años, en otras como tiro olímpico, vela o pentatlón.
Más de un siglo para poder acceder a la alta competición de boxeo, lucha, remo o waterpolo
El récord se lo lleva el boxeo, la disciplina deportiva que ha esperado 108 años en incorporar a las mujeres a la alta competición desde que se estrenó como deporte olímpico en 1904 en San Luis (Estados Unidos). Otras, como halterofilia, waterpolo, remo y lucha libre, también han tardado un centenar de años en abrir las puertas al deporte femenino en unos JJOO.
El remo está incluido entre los deportes olímpicos desde los primeros Juegos 'modernos' de 1896. Sin embargo, sólo para hombres porque no fue hasta 1996, 100 años después, cuando se incluyeron las pruebas femeninas en el calendario de competición. Igual que el waterpolo. Desde su debut como deporte olímpico en 1900, el waterpolo era únicamente una disciplina masculina. Las mujeres no pudieron acceder a la alta competición de esta disciplina hasta 100 años después, en los JJOO de Sídney 2000.
En Sídney también se incluyeron a las primeras mujeres en halterofilia, 104 años después de que este deporte estuviera en el programa olímpico para los hombres. Cuatro años más tarde, en los Juegos de Atenas 2004, la lucha libre también añadía modalidades femeninas al programa olímpico, cosa que no había sucedido nunca desde su debut en 1904.
Si nos fijamos en los años de diferencia, el rugby registra una distancia mayor. Sin embargo, es un caso excepcional. Esta disciplina sólo se mantuvo unos años concretos para los hombres (1900, 1908, 1920 y 1924) y no volvió a aparecer hasta casi 100 años después, en los Juegos de Río 2016, con disciplinas femeninas y masculinas.
La gimnasia rítmica y natación sincronizada, exclusivamente femeninas
A día de hoy, todavía hay disciplinas exclusivamente femeninas como la gimnasia rítmica y la natación sincronizada [ahora denominada natación artística] que se mantienen sólo para mujeres desde su incorporación en 1984. No ocurre lo mismo con los hombres: actualmente, no hay ningún deporte que únicamente tenga pruebas masculinas. Hay al menos dos competiciones por disciplina, una masculina y otra femenina, salvo en equitación que son mixtas.
En estas dos disciplinas, la brecha de género cambia: son ellos los que no pueden acceder a la alta competición. "Es la falta de costumbre, porque yo he estado viendo gimnasia rítmica masculina desde hace mucho tiempo y mi ojo no me chirría ni me supone una sorpresa el hecho de que salga un chico a hacer un ejercicio con una cinta o con unas mazas", tal y como señaló la periodista de TVE, Paloma del Río, que acaba de publicar el libro Más que olímpicas en el que narra la historia del olimpismo femenino, en este artículo de Público.
Las mujeres compitieron por primera vez en los JJOO de 1900: sólo fueron el 2,21% de todos los atletas
El recorrido de las deportistas en los JJOO ha sido muy difícil ya que, al principio, el deporte femenino no tenía acceso a la alta competición. Si los primeros Juegos se celebraron en 1896, no fue hasta la siguiente edición de 1900 cuando se incluyó a las primeras 22 mujeres. Y su entrada fue muy discreta: ellas sólo representaban el 2,21% de los participantes. En ese momento, únicamente las mujeres podían participar en cinco disciplinas olímpicas: tenis, vela, croquet [golpear bolas de madera con un mazo, un deporte solamente presente en los JJOO de 1900], hípica y golf. Aunque únicamente el tenis y el golf tenían modalidades exclusivamente femeninas, el resto de deporte se limitaban a pruebas mixtas.
Las siguientes ediciones de los JJOO se celebraron con porcentajes de participación de la mujer muy bajos, similares a los de las primeras ediciones, porque las mujeres apenas estaban incluidas en las disciplinas que se disputaban. En 1912 se aceptó la inclusión de la mujer en la natación; en 1924, en la esgrima; y en 1928, se incluyeron pruebas atléticas femeninas y una prueba por equipos de gimnasia artística.
La participación de las mujeres fue aumentando poco a poco durante los siguientes años con la ampliación del número de pruebas y la introducción de nuevos deportes como la hípica, en 1952; el voleibol, en 1964; el baloncesto y balonmano, en 1976; o el ciclismo y tiro olímpico, en 1984. De todos ellos, el único deporte que se estrenó a la vez tanto para hombres como para mujeres fue el voleibol en 1964.
Una tendencia que se fue consolidando a partir de los años 80. Desde ese momento, la mayoría de los deportes que irrumpían en el panorama olímpico lo hacían ya con categoría masculina y femenina. Es el caso del tenis de mesa (1988), voleibol playa (1996), taekwondo y triatlón (2000) o ciclismo BMX racing (2008). Hasta las últimas incorporaciones para Tokio 2020 como ciclismo BMX freestyle, kárate, surf, skateboarding y baloncesto 3x3, que se disputarán tanto con categorías masculinas como femeninas.
La inclusión casi definitiva para el deporte olímpico femenino llegó en los JJOO de Londres en 2012, donde las mujeres ya pudieron participar en todas las disciplinas del calendario tras su acceso al boxeo como deporte olímpico. En ese momento, la participación femenina ascendió hasta un 44,25%.
Tokio 2020 es la edición de los Juegos Olímpicos en la que más atletas mujeres participan: un 48,8%. Una proporción de mujeres que llegará a la paridad aritmética del 50% en la futura competición olímpica prevista en París en 2024. El COI ha señalado a Maldita.es que en esa edición “se garantizará la participación de un 50% de mujeres y de hombres”. Aunque insisten en que seguirán dando pasos en el avance hacia la igualdad. “Si bien hemos visto mejoras en la igualdad de género en el deporte, necesitamos más. No podemos simplemente llegar a una representación de 50-50 y decir que el trabajo está hecho”, ha explicado la presidenta del Grupo de Trabajo sobre Igualdad de Género en esta institución, Marisol Casado.
Lilí Álvarez y Rosa Torras, las primeras mujeres españolas en competir en los Juegos Olímpicos 20 años después de la inclusión del deporte femenino
Aunque las mujeres comenzaron a participar en los Juegos de París 1900, en el caso de España, no fue hasta 1924, de nuevo en París, cuando el equipo olímpico incorporó a las primeras mujeres en tenis: Lilí Álvarez y Rosa Torras. Otras dos tenistas, Isabel Fonrodona y María Luisa Marnet, estaban inscritas a la competición olímpica pero no llegaron a viajar a París, aunque se desconocen las causas.
Aun así, tuvieron que pasar 36 años hasta que en los JJOO de Roma, celebrados en 1960, el equipo olímpico español acudiera con 11 mujeres para competir en esgrima, gimnasia artística y natación, lo que suponía la presencia femenina en la mitad de los deportes del calendario olímpico que incluían pruebas femeninas en ese momento. Casi la misma cantidad de mujeres que la suma de las acudieron a las citas olímpicas siguientes celebradas en Tokio 1964, México 1968 y Múnich 1972.
España tardó más tiempo en acudir a la cita olímpica con los equipos femeninos, a pesar de que ya estaba permitida su participación. Por ejemplo, en el caso del atletismo, aunque las primeras competiciones femeninas se celebraron en Ámsterdam en 1928, nuestro país no llevó a sus primeras atletas hasta la cita de Montreal 1976, en Canadá.
Hasta la fecha, los Juegos Olímpicos de Río disputados en 2016 tienen el récord de participación de mujeres españolas. En total, 143 deportistas se desplazaron a Brasil para competir en este torneo: el 46,73%. En esta edición de Tokio 2020, el equipo olímpico español acudirá con un total de 321 deportistas, 184 hombres y 137 mujeres, por lo que ellas representan el 42,67%.
La lucha de Alice Milliat, la abanderada por la inclusión de las pruebas para mujeres en los Juegos Olímpicos
La deportista francesa competidora de remo, Alice Milliat, se convirtió en todo un referente de la lucha por la inclusión de las pruebas femeninas en los Juegos Olímpicos frente a las posturas negativas sobre las mujeres en el olimpismo del que fuera presidente del Comité Olímpico Internacional durante los primeros años, Pierre de Coubertin.
La periodista de TVE, Paloma del Río explica en este artículo que "Milliat organizó una alternativa, unos juegos olímpicos femeninos [cuya primera edición se celebró en París en 1922]. Le aventuraban un fracaso, pero al contrario, fue un gran éxito de público y crítica y de participación y tuvo varias ediciones”. Este éxito convenció al COI de abrir las puertas olímpicas a las mujeres con pruebas específicas en atletismo y en gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928.
Del Río también señala a Maldita.es “la importancia que tiene la figura de Juan Antonio Samaranch en sus 21 años como presidente del COI porque fue él quien abogó por la igualdad de la mujer y la inclusión de la mujer en la gobernanza y en todas las disciplinas deportivas” [min. 27:23], a partir de la década de los 80. Un legado para el deporte femenino que es indudable: la participación femenina se cuadriplicó durante su presidencia, pasando de 1.115 mujeres deportistas en Moscú 1980 a 4.069 en Sídney 2000.