“No podía respirar. Yo no podía hablar, porque yo no sabía hablar, porque yo era una analfabeta, porque yo era un bulto, porque yo no valía un duro... Yo tenía que aguantar que me diera palizas. Paliza sobre paliza". Estas fueron las palabras de la granadina Ana Orantes en el programa de Irma Soriano en Canal Sur Televisión, De Tarde en Tarde, el 4 de diciembre de 1997, cuando decidió denunciar públicamente el maltrato que recibía y contar en primera persona qué es la violencia de género.
Sólo 13 días después de relatar en televisión los 40 años de palizas, amenazas, torturas, humillaciones, insultos y vejaciones que habían sufrido ella y sus hijos, Ana Orantes fue asesinada por su exmarido. El 17 de diciembre de 1997, cuando Ana Orantes se encontraba de espaldas, José Parejo le lanzó un recipiente de gasolina y le prendió fuego con un mechero*. Hoy se cumplen 23 años de este asesinato.
Tras el paso de Orantes por el programa de televisión, Parejo anunció su intención de vengarse por haberse atrevido a denunciar en televisión los malos tratos, según declararían posteriormente varios testigos ante la Guardia Civil y en el juicio. De hecho, un día antes del asesinato, Parejo se entrevistó con el juez de Paz de Cúllar Vega, pueblo granadino en el que residían, quien le sugirió que recurriera a la televisión y replicara a su expareja, pero este se negó, tal y como relataba El País en 1998.
No era la primera vez que Ana Orantes denunciaba la situación que soportaba en su casa. Anteriormente, había denunciado en 15 ocasiones los maltratos de Parejo ante la policía. Es más, la pareja se había divorciado en el verano de 1996 pero el fallo judicial le había obligado a seguir viviendo con su agresor en el mismo inmueble de Cúllar Vega.
El asesinato de Ana Orantes destapó el problema de la violencia de género en los medios de comunicación: de ser “crímenes pasionales” a un “grave problema para la sociedad”
El caso de Ana Orantes fue representativo para una sociedad en la que la violencia de género no se denunciaba. En ese momento, los medios de comunicación hablaban de los asesinatos por violencia de género como “crímenes pasionales” e, incluso, se hacían sketches de humor. La violencia machista se normalizaba, se asumía y se ocultaba.
Su asesinato “supuso una catarsis que reactivó el movimiento feminista de España y que desencadenó un cambio social con consecuencias muy positivas a todos los niveles", tal y como explicaba en El País la fiscal delegada de violencia de género en Andalucía, Flor de Torres.
Para empezar, las declaraciones de Ana Orantes sobre los malos tratos que recibía en un programa de televisión marcaron un antes y un después en el grado de sensibilidad y repulsa de la opinión pública frente a la violencia machista. “Hasta entonces nadie se había atrevido a hablar tan claramente sobre este tema, porque se entendía que [quien lo hacía] era una mala mujer o una mala madre”, señala Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno en violencia de género a Público.
En el estudio sobre Mujer, Violencia y Medios de comunicación, publicado por RTVE en 2002, sobre “el tratamiento informativo de la violencia doméstica contra las mujeres”, se dice que su testimonio “consiguió que una amplia capa de la sociedad cobrara conciencia de la amplitud y gravedad de un problema que había permanecido en muchos casos oculto, mantenido en secreto por las propias víctimas”.
Desde ese momento, “se multiplica la difusión de noticias sobre malos tratos en el ámbito doméstico”, continúa el informe. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó en el barómetro de marzo de 2001 que el 91,5% de los encuestados había visto, escuchado o leído en los medios de comunicación muchas o bastantes noticias sobre los malos tratos a mujeres en los últimos seis meses.
Los medios de comunicación que cubrieron el asesinato de Ana Orantes, quemada viva por su exmarido José Parejo el 17 de diciembre, no lo describieron como un “crimen pasional”. RTVE tildaba el asesinato como “un hecho del todo reprobable” y El País, incluso, habló en su artículo de que “la muerte de Ana Orantes habia reabierto la controversia sobre el trato que dan los medios informativos” a este tipo de asesinatos.
Con el asesinato de Orantes, “los medios de comunicación se pararon a mirar, se acercaron a las asociaciones de mujeres y a expertos para entender” qué es lo que estaba ocurriendo, relata el exdelegado del Gobierno en materia de violencia de género, Miguel Lorente, a Público.
Un año después de su asesinato, en 1998, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe con el título “Violencia contra la mujer. Un tema de salud prioritario” en el que afirmaba que “la violencia contra la mujer es una causa de muerte tan grave como el cáncer”, que “la forma más común de violencia contra la mujer es en el hogar” y que los medios de comunicación tienen un papel fundamental para transmitir que “la violencia contra la mujer es inaceptable”.
El caso de Ana Orantes impulsó varios cambios legislativos promoviendo la creación de la Ley Integral contra la Violencia de Género de 2004
En 1997, cuando Ana Orantes fue asesinada, no existían órdenes de protección. Ella había denunciado públicamente las palizas que recibía e, incluso, había anticipado su muerte, afirmando en el programa de televisión que no creía llegar a Navidad. Su valentía le costó la vida y supuso un punto de inflexión en la lucha contra la violencia de género puesto que, con su testimonio, la violencia contra las mujeres estaba en el centro del debate público.
Dos días después de su asesinato, diputadas de todos los partidos políticos exigieron una ley para combatir la violencia machista. El Gobierno anunció una revisión del Código Penal y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que introdujo, en 1999, las órdenes de alejamiento como penas accesorias, la persecución de oficio de los malos tratos o la violencia psíquica como delito. En 2003, se amplió el abanico de medidas incluyendo también las órdenes de protección.
Sin embargo, los cambios en el Código Penal sólo fueron los primeros pasos legislativos que se produjeron tras su asesinato. El 28 de diciembre de 2004, el Congreso aprobó la Ley Integral contra la Violencia de Género.
La periodista y escritora del libro “La voz ignorada. Ana Orantes y el fin de la impunidad”, Nuria Varela, explicó en una entrada de su blog (que ya no se encuentra disponible pero que fue replicada aquí) que el asesinato de Ana Orantes “ya no fue «una muerta más», como titulaban hasta entonces los periódicos”, sino que “conmocionó a la opinión pública y provocó una revolución legislativa que comenzó con la reforma del Código Penal y culminó con la aprobación por unanimidad, en diciembre de 2004, de la Ley Integral contra la Violencia de Género”.
En 2003, el Consejo General de Poder Judicial afirmó en este informe sobre Violencia doméstica que “el año 1997 fue decisivo en la respuesta de los poderes públicos ante el fenómeno de la violencia de género” tras la denuncia pública de Ana Orantes en un programa de televisión.
Hasta 2003 no hay datos fiables de violencia de género: el número de denuncias y de víctimas mortales asesinadas por sus maridos varía en función de la institución que se consulte
No existen datos oficiales y fiables con los que analizar cuántas mujeres eran víctimas de violencia de género el año que fue asesinada Ana Orantes. Para conocer los primeros datos sobre violencia de género (en aquel momento considerada violencia doméstica) tenemos que consultar las cifras de denuncias por malos tratos publicadas por el Ministerio del Interior.
El anuario estadístico publicado por Interior en 1998 revela que el año en el que José Parejo acabó con la vida de Ana Orantes hubo 17.587 denuncias por malos tratos. Aunque en esta cifra no se tienen en cuenta las denuncias a excónyuges (separados y divorciados), compañeros sentimentales, novios y exnovios. Únicamente se recogen las denuncias de “mujeres maltratadas por sus maridos”.
Al no haber datos oficiales, las cifras varían en función de la fuente consultada. Según un estudio sobre violencia doméstica, realizado por el Ministerio de Sanidad en el año 2003, el número de denuncias interpuestas por mujeres víctimas de violencia doméstica en 1997 era de 18.882 y el número de víctimas mortales asesinadas por este tipo de violencia era de 75. Es decir, a pesar de que la fuente es el Ministerio del Interior, en este estudio se contabilizan 1.295 denuncias más que en los anuarios estadísticos del ministerio.
En el informe elaborado por Sanidad en 2003 se especifica que “la incidencia real de este problema es desconocida” porque “se estima que estas cifras sólo representan entre el 5%y el 10% de los casos que se producen”.
Sin embargo, las cifras siguen sin cuadrar en estos años porque una investigación realizada por el Defensor del Pueblo en 1998 en base a los datos del Ministerio del Interior y el Ministerio de Justicia muestra que en 1997 se registraron 24.641 denuncias por malos tratos y 90 mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas.
Si tenemos en cuenta las cifras de denuncias interpuestas por malos tratos en 1997 (17.587, según Interior; 18.882, según Sanidad; o 24.641, según el Defensor del Pueblo), hubo 20.370 denuncias de media. Una octava parte de las denuncias que se interpusieron por violencia de género en 2019: 168.168, según el Portal Estadístico para la Violencia de Género.
En Maldito Feminismo ya os hemos explicado por qué los datos actuales de mujeres asesinadas por violencia de género no se pueden comparar con los anteriores a 2003 ya que las estadísticas son diferentes y los datos que muestran unas y otras no se pueden cruzar.
Sin embargo, a pesar de que el asesinato de Ana Orantes, como el de muchas otras mujeres, no están incluidos en las estadísticas oficiales de violencia de género que se llevan a cabo, desde 2003 ya son 1.075 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en España.
Primera fecha de publicación de este artículo: 17/12/2020
(*) Esta pieza ha sido actualizada el 18/12/2020 para enlazar la sentencia judicial del caso de Ana Orantes. En ella, se especifica que José Parejo no le ató a una silla, le roció con gasolina y le prendió fuego como se dice en la prensa de aquella época. En realidad, Ana Orantes fue sorprendida por su exmarido, cuando ella estaba de espaldas.