Las nubes han sido siempre un quebradero de cabeza para las investigaciones sobre el cambio climático: los modelos climáticos globales son capaces de calcular con acierto el aumento de temperatura media y otros elementos del clima, pero tienen muchas dificultades para analizar cómo se relacionan las nubes con el cambio climático. Esa incertidumbre cada vez es menor con el avance de las investigaciones y ya es seguro afirmar que las nubes tenderán a reforzar el calentamiento global, no a reducirlo. Para que no te quedes en las nubes (🥁), te contamos cómo se relacionan nubes, clima y calentamiento global.
Antes de todo: ¿Qué son y cómo se forman las nubes?
“Las nubes son, simplemente, agua condensada”, resume Pier Siebesma, profesor de Física Atmosférica en la Universidad Tecnológica de Delft (Países Bajos). Siebesma explica en la revista Horizon que la atmósfera está repleta de vapor de agua. Así, cuando el aire se enfría, llega un punto en que ese vapor de agua se satura y se condensa alrededor de partículas de polvo microscópicas llamadas aerosoles.
Esta agua condensada alrededor de aerosoles en forma de pequeñas gotículas o cristales de hielo es lo que conocemos como nube. Cuanta más agua se condensa alrededor de los aerosoles, más crecen esas gotículas, hasta que acaban cayendo por gravedad, produciendo precipitaciones.
Los aerosoles alrededor de los cuales se forman las nubes pueden ser de origen natural, como sal marina o arena suspendidas en el aire o el polvo que emiten las erupciones volcánicas. Pero también pueden tener origen humano y provenir de la quema de combustibles o la emisión de partículas a la atmósfera. Esto es importante, explica Siebesma, porque significa que la actividad humana puede influir en la formación de nubes y estas nubes, a su vez, tienen un impacto en el clima.
Qué sabemos del efecto de las nubes en el clima y el cambio climático
Las nubes y el clima tienen una interacción compleja, pero el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) recoge en su último informe de evaluación (el sexto, de 2021) que ahora se conoce mucho más el efecto de las nubes que en el anterior informe de evaluación (2013). Con mejores modelos, observaciones de satélites y simuladores de nubes, el IPCC llega a la conclusión, con “alta confianza”, de que las nubes reforzarán el calentamiento global. No descartan del todo que las nubes puedan enfriar el planeta, pero dicen que esta probabilidad es “inferior al 10%”.
Este efecto no siempre ha estado claro porque las nubes de hecho pueden calentar o enfriar la superficie terrestre según sus características.
El IPCC explica que las nubes situadas a baja altura reflejan parte de la luz solar de vuelta al espacio, como si fueran un espejo y esto enfría la superficie terrestre al evitar que esa energía caliente la Tierra. Es el llamado efecto albedo, que se produce también cuando la superficie blanca de los casquetes polares o los glaciares devuelve al espacio parte de la radiación del Sol.
En cambio, las nubes más altas tienden a atrapar parte de la energía solar que llega al planeta, generando una especie de efecto invernadero y calentando la superficie. Las nubes altas suelen ser más transparentes ante la luz solar que las bajas porque están compuestas de cristales de hielo, explica Ellie Highwood, exprofesora de Física Climática en la Universidad de Reading y expresidenta de la Real Sociedad Meteorológica de Reino Unido, en Carbon Brief.
La evidencia científica apunta que ahora mismo el efecto albedo de las nubes (enfriamiento) es mayor que su efecto invernadero (calentamiento). No obstante, la evidencia apunta a que, con la crisis climática, las nubes están cambiando y empezando a favorecer el efecto calentador en lugar del enfriador.
Mejores herramientas de análisis para un efecto complejo
Para entender esto, hay que explicar que la actividad humana —quema de combustibles fósiles, cambios en el uso del suelo, emisiones de partículas contaminantes— ha hecho aumentar la concentración de aerosoles y que eso tiene impacto en la formación de nubes y en la temperatura global del planeta, explica el IPCC. Así, al haber más aerosoles, se forman más nubes, por lo que se refleja más energía solar de vuelta al espacio. Por esto, se considera que el aumento de aerosoles ha favorecido el enfriamiento, contrarrestando parte del calentamiento global. Sin embargo, continúa el IPCC, las políticas climáticas de los firmantes del Acuerdo de París buscan reducir las emisiones de efecto invernadero y otros contaminantes, lo que hace disminuir estos aerosoles emitidos, reduciendo este efecto de enfriamiento.
Los modelos climáticos más recientes con los que trabaja el IPCC apuntan a que la cantidad de nubes bajas (las que producen mayor albedo) se reducirá, mientras que las nubes altas (las que generan más calentamiento) cada vez estarán más altas. Ambos procesos aumentan la temperatura del planeta.
Este proceso por el que las nubes interactúan con el clima se llama mecanismo de retroalimentación de las nubes (cloud feedback), como recoge el IPCC. Aunque se esté avanzando en ello, este mecanismo ha sido, históricamente, una de las incertidumbres más importantes en las ciencias del clima.
De esta incertidumbre también surgen los bulos. Skeptical Science, web de divulgación dedicada a contestar a desinformaciones climáticas, recoge ejemplos de científicos “escépticos” que aprovechan estas lagunas de conocimiento para decir que las nubes reducirán el calentamiento global y enfriarán el planeta.
Lo que no sabemos con seguridad sobre el efecto de las nubes en el cambio climático
Hay ciertos aspectos de las interacciones de las nubes con el clima y su evolución con el cambio climático sobre los que sigue habiendo una incertidumbre considerable.
Un primer punto de incertidumbre es dónde se encuentra el punto de inflexión en que las nubes pasarían a calentar el planeta más que a enfriarlo, señala a Maldita.es Ernesto Rodríguez Camino, presidente de la Asociación Meteorológica Española. Explica que ese punto de inflexión causar “una reducción abrupta de la cubierta de nubes, con efectos muy negativos calentando adicionalmente la Tierra”.
“Algunos trabajos que usan modelos de muy alta resolución sugieren que si se sobrepasa una concentración de 1.200 partículas por millón de CO2, lo que equivale a un calentamiento algo superior a los 4 ºC, podría atravesarse ese punto de inflexión”, continúa. Ahora mismo (mayo de 2024), la concentración de CO2 en la atmósfera es de 426,9 ppm, según el Observatorio de Mauna Loa.
Camino explica que, con el calentamiento global, las nubes bajas se hacen cada vez más delgadas, entrando en un bucle creciente: “Mayor calentamiento da lugar a menor cubierta (son más delgadas), que a su vez favorece un mayor calentamiento que a su vez reduce la cubierta, y así sucesivamente”.
En segundo lugar, el IPCC indica que el aumento de la concentración de aerosoles proveniente de la actividad humana podría retrasar las precipitaciones y hacer que las nubes duren más tiempo, aumentando el efecto albedo y con ello aportando más enfriamiento. El grupo de expertos coincide en que existen incertidumbres sobre este retraso de las lluvias y son necesarias más investigaciones al respecto.
En tercer lugar, como decimos, las políticas climáticas que buscan reducir las emisiones de efecto invernadero y otros contaminantes disminuiría los aerosoles y reducirían este efecto enfriamiento, pero son compromisos políticos: si estas políticas —reducción de emisiones— no se cumplen, este comportamiento podría no suceder.
Por último, aunque es cierto que los mecanismos de retroalimentación de las nubes cada vez se entienden mejor gracias a la mejora de los modelos climáticos, todavía existen importantes lagunas. Aunque se haya avanzado mucho, un documento de la Unión Europea con análisis de participantes del IPCC destaca que el cloud feedback sigue siendo un campo donde hay que investigar más, concretamente sobre cómo se comportan las nubes altas (que tienen efecto calentador) en las zonas tropicales.
Créditos de imagen destacada: Jenny Laird.