La relación entre la lluvia y el calor es complicada. A veces podemos ver cómo una tormenta de verano (que no es diferente de las tormentas del resto del año) baja temporalmente la temperatura ¿Pero cuál es el efecto del calor en la lluvia y viceversa?
En el corto plazo, si hablamos del tiempo meteorológico que hay en un lugar y momento concretos, no es el calor el que reduce las lluvias, sino que las mismas condiciones de la atmósfera que hacen que suban las temperaturas son las que reducen las posibilidades de que haya lluvias importantes. Por otro lado, un suelo seco permite que la energía del sol suba más las temperaturas porque no se “gasta” en evaporar el agua.
En el largo plazo, a escala climática, el cambio climático hará que se alteren los patrones de lluvia en todo el mundo. En este contexto, más calor también podría producir que llueva más, porque aumenta la evaporación del agua, haciendo que llegue a la atmósfera, y porque el aire cálido tiene más capacidad de acoger vapor de agua que el aire frío.
Vamos con la respuesta larga. En el tiempo atmosférico (a corto plazo), las mismas condiciones atmosféricas que elevan las temperaturas son las que impiden la formación de nubes. “No es que el calor haga que llueva menos, sino que la situación meteorológica que hace que haga calor (como el aire muy cálido y seco y los cielos despejados) impide que haya una situación de lluvias significativas”, señala a Maldita.es Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
¿Y al revés? ¿Poca lluvia hace que aumente la temperatura? Volvemos a la misma situación, explican desde la AEMET: “La situación meteorológica que hace que no llueva es la que provoca la subida de temperaturas”. No obstante, si tenemos en cuenta la humedad del suelo, sí podemos decir que hay cierta influencia en algunos casos.
“Si hemos tenido unos días muy lluviosos y luego llega una situación de cielos despejados, parte de la radiación solar va a evaporar ese agua y eso reducirá potencialmente la temperatura porque no se dedica toda la energía del sol a calentar la superficie como hubiese ocurrido de estar seco el suelo”, continúa Rubén del Campo. Por lo tanto, los suelos secos pueden contribuir a que haga más calor porque toda la energía solar se centra en calentar la superficie en vez de gastar parte en evaporar el agua.
A nivel de clima (a largo plazo), el cambio climático intensificará el ciclo del agua (las regiones húmedas se vuelven más húmedas y las regiones secas más secas) a medida que aumenten las temperaturas globales, con las precipitaciones más variables dentro de las estaciones y de un año a otro. Un clima más cálido intensificará los fenómenos meteorológicos y estacionales muy húmedos y muy secos, según el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en su sexto informe.
Se estima que a causa del cambio climático, las precipitaciones aumentarán en algunas regiones y disminuirán en otras. Subirán en las latitudes altas, el océano Pacífico ecuatorial, las regiones húmedas de latitudes medias y las regiones monzónicas. En cambio, las proyecciones indican que disminuirán en muchas regiones secas de latitudes medias y subtropicales. Además, las precipitaciones extremas aumentarán en intensidad y frecuencia en la mayoría de las zonas terrestres de latitud media y en las regiones tropicales húmedas, indica el IPCC.
Una temperatura global mayor aumenta la capacidad de la atmósfera de retener vapor de agua porque depende de la temperatura. Además, en este contexto habrá más evaporación de agua en los océanos, por lo que “potencialmente podría llover más”, aclara el portavoz de la AEMET.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 02/08/2023