Sombrilla, toalla, arena, mar... y, a nuestro pesar, actualmente son los microplásticos los encargados de cerrar esta veraniega enumeración. Hoy por hoy no podemos ignorar el problema que suponen estas partículas en los océanos de todo el mundo: piezas diminutas de material plástico cuyo tamaño suele ser inferior 5 milímetros y que interfieren en la vida y salud de los organismos marinos.
Nos habéis preguntado por ellos y por una de las consecuencias que, supuestamente, podrían haber originado: que una especie concreta de coral, el Astrangia poculata, haya reorientado su alimentación y prefiera estos microplásticos frente a su comida habitual. Pero no, el estudio del que procede la información no indica que el coral prefiera de forma natural el plástico a su alimento, sino que estas partículas sintéticas inhiben su ingesta de nutrientes.
Es cierto que la investigación, publicada en The Royal Society Publishing y en el que se basan diferentes textos posteriores, detectó un promedio de más de 100 partículas microplásticas por pólipo (los “individuos” que forman la colonia del coral) en muestras de esta especie tomadas en Rhode Island (Estados Unidos).
Según el estudio, las pruebas de alimentación experimental, en las que se proporcionaba a los corales perlas de microplásticos y huevos de camarón del mismo diámetro, revelaron que los corales escogían las primeras al confundirlas con posibles presas, lo que les hizo consumir hasta 50 microgramos del material sintético.
"Pero este no concluye de ninguna manera que el coral esté 'adaptado' a los microplásticos y que pueda prescindir de su alimento normal", explica a Maldita Ciencia Susana Enriquez, investigadora del Laboratorio de Fotobiología en la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales de Puerto Morelos (México). "Todo lo contrario, dice que al llenarse de microplásticos la cavidad gastrovascular del pólipo (el equivalente a su estómago), es muy posible que este ya no pueda 'comer más'", añade.
"Algunas de las conclusiones (todavía habría que considerarlas hipótesis de trabajo) sugieren que la ingesta de microplásticos podría causar un impacto muy negativo sobre la salud del coral, al reducir el esfuerzo de alimentación del pólipo y servir de vía de entrada a microorganismos con potencial infeccioso", indica Enriquez.
Según Gema Hernández-Milian, bióloga especializada en ecología alimentaria de mamíferos marinos, la mayoría de los plásticos que se están utilizando en los laboratorios son los llamados 'plásticos vírgenes', es decir, comprados directamente al productor de plásticos. Pero cuando estos llegan al agua (ríos o mar) actúan como superficies de atracción de contaminantes hidrofóbicos (que no les gusta el agua). "Por tanto, se pueden convertir en vectores de estos contaminantes", añade Hernández. Contaminantes que, en este caso, infestarían al coral.
Según los investigadores, los hallazgos, además de detallar mecanismos específicos por los cuales los microplásticos amenazan a los corales, sugieren que el Astrangia poculata, que tiene un gran rango costero, puede servir como un bioindicador útil y una herramienta de monitoreo para la contaminación microplástica.
Primera fecha de publicación de este artículo: 08/07/2019