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Metales pesados, radiación e imanes: desinformaciones sobre el episodio de calima sahariana que te están intentando colar

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Desde el pasado lunes, 14 de marzo, España está siendo testigo de episodios de calima sahariana procedente del norte de África. Sus características principales son la presencia de partículas secas en suspensión que, además de interferir negativamente en la calidad del aire, también pueden repercutir en nuestra salud. 

A raíz de este fenómeno, nos habéis preguntado por diferentes contenidos, en su mayor parte falsos o desinformadores, que alertan sobre la presencia de metales pesados y radiación en esta gran nube de polvo mineral, así como por varios vídeos que señalan que los restos secos de las ‘lluvias de barro’, consecuencia del arrastre que el agua hace de las partículas suspendidas, “se imantan”. En Maldita.es te explicamos cada una de estas supuestas afirmaciones. 

No nos “están echando metales pesados”: el origen de la nube de polvo mineral es la borrasca ‘Celia’, que ha arrastrado los materiales minerales desde el norte de África

Entre los contenidos por los que nos habéis preguntado, podemos leer afirmaciones como que “nos están echando metales pesados otra vez y dicen que es la calima”. Otros hacen referencia a un supuesto “envenenamiento aéreo” que, en unos días, hará que los hospitales se llenen con “gente reventada a metales pesados y los emisores de radiación a toda máquina”. Para terminar, añade que nos referimos a este evento como ‘calima’ cuando, en realidad, “nos están fumigando”

Como hemos explicado en Maldita.es, esta nube de polvo mineral que ha coloreado cielo, coches y pavimentos en las últimas horas procede del Sáhara. Su irrupción “se debe en realidad a la posición de la borrasca Celia, al suroeste de la península, que ha permitido el ascenso de una masa de aire cálida y muy seca, con polvo”, explica en Twitter Mar Gómez, doctora en Físicas y responsable de meteorología eltiempo.es

Es decir, tanto la posición geográfica de la borrasca como la circulación ciclónica asociada a ella son los factores que “han provocado el ascenso de la considerable masa de polvo sahariano”, añaden en su página web. Nada que ver con ‘fumigaciones’ de ningún tipo. 

De nuevo, quienes afirman esta posibilidad vuelven a señalar el concepto chemtrail, contracción de los términos chemical trail o estelas químicas que se utiliza como oposición a contrail, condensation trail o estelas de condensación (las que de forma habitual dejan los aviones al expulsar vapor de agua como parte de su funcionamiento). En los chemtrails, según estas falsas teorías, no habría vapor de agua, sino unas supuestas sustancias químicas con diversos efectos perjudiciales.

Como explicamos en Maldita.es, no existe ninguna evidencia a favor de esta conspiración, y sí muchas en contra. Para empezar, el posicionamiento público de los mayores expertos en ciencias atmosféricas, que en 2016 afirmaron no haber encontrado ninguna prueba de esta supuesta práctica.

Aunque la nube sahariana contiene elementos metálicos, estos son habituales en la naturaleza y se encuentran en escasa proporción

Hemos explicado por qué no es cierto que la calima no se trate de un fenómeno natural (lo es), lo que quiere decir que no, no nos están “fumigando”. Pero, ¿qué pasa con la parte referente a los “metales pesados”? ¿Forman parte estos componentes de la nube ocre? ¿De qué está formada si no?

Como responde la Sociedad Geológica de España (SGE), principalmente de cuarzo y otros silicatos, óxidos de hierro y algunos metales como vanadio y titanio. “Los equipos de especialistas en deposición de partículas atmosféricas [...] han determinado que estas arcillas [...] de procedencia sahariana están compuestas mayoritariamente por carbonatos de calcio y magnesio (calcita y dolomita), cuarzo (sílice u óxido de silicio; hasta el 60%), feldespatos, filosilicatos (grupo de las arcillas, como illitas o esmectitas), óxidos de hierro, manganeso, titanio, vanadio…”, señala la SGE en su página web. 

Como vemos, en estos últimos, la nube de polvo sahariana sí presenta elementos metálicos. Ahora bien, según explica a Maldita.es Nahúm Méndez, geólogo y divulgador científico, denominarlos ‘metales pesados’ es utilizar una terminología “bastante ambigua, en la que podrían entrar metales tan importantes para la vida humana como puede ser el hierro”. “Sin embargo, no vemos a nadie renunciar a un buen plato de lentejas a la hora de comer” por miedo a consumir metales pesados, reflexiona el experto. 

Aunque, como decimos, es cierto que el polvo desértico contiene titanio, vanadio, cromo y similares, estos se encuentran en una proporción y “una concentración muy baja” que “refleja muy bien la composición de las rocas en esa zona del planeta, por lo que sabemos que provienen de fuentes totalmente naturales” (otro motivo por el que sabemos que no “nos están fumigando”).

La posible presencia residual de Cesio 137 en el polvo en suspensión no supondría un problema para la salud debido a su escasa cantidad

Además de la teoría sobre los metales pesados, también están circulando tuits que hacen referencia al supuesto carácter radiactivo de estas partículas saharianas en suspensión, al que señala como “efecto boomerang”: “Tras las pruebas nucleares que Francia realizó en Argelia en los 60, las arenas del desierto quedaron contaminadas con altas dosis de radiación. La calima que hoy estáis viendo tiene trazas Cesio 137, uno de los más peligrosos del mundo”, puede leerse en uno por el que nos habéis preguntado, concretamente. 

Sin embargo, como ha explicado en Twitter Alfredo García, operador de reactor y supervisor, ingeniero de telecomunicaciones y divulgador, los datos que aportan este y otros contenidos similares, no solo están “reciclados” de titulares y noticias de 2021, sino que además se basan en un informe francés que indicaba una actividad de cesio-137 de 80.000” becquerelios por kilómetro cuadrado (Bq/km²). “Como referencia, un cuerpo humano de 70 kg de masa tiene una actividad radiactiva natural de unos 8000 Bq. Ahora el boomerang se dirige a su cara”, concluye García.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), explican, además,  que la vida-media del Cesio 137 (es decir, el tiempo en el que la mitad del isótopo de cesio emite su radioactividad y se transforma en un elemento diferente) es de aproximadamente 30 años y, desde los años 60, ha pasado alguno que otro más. 

Según la estimación que la Asociación para el Control de la Radiactividad en Occidente (ACRO) publicó en un comunicado en 2021, cuando el Macizo del Jura (al norte de los Alpes, en Suiza) se tiñó de este inusual color naranja, la presencia de Cesio 137 en el polvo procedente del Sáhara se da en "una cantidad que no tiene por qué tener efectos negativos en la salud de las personas", precisamente esos 80.000 Bq/km². Añadía, eso sí, que los datos "pueden aportar información sobre las consecuencias que sí debieron sufrir las poblaciones que residen en las zonas de donde provienen esos restos radiactivos: los saharauis".

Parte de los materiales que conforman la nube de partículas sahariana sí pueden ser atraídas por imanes debido a sus propiedades, lo que no supone un peligro

Son varios los vídeos por los que nos habéis preguntado en los que aparece un pequeño montón de ‘arenilla’ apilado tras las lluvias de barro, las mismas que arrastran el polvo que conforma la calima hasta la superficie. En las imágenes, al acercar un imán al material, este se adhiere al objeto. Se comparten con el mensaje de que las lluvias de barro “se imantan”. ¿Tiene relación este tipo de polvo con los imanes y las reacciones magnéticas? Mendez es claro al respecto: “Por supuesto”. Eso sí: no entraña peligro alguno. 

“En el polvo viajan minerales formados por óxidos de hierro, como la hematita o la magnetita. Que se vean atraídos por un imán es algo totalmente normal, natural y que no tiene ninguna repercusión más allá de la curiosidad que suscita”, explica el experto.

Carlos García Royo, geólogo miembro del Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) y piloto encargado a través del Colegio Oficial de Pilotos de Aviación de fenómenos similares, coincide en Maldita.es, en referencia al proceso de imantación que presentan las partículas, que “está relacionado con los óxidos de hierro existentes en su composición, como la magnetita”. 

Sin radiación ni metales pesados, la calima sigue siendo perjudicial para nuestra salud

Como ya hemos explicado en Maldita.es, aunque tenga origen natural, la llegada a la atmósfera de este polvo mineral en suspensión empeora la calidad del aire y tiene un impacto negativo en la salud. El motivo es el predominio de partículas muy pequeñas (inferiores a 10 e incluso a 2,5 micras, conocidas como PM10). “La inhalación de estas partículas tan finas puede resultar perjudicial para la salud (incluso aumentar la mortalidad a largo plazo), especialmente para las personas con enfermedades respiratorias crónicas”, recuerdan desde la SGE. 

Respirar las partículas en suspensión que conforman la calima “no es bueno para ninguna persona, en general, porque el pulmón no está hecho para recibir partículas de determinado tamaño”, explicaba a Maldita.es Olga Mediano, coordinadora de área de ventilación mecánica y cuidados respiratorios críticos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). “Podríamos compararlo, por ejemplo, con un lugar en el que hubiera una contaminación relevante”, añadía. 

Por eso la exposición de cualquier persona a estas partículas debería evitarse, en la medida de lo posible, durante los días más intensos de calima. De ahí que las recomendaciones sean cerrar puertas y ventanas, evitar hacer ejercicio al aire libre, andar con mascarilla y beber abundante líquido

Existen grupos de personas especialmente vulnerables a la situación, principalmente los pacientes con enfermedades respiratorias (alergias, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC…), pero también los niños, los ancianos o las embarazadas. 

“Lo que puede ocurrir [al inhalar repetidamente el aire contaminado por el polvo africano] es que aparezcan molestias a nivel local de los ojos (irritación) o de la vía aérea superior (como obstrucción a nivel de la nariz). También puede suponer un problema más importante, en caso de que lleguen al pulmón. Los bronquios podrían irritarse, cerrarse y dar lugar a tos, dificultad respiratoria, presión torácica…”, advertía Mediano, quien añadía que se trata de consecuencias “mucho menos frecuentes si la persona está sana”. 


Primera fecha de publicación de este artículo: 16/03/2022

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