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Cómo mantener a raya los picoteos poco saludables (y los hábitos diarios, en general) antes y durante las vacaciones

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Claves
  • En vacaciones solemos 'descuidar' nuestros hábitos alimentarios
  • Podemos evitar o reducir los picoteos poco saludables con organización previa
  • Una opción es llevarnos de viaje fruta lavada y cortada, frutos secos, bizcocho casero, hummus con dips vegetales o minibocadillos, por ejemplo
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Por norma general, todos tenemos determinadas rutinas y costumbres diarias. Prestamos más o menos atención a lo que comemos, a la actividad física que desempeñamos, a nuestra higiene personal y a cómo nos cuidamos. Tenemos todo más o menos “en orden” (por el momento).

¿Qué nos pasa cuando llegan las vacaciones? ¿Por qué ‘descuidamos’ estos y otros hábitos? Y, lo más importante, ¡¿por qué desde la primera parada a repostar o estirar las piernas en un trayecto más o menos largo llenamos el coche de patatas, chocolatinas, galletas y snacks que, con mucha probabilidad, no acostumbramos a consumir?! Podemos intentar evitarlo si somos conscientes de que cabe la posibilidad de que esto ocurra. La clave está en la organización, concretamente, en la organización previa. 

“Cuando cambiamos de ritmo, cambiamos de hábitos. Algunos son saludables, como dormir más; pero otros puede que no tanto”, indica a Maldita.es Aurora Gómez, psicóloga clínica. Esto, añade, aumenta cuando estamos fuera de nuestra casa, ya que podemos tener la sensación de ‘anomia’, “donde las reglas morales ya no cuentan”. La descripción perfecta de las vacaciones. 

¿Qué le pasa a nuestra disciplina durante las vacaciones? 

En vacaciones, en general, nos relajamos, que para eso están. Es muy probable que incluso salgamos de nuestro entorno habitual, lo que puede interferir en nuestros hábitos, sean los que sean. 

“Inconscientemente, muchas veces acabamos por tomarnos vacaciones en todo: no solo en el trabajo, sino también en esas ‘restricciones’ o buenos hábitos diarios que solemos seguir, incluidas la dieta y el cuidado personal. Terminamos utilizando la máxima ‘estoy de vacaciones, voy a disfrutar’”, explica a Maldita.es José de Sola, psicólogo psicoterapeuta clínico en De Salud Psicólogos.

Aunque parezca mentira, esta es la causa principal que nos hace ‘saquear’ la gasolinera en mitad de la autopista, la cafetería del aeropuerto o el carrito de snacks del tren (aunque nos moleste que de nuestra bolsa de patatas la mitad sea aire, cuestión que ya explicamos en Maldita.es). Al final, según De Sola, se trata de “compras compulsivas”.

En este contexto, y para rizar aún más el rizo en un trayecto largo previo al paraíso vacacional, “la industria alimentaria ‘viene en nuestra ayuda’ y nos ofrece multitud de snacks, perfectamente envasados, cómodos y listos para consumir, como galletas, chocolatinas, chucherías, patatas fritas… Casi siempre con ofertas increíbles y perfectamente diseñados para que se puedan comer sin mayor inconveniente en cualquier sitio”, apunta a Maldita.es el dietista-nutricionista Daniel Ursúa. 

¿Dónde está el problema? En lo de siempre: son productos de los que conviene comer cuanto menos, mejor. Suelen tener una composición perfecta de sal, azúcares y grasas que nos genera una satisfacción momentánea y nos hace entrar en un ‘modo automático’ en el que comemos sin pensar. Y no, no son muy saludables. “Si viajamos, comeremos alimentos típicos de la zona donde estemos, por lo que no parece que, empezar el viaje comiendo este tipo de tentempiés sea la mejor decisión desde el punto de vista de la salud”, señala el dietista-nutricionista.

Como adelantaba De Sola, estos momentos están condicionados por la impulsividad que, en general, tiene dos parámetros: puede estar motivado por una urgencia negativa o una positiva. El primero es el caso, por ejemplo, de cuando alguien está contrariado y se enciende un cigarro o está triste y se pone a comer chocolate. Ahora bien, la urgencia positiva también puede ser la causa de ciertos comportamientos compulsivos, ¿o nunca has celebrado un momento puntual con una cena ‘menos saludable’, una copa o… una bolsa de patatas de la gasolinera? “El estado de euforia de estar de vacaciones puede llevarnos a tener más actos compulsivos, en este caso de picoteo de comida”, aclara De Sola.  

Ahora bien, no todo está perdido. Para Gómez, lo más importante es la disponibilidad y la conveniencia: “Si vamos a un sitio, que solo tiene patatas fritas y refrescos azucarados, es fácil caer en la tentación. Pero si vamos a otro, que tiene fruta cortada, es fácil crear un buen hábito. Y lo mismo ocurre con el deporte”.

Planificación vs. comportamientos compulsivos

En general, no es fácil esquivar este tipo de comportamientos que, además, tienen mucho que ver con la personalidad. “Cada persona es un mundo, y no todos respondemos igual a los mismos parámetros. Hay quienes tienen la personalidad más impulsiva que otros”, recuerda el psicólogo. Lo que puede sernos de mayor utilidad, según De Sola, es ser conscientes de que esto, el picoteo innecesario, puede ocurrir. 

“Lo más probable es que una persona que suele picotear o abusar, ya sea cuando está bien o está mal (emocionalmente hablando), es que al ir de vacaciones tienda a ‘ponerse morada’. A modo de consejo de calle: vigílate al salir de la rutina. Si hacemos un poco de introspección nos daremos cuenta de si hay más o menos probabilidad de que nos terminemos hinchando a patatas fritas o chocolate” y, por lo tanto, será más fácil asumir un papel activo poniendo freno a ese comportamiento. 

Pero esto no solo les pasa a quienes tienen tendencia a la impulsividad. Ponte en situación: día sin nada que hacer, en casa, durante horas y horas seguidas. ¿Cuántas veces te levantas, vas a la cocina, abres la nevera y vuelves a comprobar (por milésima vez) que, efectivamente, no hay nada nuevo ni que te apetezca? No solo nos da por comer por adicción, también por aburrimiento. 

“Cuando vamos a viajar, especialmente si lo hacemos con niños pequeños, uno de los ‘enemigos’ a combatir es el aburrimiento”, explica Ursúa. “La comida puede ser una estupenda fuente de placer, por lo que no es de extrañar que ante un viaje largo nos apetezca echar mano de ella”, también buscando entretenernos.

En ambos casos, ya sea por tendencia a la compulsividad o por aburrimiento, la solución es la organización, anticiparse al problema. Buscar fuentes de entretenimiento alternativas, como música, juegos, películas o libros (en caso de que no nos mareemos)... 

“También es interesante que planifiquemos nuestra comida: si llevamos una bolsa isotérmica podemos llevar fruta lavada y cortada, frutos secos, bizcocho casero, hummus con dips vegetales o minibocadillos, por ejemplo. Hay muchas opciones que nos pueden ayudar a sobrellevar el hambre o el aburrimiento de manera saludable”, propone Ursúa.

¿Quiere esto decir que tenemos prohibido cualquier producto ultraprocesado durante el viaje? Negativo. Está claro que, como concluye Ursúa, “estamos de vacaciones y queremos disfrutar”. “La idea es que tengamos alternativas que permitan que los ultraprocesados sean la excepción y no la norma”. 

En definitiva: “Si el viaje va a ser largo y, o bien tengo una personalidad que tiende a la compulsividad o me aburro con facilidad, lo mejor es ser consciente de ello. Si puedo planificarme un piscolabis saludable, evitando así atracar la gasolinera de turno, mejor que mejor”, concluye De Sola.  

Este contenido es apoyado por la iniciativa “Alimentando el cambio” de DANONE EDP en el que Maldita.es colabora elaborando contenidos independientes según su metodología.


Primera fecha de publicación de este artículo: 12/08/2021

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