La alimentación de nuestras mascotas es una parte esencial de su cuidado. Conocer qué pueden comer y qué no o en qué cantidad es adecuado que lo hagan es fundamental para su salud. En el caso de los perros, alimentos como el chocolate, la cebolla, o el aguacate pueden resultar dañinos si se les da en grandes cantidades. Lo mismo sucede con plantas que no son aptas para el consumo de mascotas, como el ajo, el orégano o la planta del tomate. Pero, ¿qué sucede con el tomate en sí? ¿Es o no un mito que los perretes no puedan comer esta fruta?
Lo cierto es que los perros sí pueden consumir tomates crudos. Eso sí, solo cuando están maduros, sin semillas y en cantidades moderadas. Mercedes González, veterinaria y maldita que nos ha prestado sus superpoderes para explicar cómo toleran los perros este alimento, explica que se les puede dar, por ejemplo, como premio o utilizarlo como ingrediente extra en su dieta habitual, cortándolo en dados tras lavarlo correctamente y eliminando las semillas.
Lo que no es recomendable es que nuestras mascotas ingieran tomates que aún estén verdes. Estos vegetales sin madurar tienen mayor concentración de solanina y tomatina, alcaloides tóxicos, que en los que están maduros. De esta manera, el consumo de sus tallos y hojas puede provocar vómitos, diarrea y malestar abdominal en el animal.
Tampoco se recomienda que coman preparados a base de tomate para consumo humano, como salsas, por su composición: azúcar, sal e ingredientes tóxicos para ellos, como la cebolla, el ajo u otros aditivos.
González apunta que algunos preparados comerciales de comida para perros utilizan la pulpa de tomate. "Forma parte de una fórmula equilibrada aportando los nutrientes que el perro necesita", explica. Estos suelen incluir entre un 3% y 7% en su composición, pero no hay una dosis estándar recomendada para los perros.
Se aconseja consultar con un veterinario cuando el perro pruebe un alimento que no haya comido antes. "Si un perro ingiere tomate y tiene intolerancia, puede mostrar síntomas gastrointestinales como falta de apetito, náuseas, vómitos, diarrea, o signos cutáneos en el caso de que sea una alergia alimentaria", explica González.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la maldita Mercedes González, veterinaria.
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Este artículo forma parte del 30º consultorio de Maldita Alimentación