“La desesperación de la sequía nos hizo pensar que había aviones que evitaban la lluvia”. Felipe Gómez, agricultor de Aguarón (Zaragoza), cuenta cómo en la primavera de 2023 la idea de que alguien estaba manipulando el clima caló entre los trabajadores del campo. A finales de mayo del año pasado, prácticamente toda la cuenca del Ebro estaba en sequía prolongada y, aunque este año las lluvias son mejores, el mensaje de que la sequía se está provocando artificialmente ha seguido circulando, especialmente durante las protestas de los agricultores.
“Hay gente que está convencida. Y yo lo estaba hasta que empecé a hablar con otras personas”, continúa Gómez, que dejó de creer en las fumigaciones antilluvia al preguntar a unos amigos que trabajaban en la base militar de Zaragoza. “Ahora tiendo a pensar que cuando quiere llueve y cuando quiere no llueve. Pero hay mucha gente, mucha, mucha, mucha gente en las redes sociales –en Catalunya, que ha llovido muy poquito, en Alicante…– convencida de que nos están manipulando el clima”.
Tal cual la cuentan algunos, es una historia cargada de épica: los Gobiernos del mundo se alían en secreto para controlar el recurso del que más dependemos los humanos, el agua, pero sólo unos pocos se dan cuenta de la realidad. Desde el punto de vista psicológico, es habitual que estas teorías resulten más sencillas de creer e interiorizar que los complejos procesos científicos por los que en una región u otra deja de llover.
Hablemos del yoduro de plata
“¿Lo de las avionetas?”. Es la frase con la que muchos responden al ser preguntados por este tema. Pero en realidad no hay aviones ni estelas que provoquen sequía en España.
De todo lo que se dice sobre el supuesto control del clima, hay algo con una base real: la siembra de nubes con yoduro de plata, que actualmente se practica por parte del Estado en zonas agrícolas de Aragón y Madrid para reducir el impacto del granizo sobre los cultivos.
La forma de operar es la siguiente: en las horas previas a una tormenta de granizo, varios generadores de yoduro de plata instalados en el suelo liberan una pequeña cantidad de este compuesto químico sobre la corriente de aire ascendente que se está elevando hacia la nube. La clave es que la estructura cristalina del yoduro de plata es similar al hielo. Por eso, si llega a la nube en el momento adecuado, aumentará el número de puntos alrededor de los cuales se forma una bola de hielo o granizo, dando lugar a más bolas de granizo, pero más pequeñas, explica a Maldita.es José Luis Sánchez Gómez, físico investigador en la Universidad de León. “Si hay suerte, los granizos reducidos pueden llegar a descongelarse” y quedar como lluvia, continúa el experto.
La siembra de nubes no afecta al clima, que son las condiciones medias de temperatura, precipitaciones, vientos y otros elementos que se registran en un lugar durante varios años, sino al tiempo atmosférico, es decir, esas mismas condiciones pero en un momento concreto. Además, aunque otros países sí las utilizan, en España no hay avionetas ni aviones implicados en la lucha antigranizo y por lo tanto la siembra de nubes no deja estelas.
Por otro lado, “no es un sistema milagroso porque el granizo sigue cayendo”, aclara Fernando Peligero Domeque, director gerente del Consorcio Antigranizo de Aragón. “El mecanismo más eficaz es poner una malla sobre el cultivo, pero eso es muy costoso. Sin embargo, en la siembra de nubes la eficiencia es muy alta porque con bajo coste se puede conseguir que disminuya la energía con la que cae el granizo”, explica.
La ley de aguas y la “modificación artificial” del tiempo
En España, la Ley de Aguas y el reglamento que la desarrolla indican que sólo el Estado puede “modificar artificialmente” el tiempo y que, si esta modificación busca “evitar precipitaciones en forma de granizo”, deberá extenderse una autorización expresa. Es decir, que las redes antigranizo de Zaragoza y Madrid deben pedir permiso al organismo encargado de gestionar el agua en su región y que los permisos obtenidos serán decisiones públicas. Por eso circulan por redes sociales fragmentos de boletines oficiales hablando de esta técnica y señalando ese entrecomillado, el de “modificar artificialmente” el tiempo.Se pueden encontrar menciones, por ejemplo en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid en 2020 , en 2021 y en 2022. Sin embargo, lo cierto es que la Confederación Hidrográfica del Tajo, responsable de gestionar el agua en Madrid, dice a Maldita.es que otorgó la primera autorización en 2018. En el caso de Zaragoza, el director del consorcio antigranizo afirma a Maldita.es que la Confederación Hidrográfica del Ebro nunca ha aprobado sus solicitudes de autorización para la siembra de nubes, así que desde que se constituyó la entidad en 2002 “ninguna” de sus campañas ha contado con autorización.
Las desinformaciones sobre el yoduro de plata: que provoca sequía y que es tóxico para el medioambiente
En Used, un pequeño municipio al sur de Zaragoza, el actual alcalde es también el creador de la Plataforma “¿Quién seca nuestros campos?”, que impulsó convencido de que los cañones antigranizo de su comarca y algunas avionetas estaban detrás de la falta de lluvias. La plataforma reclamaba una investigación en este sentido y mostraba preocupación por el efecto del yoduro de plata en el medioambiente. En 2016, la comarca Campo de Daroca, que incluye a Used, dejó de formar parte del consorcio antigranizo de Aragón y actualmente no practica la siembra de nubes. Su historia simboliza algunas de las desinformaciones más comunes que rodean a esta técnica.
El yoduro de plata no puede provocar sequía porque su objetivo es, precisamente, forzar la lluvia. Al aumentar los núcleos de congelación de la nube “no cambia la cantidad de agua que contiene, sólo la forma en que se congela” para que los granizos caigan más pequeños, explica José Luis Sánchez. Los estudios científicos que han analizado esta técnica en distintos lugares del mundo, como los realizados en China en 2010 y 2021 y en España y Francia en 2016, coinciden en que tanto el objetivo como el resultado de la siembra es un aumento de la precipitación.
Otro motivo es que esta técnica se activa muy pocos días al año. Tanto en Aragón como en Madrid, la campaña antigranizo abarca los meses de mayo a septiembre, pero los generadores sólo se encienden si hay riesgo de granizada. “Son menos de 10 días de encendido por campaña. Y esos días, los encendidos duran dos, tres, cuatro horas”, explica Vicente Díez de la Torre, el ingeniero agrónomo de la Cámara Agraria madrileña, que mantiene una red de 14 generadores. En Aragón, según cuentan desde el consorcio a Maldita.es, hay actualmente 32 generadores operativos que se encienden entre 30 y 40 días por campaña, es decir, en torno al 10% de los días de un año.
“Nuestra red antigranizo lleva funcionando desde 1976. En 2022 iniciamos una renovación de la red, pero, como siempre ocurre con estas cosas, los plazos se fueron retrasando y nos plantamos en el inicio de la campaña sin tener instalados los equipos. Ese año hubo sequía y todo el mundo le echó la culpa a la Cámara Agraria, pero fue justo el año en que no hicimos defensa antigranizo ni un solo día. En 2023 sí se encendió y tuvimos un octubre muy húmedo”, añade como anécdota el ingeniero de la cámara agraria madrileña.
Por otro lado, sobre el supuesto uso de avionetas, tanto el consorcio antigranizo de Aragón en declaraciones a Maldita.es como los documentos publicados por la propia plataforma ¿Quién seca nuestros campos?” muestran que en los años 80 se usaron avionetas en dos experimentos de siembra de nubes junto al aeropuerto de Zaragoza. Pero según Fernando Peligero no se han vuelto a utilizar para la defensa antigranizo y, en cualquier caso, el yoduro de plata no puede secar las nubes.
Varios estudios recientes han analizado el posible impacto ambiental de la siembra de nubes con yoduro de plata, dos de ellos dirigidos por Jesús Causapé, un experto en hidrología del Instituto Geológico y Minero de España que además es natural de Used y amigo personal de su actual alcalde.
Según los resultados obtenidos hasta ahora, tanto en esos estudios recientes como los que comenzaron en los años 70, la concentración del yoduro de plata en el medioambiente es demasiado baja para ser dañina. Por un lado, estudios realizados en condiciones de laboratorio han comprobado que “grandes cantidades” de yoduro de plata acumuladas en una zona pueden afectar “moderadamente” a su fauna y su flora. Por otro lado, estudios realizados en condiciones reales no han encontrado concentraciones suficientes de yoduro de plata en el medioambiente para causar ese impacto.
Entre estos últimos está el publicado por Causapé en 2021. El trabajo analizó la concentración de plata en el agua de lluvia tanto en las zonas de Zaragoza donde aún se sigue realizando siembra de nubes como en las que salieron del consorcio en 2016. Excepto en las muestras tomadas a pocos metros de los generadores, las concentraciones solían estar por debajo de los umbrales legales.
En un segundo estudio, Causapé investigó la posible acumulación de plata en el agua, la fauna y la flora, concluyendo que los niveles encontrados eran menores de lo esperado tras décadas de campañas antigranizo. Pero sí hallaron cierta concentración del compuesto en algunos campos de cereal y en dos ovejas. Esto demuestra que la plata “es asimilada por la flora y la fauna, así que está claro que se puede transmitir a la cadena trófica”, explica Causapé a Maldita.es. No obstante, “de momento y aunque no hay mucho legislado parece que los niveles no son preocupantes”, continúa el experto.
“Nosotros seguimos indagando adónde va a parar el yoduro de plata emitido desde hace tantos años porque es una incógnita que no se encuentre acumulado en sedimentos de los humedales”, continúa el científico. De momento, la hipótesis es que esa plata se ha ido absorbiendo de forma constante por parte de las plantas y que eso ha evitado el deterioro ambiental de la zona estudiada, que incluye la laguna protegida de Gallocanta.
Chemtrails: el viejo conocido de las teorías conspirativas
Mientras que la siembra de nubes es una historia real pero tergiversada, sobre el supuesto control del clima hay una historia completamente equivocada y desinformadora: la conspiración de los chemtrails. Esta idea nació en Estados Unidos en los años 90 y defiende que las estelas de condensación que dejan los aviones al volar son en realidad el rastro de distintas sustancias químicas que se rocían sobre la población con varios fines, desde esparcir enfermedades hasta frenar la lluvia.
Todo está explicado ya sobre esta teoría conspirativa y su falta de lógica, pero lo cierto es que casi un 20% de la población española cree que el ser humano está cambiando el clima fumigando desde aviones, según una encuesta de la organización internacional More in Common facilitada a Maldita.es. La idea tiene una acogida especial entre los votantes de Vox (el 35% se cree este bulo), aunque también es común entre jóvenes y en el mundo rural.
Geoingeniería: por ahora, son hipótesis científicas de “riesgo inasumible”
Al hablar sobre estas supuestas modificaciones del clima, con frecuencia se usa también la palabra geoingeniería. Pero, de nuevo, en esto hay un poco de verdad y mucha falta de contexto. La geoingeniería es un nuevo campo de estudios que investiga si es posible contrarrestar el calentamiento global provocando un enfriamiento en la atmósfera a escala planetaria. Este enfriamiento se conseguiría reduciendo la cantidad de rayos solares que entran en la Tierra, por ejemplo, introduciendo diminutos cristales de azufre en las nubes para que funcionen como un espejo hacia el exterior, imitando lo que ocurre de forma natural tras algunas erupciones volcánicas.
Esta sería la más estudiada y con más potencial de un conjunto de técnicas que llevan investigándose más de una década. Pero actualmente “no hay ninguna tecnología madura para aplicar las opciones de modificación de la radiación solar”, como indica el propio grupo intergubernamental de Naciones Unidas para el cambio climático, el IPCC, que ha analizado exhaustivamente las cuatro principales. El grupo de expertos concluye que estas técnicas podrían compensar el calentamiento global, pero que su potencial para introducir nuevos riesgos en el planeta aún se desconoce.
La Comisión Europea dijo el verano pasado que “no considera que la geoingeniería sea la solución al cambio climático porque no aborda la raíz del problema”, que es el aumento de las emisiones de efecto invernadero como consecuencia de las actividades humanas. Además, ve la modificación de la radiación solar como “un riesgo inasumible para los humanos y el medioambiente” por desconocerse sus “impactos”, aunque aboga por continuar las investigaciones.
Dedicar tiempo a la pedagogía
Es habitual que los desinformadores tomen un punto de partida real (a pequeña escala se puede hacer que una nube descargue agua o los aviones dejan estelas en el cielo) y lo exageren para hacer creer a la gente algo totalmente falso (la sequía es porque nos fumigan). Si a esto se le añade la mezcla de conceptos y la complejidad técnica, es más sencillo confundir a la gente, pues desenredar esa maraña requiere un tiempo que la mayoría no tiene.
Luis Aguado Alba, de More in Common, cuenta que en torno al 70% de la población española sigue pensando que el cambio climático “es un problema real y está provocado por la acción humana”, según una encuesta que repitieron en 2021 y 2024. “A pesar de la expansión de teorías de la conspiración, los grandes consensos en torno al cambio climático en España no se han visto afectados y el negacionismo ‘puro’ es totalmente residual, pero evidentemente embarran el debate y obligan a dedicar tiempo a la pedagogía o a desmentir bulos”.
“Son creencias que no tienen ninguna razón de ser y nos hacen gastar dinero en demostrar lo que tienen que demostrar otros”, dice Fernando Peligero. Cuenta que desde el consorcio han convocado reuniones para explicar lo que hacen junto a catedráticos de universidad para que lo expliquen. “Pero vas a un auditorio de 300 personas y después de dar la explicación, salta un ganadero o un agricultor y te dice: ‘usted dirá lo que quiera pero yo cuando se ponen las tormentas y veo dos aviones, desaparecen las tormentas, y no me creo nada de lo que dice’. Contra eso… ¿qué puedes hacer?”.
Este reportaje de Maldita.es fue publicado originalmente en La Vanguardia en el marco del proyecto Clima Informa para prevenir la desinformación relacionada con clima y medio ambiente