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Qué dice la ciencia sobre el efecto de una guerra nuclear "pequeña" en el clima y el medioambiente y por qué esta idea no se promueve

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Literatura científica

En los últimos días circulan contenidos que exploran la posibilidad de que Rusia utilice armamento nuclear en el marco de la guerra contra Ucrania. En este contexto, Donald Trump Junior, el hijo mayor del expresidente de Estados Unidos, ha dicho en su perfil de Facebook que “hay gente hablando de cómo una guerra nuclear pequeña –no una grande porque sería algo malo, pero sí una pequeña– podría ser buena para el calentamiento global” [min. 1:05].

En algunos estudios científicos se han analizado las consecuencias que una guerra nuclear regional podría tener para el medioambiente. Los efectos incluyen un enfriamiento de las temperaturas, pero también menos precipitaciones, lo que reduciría la producción de alimentos a nivel mundial. También prevén un adelgazamiento de la capa de ozono. Los autores de estos estudios destacan que su objetivo es prevenir las guerras nucleares e informar de sus consecuencias, no señalar posibles beneficios frente al calentamiento global. Te lo explicamos.

Bajada de temperaturas, menos producción de alimentos y reducción de la capa de ozono

El impacto de una guerra nuclear mundial se ha estudiado en muchas ocasiones, hablando de un posible “invierno nuclear”. Pero los científicos que han analizado posibles guerras nucleares ‘más pequeñas’, sobre todo entre India y Pakistán, coinciden en el tipo de efectos que tendrían y en que sus consecuencias serían negativas para el planeta en su conjunto.

Un estudio de varias universidades de EEUU, publicado en 2020, analiza los efectos de un conflicto nuclear entre ambos países asiáticos utilizando modelos matemáticos. Concluye que un enfriamiento repentino de la temperatura, junto con cambios en las precipitaciones y en la radiación solar podrían interrumpir la producción y el comercio de alimentos en todo el mundo durante una década aproximadamente, lo que tendría “mayor impacto que el cambio climático antropogénico”.

La guerra podría emitir más de cinco millones de toneladas de hollín a la estratosfera (5 Tg), lo que provocaría un descenso de 1,8 ºC en la temperatura media global, según el estudio. Es decir, las explosiones “inyectarían a las capas altas de la atmósfera una cantidad ingente de aerosoles que bloquearían la radiación solar” disminuyendo la temperatura, explica con más detalle Víctor Resco de Dios, profesor de incendios forestales y cambio global de la Universitat de Lleida, en The Conversation.

El hollín impulsado a la atmósfera desencadenaría también una reducción del 8% de las precipitaciones durante al menos cinco años. La menor radiación solar, el enfriamiento del clima y este descenso en las precipitaciones reducirían un 12,4% las calorías producidas mediante el maíz, trigo, arroz y la soja, cereales muy importantes para el sistema alimentario. Además, el hollín reduciría el ozono estratosférico, aumentando la radiación ultravioleta en la superficie terrestre.

En 2019, otro estudio analizó el creciente arsenal nuclear indio y pakistaní y concluyó que, si se desprendían hasta 36 millones de toneladas de hollín a la atmósfera (36 Tg), la luz solar se reduciría, enfriando la superficie un máximo de 5 ºC y disminuyendo las precipitaciones hasta un 30%, daños que tardarían en recuperarse más de 10 años. Esto podría traer “hambrunas masivas” porque se reduciría la capacidad de producir alimentos tanto en la tierra como en los océanos. Una investigación de 2013 realizada con modelos diferentes “corroboró las investigaciones previas con respecto a los impactos atmosféricos”.

Más allá de India y Pakistán, en 2011, el experto en modelos climáticos de la NASA Luke Oman y sus compañeros de la Universidad de Colorado Boulder estudiaron lo que una guerra nuclear limitada podría implicar para el planeta y presentaron sus resultados en un congreso científico. Analizaron la detonación de 100 bombas como las empleadas contra Hiroshima, que eran menos del 0,03% del arsenal mundial en aquel momento, y concluyeron que las temperaturas caerían algo más de 1 ºC en los primeros tres años tras el conflicto y que la lluvia se reduciría una media del 10%.

Los estudios buscan informar sobre las consecuencias negativas de las guerras nucleares, según sus autores

En los estudios científicos, este enfriamiento del clima no se señala como un beneficio de las guerras nucleares pequeñas contra la crisis climática. Por ejemplo, en el de 2020, los autores destacan que era necesario “informar al público y a los responsables de políticas en vista de la proliferación y el conflicto nuclear” debido, en ese caso, a las disputas territoriales por la región de Cachemira entre India y Pakistán.

El publicado en 2013, por su parte, dice que el enfriamiento nuclear “probablemente aumentaría la gravedad del daño humano en todo el mundo” y que “el mejor seguro contra un desarrollo tan catastrófico sería la deslegitimación de las armas nucleares”.

En cuanto a los medios de comunicación, sí que algunos en 2011 destacaron que una guerra nuclear regional podría “revertir” o “detener” el calentamiento global más que el resto de sus impactos medioambientales, pero no fue siempre el caso, pues la revista Time tituló que las armas nucleares eran “la amenaza ambiental más urgente” ese mismo año. Y las publicaciones divulgativas más recientes han señalado de forma general “las repercusiones climáticas de una guerra nuclear” (The Conversation) o que “la guerra nuclear causaría una hambruna mundial” (Ncar Ucar).

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