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Por qué una zona de la selva amazónica ya emite más CO₂ del que absorbe y qué significa eso para el medioambiente

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La selva amazónica siempre ha actuado como un sumidero de CO₂, es decir, una zona que extrae y almacena CO₂ de la atmósfera atenuando el efecto invernadero. Pero la degradación que sufre la selva desde hace décadas está aumentado sus emisiones y algunas zonas ya emiten más dióxido de carbono del que pueden absorber. Es lo que sospechaba la comunidad científica y lo que corrobora un nuevo estudio publicado en la revista Nature que te explicamos en Maldita.es.

La selva absorbe CO₂ con la fotosíntesis y lo expulsa por la respiración vegetal

La Amazonia es el bosque tropical más grande de la Tierra. Se extiende a lo largo de siete millones de kilómetros cuadrados, una superficie similar a la de Australia. La selva amazónica intercambia CO₂ con la atmósfera de forma constante, tanto emitiendo como absorbiendo este gas.

La absorción de CO₂ se produce a través de la fotosíntesis, pues durante el día las plantas utilizan la luz solar y el dióxido de carbono de la atmósfera para producir su alimento, y como resultado emiten oxígeno. Por las noches, las plantas respiran, tomando oxígeno y expulsando dióxido de carbono. Otro proceso natural que devuelve CO₂ a la atmósfera es la descomposición de las hojas, raíces y compuestos orgánicos que componen la selva.

“Al haber tanta masa forestal, [la selva amazónica] era una fuente gigantesca de fijación de CO₂” a través de la fotosíntesis, explica Javier Baura, licenciado en Ciencias Ambientales, ingeniero de montes y maldito que nos ha prestado sus superpoderes.

Ahora, las zonas más deforestadas emiten más CO₂ y el sureste es ya un emisor neto

Los autores de La Amazonia como una fuente de CO₂ ligada a la deforestación y el cambio climático, un estudio publicado en la revista Nature el 14 de julio, han medido las concentraciones de CO₂ en la Amazonia a lo largo de nueve años (2010-2018). Lo han hecho tomando muestras directas desde una aeronave en cuatro puntos distintos de la selva y a distintas alturas, formando cuatro columnas.

Fuente: La Amazonia como una fuente de CO₂ ligada a la deforestación y el cambio climático

Las columnas al oeste representan la Amazonia menos alterada por las actividades humanas, mientras que las columnas situadas al este reflejan la zona más afectada por los incendios, que son una fuente de emisiones de CO₂, y por la deforestación que se ha producido en las últimas décadas (y parte de la cual se lleva a cabo mediante incendios).

Incendios en los días centrales de agosto (mitad de la estación seca) entre 2010 y 2018. Fuente: Fire Information for Resource Management System (NASA)

Los datos muestran que la zona este de la selva amazónica emitió entre 2010 y 2018 más dióxido de carbono que la oeste, y en concreto el sureste amazónico es ya un emisor neto de CO₂ a la atmósfera, es decir, emite más del que absorbe. El resto del bosque tropical mantuvo un equilibrio entre emisiones y absorciones.

Menos precipitaciones, más temperatura, más incendios

Según los autores, la deforestación y los cambios climáticos son factores importantes para explicar esta diferencia entre las emisiones de la Amazonia oriental y la occidental. Según el estudio, la zona noreste ha sufrido un 31% de deforestación y la sureste, un 26%, mientras que la parte occidental ha perdido menos bosque (un 13% en el suroeste y un 7% en el noroeste).

Fuente: Mapbiomas Amazonía

La deforestación reduce las lluvias y eleva las temperaturas. Los investigadores han analizado la temperatura y las precipitaciones amazónicas de los últimos 40 años (1979-2018) y han encontrado que durante la estación seca (agosto, septiembre y octubre) las temperaturas aumentaron más en las zonas deforestadas (1,9 °C en el noreste y 2,5 °C en el sureste) y, de forma similar, las precipitaciones se redujeron en mayor medida (34% en el noreste y 24% en el sureste).

Más calor y menos lluvias durante la estación seca suponen cambios climáticos regionales que vienen a sumarse a los efectos del cambio climático global en la selva, explica a Maldita.es John Miller, uno de los investigadores que guiaron el estudio y miembro de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA).

Estos cambios climáticos regionales, unidos al aumento de la deforestación que tiene lugar en los meses centrales del año, hacen a la Amazonia oriental más susceptible a los incendios. Esta mayor vulnerabilidad ante los incendios se añade a los que ya se producen en la zona oriental de la Amazonia, aumentando las emisiones.

Si la Amazonia aumenta sus emisiones, el cambio climático se acelera 

Que algunas zonas de la Amazonia sean un emisor “neto" de CO₂ significa que añaden más dióxido de carbono a la atmósfera del que extraen, contribuyendo a acelerar el efecto invernadero que produce el cambio climático.

Preguntado por si la situación es irreversible, John Miller indica que lo desconoce, pero añade: "Si la deforestación se detiene, los bosques pueden crecer de nuevo o replantarse, pero probablemente no serán los mismos que los del bosque original de la Amazonia en términos de absorción y almacenamiento de carbono".

En 2018, los investigadores Carlos Nobre, de la Universidad de São Paulo (Brasil), y Thomas Lovejoy, de la Universidad de George Mason en Virginia (EE. UU.), alertaron en un editorial en ScienceAdvances de que si la deforestación afectaba a un 20% o un 25% de la Amazonia las zonas central, este y sur podrían alcanzar su punto de inflexión (o tipping point) y transformarse en un ecosistema más similar a una sabana. Según cita el estudio de Nature, en los últimos 50 años, las actividades humanas han provocado una pérdida de masa forestal de un 17% en toda la selva amazónica.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes nuestro maldito Javier Baura, ingeniero de montes y licenciado en Ciencias Ambientales, para explicar cómo los bosques absorben dióxido de carbono y por qué la deforestación y los incendios puede aumentar las emisiones.

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