“¿Sabías que el petróleo ni proviene de fósiles ni de materia en descomposición?”. Una narrativa que circula en redes en inglés y en español dice que el petróleo “no es un combustible fósil” y que se trata de “un mineral que la Tierra regenera constantemente”. También existen mensajes de esta misma narrativa indicando que los hidrocarburos tienen origen abiótico, sin necesidad de materia orgánica. Además, indica que el concepto “combustible fósil” fue acuñado por Rockefeller [John D., fundador de Standard Oil] con fines de marketing: “Implantar la idea de que era un recurso limitado para aumentar sus beneficios”.
El origen y formación del petróleo es conocido: materia orgánica descompuesta, enterrada bajo capas de sedimentos y transformada en hidrocarburos por unas condiciones de temperatura y presión que únicamente son posibles tras millones de años. El término “combustible fósil” se usa desde, al menos, 1759, antes del nacimiento de Rockefeller (1839) y el concepto ‘fósil’ hace referencia a que es materia de organismos antiguos preservada, esto es, fosilizada. Además, la tasa de generación de este combustible es lenta y mucho más baja del ritmo que se consume actualmente, aparte de ser un recurso finito.
Cómo se forma el petróleo
El petróleo no es un mineral y sí proviene de materia en descomposición: se trata de materia orgánica descompuesta y enterrada bajo capas de sedimentos que ha sufrido una transformación química después de haber permanecido durante miles o millones de años a unas condiciones de presión (alta) y temperatura (alta).
Enrique Díaz, investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) especializado en patrimonio geológico y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que los hidrocarburos naturales (petróleo, gas natural) son moléculas orgánicas que se originan por la descomposición de la materia orgánica. Esa materia orgánica puede ser restos durante la vida de un ser vivo (heces) o tras su muerte (órganos, tejidos).
Esta materia orgánica, por azar, acaba enterrada bajo capas de sedimentos “después de ser arrastrados por ríos, arroyos, capas de fango o mil opciones”, explica Miguel Ángel Muñecas, doctor en Química, exinvestigador prejubilado del Centro de Tecnología de Repsol y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. No solo está enterrada la materia orgánica, también los microorganismos que participan en esa descomposición.
En estas condiciones empiezan una serie de reacciones químicas que tardan de miles a millones de años en transformarse en hidrocarburos. Además, al estar enterrado bajo sucesivas capas de sedimentos, existe un aumento progresivo de la temperatura y presión que facilita las reacciones químicas.
“Para que se originen hidrocarburos y puedan ser aprovechados, hace falta que se den las condiciones adecuadas, que se mantengan en el tiempo y que, una vez creado el hidrocarburo de forma natural, no se oxide el líquido ni se pierda el gas a la atmósfera”, precisa Díaz.
Que se le llame [combustible] fósil al petróleo se explica porque este hidrocarburo surge de la fosilización de la materia orgánica. “Es el proceso natural por el cual las evidencias de que un organismo existió (huellas, restos) quedan preservadas en sedimentos o rocas. Es un proceso fortuito, ya que depende de muchos factores que deben coincidir para que ocurra; y discontinuo en el tiempo, ya que lo normal es que esas condiciones no se mantengan siempre”, detalla el investigador del IGME.
El resultado de todo este proceso es el petróleo, un hidrocarburo natural, que es limitado (hay una cantidad determinada, no es infinito) y no renovable (una vez destruido, ya no se puede recuperar).
Hipótesis abiótica de los combustibles fósiles: no es imposible, pero económicamente insostenible
En redes sociales se comparten mensajes que dicen que los hidrocarburos son de origen abiótico y no provienen de materia orgánica descompuesta y enterrada bajo rocas de sedimentos tras sufrir una transformación química de miles o millones de años. A esto le suelen agregar que la Tierra es “una máquina de crear petróleo”.
Esta hipótesis abiótica ha sido planteada desde el siglo XIX por los químicos Dmitri Mendeleiev y Marcelin Berthelot. La idea principal, resume Enric Grau, jefe departamento de Tecnología en el IES Serra Perenxisa, con experiencia y conocimientos en energías y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, es que los hidrocarburos serían el resultado de un proceso donde intervienen moléculas inorgánicas sometidas a altas presiones y altas temperaturas por debajo de la corteza de la Tierra, concretamente en el manto.
Como puntos a favor de esta hipótesis, existe evidencia de la formación de hidrocarburos sin presencia de materia orgánica. Por ejemplo, en Titán, un satélite del planeta Saturno, tiene metano (lo que conocemos como gas natural o gas fósil) y etano líquidos, sin presencia de materia orgánica. Estos hidrocarburos, resume la NASA, se comportan de manera similar al ciclo del agua pero a temperaturas mucho más gélidas que las de la Tierra.
Otro ejemplo es que se han conseguido hacer experimentos que replican las condiciones del manto terrestre donde se han obtenido hidrocarburos sin necesidad de que haya productos orgánicos. En 2004, investigadores de la Universidad de Indiana consiguieron sintetizar metano a partir de óxido de hierro, carbonato de calcio y agua a altísimas presiones (de cinco a once gigapascales, lo equivalente entre 49.000-108.000 atmósferas) y altísimas temperaturas (500-1.500 ºC). En 2009, un equipo del Instituto Carnegie de Washington consiguió algo similar con menos presión (dos gigapascales) y temperaturas similares (700-1.200 ºC), con lo que consiguieron moléculas de etano, propano y butano.
El problema de la hipótesis está en explicar cómo ‘fluyen’ estos hidrocarburos del manto de la Tierra hacia la corteza, que es donde se encuentran los yacimientos que se extraen a día de hoy. Un posible encaje lo ofrece el astrónomo Thomas Gold, que plantea que este metano formado en el manto es continuamente inyectado en zonas donde la corteza es más ‘débil’, como en los límites de las placas tectónicas o en lugares de impacto de meteoritos. Con el tiempo y con ciertas reacciones químicas, el metano se iría convirtiendo en diferentes hidrocarburos más complejos, como el petróleo. Sin embargo, cuando se han intentado prospecciones en zonas que cumplirían esas condiciones para hallar hidrocarburos de origen abiótico, no se han encontrado en unas cantidades considerables para sostener esta hipótesis.
En cambio, las prospecciones coherentes con la teoría biótica han sido consistentes y correlacionan hallazgos de hidrocarburos con lugares ricos en sedimentos de materia orgánica. También existe una correlación entre ciertos biomarcadores como los cloroplastos y las porfirinas (moléculas que se encuentran en la naturaleza como pigmentos) y los yacimientos de hidrocarburos.
Estas evidencias orgánicas siguen siendo útiles a día de hoy, especialmente en la geoquímica del petróleo, que no solo atiende a la literatura científica sino a la rentabilidad económica de encontrar combustibles fósiles donde más hay.
Los trabajos que defienden la teoría biótica del origen de los hidrocarburos no consideran que la teoría abiótica sea imposible ni rechazan sus resultados o evidencias. Sin embargo, coinciden en que los hidrocarburos que se usan a día de hoy, en las cantidades económicamente viables, proceden de restos orgánicos y sedimentos de hace miles y millones de años.
El término “combustible fósil” no lo acuñó Rockefeller
La narrativa afirma que llamar al petróleo como “combustible fósil” fue una idea de John D. Rockefeller “para implantar la idea de que se trata de un recurso limitado y así aumentar sus beneficios”. Es cierto que el petróleo es limitado y que la Standard Oil obtuvo cuantiosos beneficios durante su existencia, pero la primera evidencia de mención al petróleo “combustible fósil” es del siglo XVIII, anterior al nacimiento de Rockefeller, en 1839.
Reuters Fact Check, miembro, al igual que Maldita.es, de la International Fact Checking Network (IFCN), consultó a John Howell, investigador de Geología en la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), quien precisó que las evidencias del concepto “combustible fósil” aparecen en la traducción al inglés Obras químicas de Caspar Neumann, del químico alemán Casper Neumann y publicado en 1759.
El petróleo no es un “mineral”
Otro punto de la narrativa es decir que el petróleo es un “mineral”. Ambos expertos contactados por Maldita.es explican que un mineral es un compuesto inorgánico con una estructura cristalina, y el petróleo tiene origen orgánico y no posee dicha estructura, por lo que no es un mineral.
Muñecas comenta que el petróleo no es un mineral “porque su origen es claramente orgánico”, no tiene una fórmula química definida “sino que es un barullo de carbono, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, azufre, sodio, etc.”, no tiene una red cristalina “ni nada parecido”, ni un punto de fusión definido.
Díaz va más allá y explica que ninguno de los combustibles fósiles (petróleo, gas o carbón) son minerales, en el sentido científico. “Un mineral es un compuesto con estructura cristalina, y ninguno de ellos la tiene”.
Sí que menciona que el término “carbón mineral” se emplea para distinguirlo del carbón vegetal: el primero se forma por la descomposición y sedimentación de restos vegetales hace millones de años, el segundo se forma tras quemar madera. En cualquier caso, “ninguno está hecho de minerales, como les ocurre a otras rocas como la caliza de calcita, el granito de cuarzo, entre otros”, aclara.
El petróleo tarda millones de años en generarse
Por último, el meme recoge que el petróleo es un recurso “que la Tierra regenera constantemente”. Esta afirmación requiere matices, ya que ahora mismo se están dando procesos químicos en nuestro planeta que llevarán a que esa materia orgánica sea petróleo en el futuro. Pero para que este petróleo esté disponible para su consumo hace falta esperar millones de años. Ambos expertos admiten que esta generación de petróleo es muchísimo menor que el actual consumo mundial, de 101,8 millones de barriles diarios (16.185 millones de litros al día) según la Agencia Internacional de la Energía.
“Los sedimentos que, en 2023, se acumulan en el mundo tardarán millones de años en comercializarse. Para entonces, tengo dudas de que siquiera haya humanos en el planeta que los puedan aprovechar”, responde Muñecas.
Otra manera de asegurar la ‘antigüedad’ del petróleo que disponemos actualmente es mediante datación por carbono-14, un isótopo de carbono que aparece en toda la materia orgánica y que tarda en desintegrarse, de media, 5.730 años. Pues bien, “el contenido de carbono-14 del petróleo es exactamente cero”, responde el doctor en Química, lo que quiere decir que tiene una antigüedad mayor que esa edad.
Díaz precisa que, por su carácter limitado y no renovable, el petróleo es, a todas luces, un recurso no renovable: “Aunque es verdad que se sigue formando actualmente en la profundidad del planeta, tarda de miles a millones de años en formarse”. A esto, agrega que el petróleo consumido actualmente, en 2023, “se formó a lo largo de millones de años".
En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Enrique Díaz, investigador del IGME especializado en patrimonio geológico, Miguel Ángel Muñecas, doctor en Química y exinvestigador prejubilado del Centro de Tecnología de Repsol, y Enrique Grau, jefe departamento de Tecnología en el IES Serra Perenxisa.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 09/10/2023