El metabolismo es el conjunto de reacciones químicas que ocurren en las células del cuerpo permitiéndolas convertir los alimentos en energía necesaria, por ejemplo, para poder respirar, regular la temperatura corporal o para que nuestro cerebro funcione correctamente. Teniendo esto en cuenta, ¿puede el metabolismo de una persona cambiar? Esta es una pregunta que nos habéis hecho a través de La Dudoteca. La respuesta es sí, en función de factores como el paso de los años, la actividad física o situaciones puntuales, como el embarazo.
El metabolismo y sus diferencias entre las personas
Los objetivos principales del metabolismo pueden resumirse en tres grandes grupos, como explica en The Conversation la experta en nutrición humana Terezie Tolar-Peterson: engloba una serie de procesos gracias a los que, por un lado, logra descomponer los alimentos para formar nuestras proteínas, lípidos, hidratos de carbono…; por otro, convierte esos nutrientes en energía para que el cuerpo sea capaz funcionar y, por último, elimina los desechos de nitrógeno.
Esta producción de energía y procesos bioquímicos no es igual en todos las personas. Por ejemplo, uno de los factores de los que depende la actividad metabólica es la composición corporal, especialmente de la cantidad de masa grasa (metabolismo menos activo) y masa muscular (metabolismo más activo).
En este contexto, y dado que las mujeres suelen tener mayor porcentaje de grasa corporal que los hombres, su metabolismo es normalmente más lento. Además, a nivel metabólico, la liberación de ácidos grasos libres también es diferente entre hombres y mujeres. Lo mismo ocurre con las diferencias sexuales en el metabolismo o síntesis de las proteínas y de la glucosa, debidas a la regulación que hacen las diferentes hormonas sexuales.
Un metabolismo acelerado para crecer en la infancia
Además de las diferencias en el metabolismo en función de cada persona, este también cambia con el paso de los años y dependiendo del objetivo principal del organismo en una etapa de la vida u otra. De hecho, cambia varias veces a lo largo de la vida, como señala en La Dudoteca Maria Teresa Bernal García, médica de familia y del Trabajo y maldita que nos ha prestado sus superpoderes.
Por ejemplo, durante la infancia, el objetivo principal del metabolismo es generar más células y tejidos. Es decir, coloquialmente hablando, su principal finalidad es ayudarnos a crecer. “Es un metabolismo para fabricar”, resume también en La Dudoteca Guillermo López Lluch, catedrático de la Universidad Pablo de Olavide, especializado en metabolismo y envejecimiento, también es miembro de nuestra comunidad de superpoderes.
En cambio, cuando llegamos a la edad adulta, su objetivo pasa a ser el mantenimiento corporal, “reponer lo que se pierde y mantener la capacidad física y de los órganos”, añade López Lluch.
Para hacernos una idea de la energía que necesitamos en cada proceso (crecer o mantener), mientras que los niños y niñas queman diariamente alrededor de 120 calorías (kcal) por kilo de peso (en un niño o niña de 20 kilos esto supondría unas 2.400 kcal), los adultos necesitan entre 25 y 30 calorías por kilogramo de peso corporal de forma diaria (en un adulto de 70 kilos esto supondría entre 1.750 y 2.100 kcal), explica Tolar-Peterson.
La actividad física ‘acelera’ el metabolismo
Cuando hablamos de que el metabolismo ‘se acelera’, nos referimos a que este logra, como consecuencia de factores como el aumento de la masa muscular, por ejemplo, quemar más calorías (consumir más cantidad de energía procedente de lo que comemos). En palabras de López Lluch, si comenzamos a hacer ejercicio, el cuerpo nos va a demandar más fuentes de energía para poder compensar el gasto calórico que requiere esa actividad.
Pero si dejamos de hacerlo, el metabolismo se ajustará a necesitar menos calorías y si seguimos comiendo mucho, todo el exceso se almacenará en forma de grasa, aclara el catedrático. Una menor actividad física significa ralentizar el metabolismo porque el cuerpo necesita menos energía.
López Lluch añade que, con el paso de los años, el metabolismo se va ralentizando: al perder masa muscular y, con ello, peso, se va reduciendo la capacidad mitocondrial, la capacidad que tienen las mitocondrias (orgánulos dentro de nuestras células) para producir energía durante la respiración celular. Una de las causas de estas alteraciones del metabolismo es un menor peso de los órganos.
Otro momento vital en que ocurren cambios metabólicos es el embarazo. En la fase inicial aumentan las reservas de grasa y al final aumentan las concentraciones de glucosa y ácidos grasos libres.
Mitos sobre cómo acelerar el metabolismo
A grandes rasgos, las personas consumimos la energía que nuestras células generan a partir de lo que comemos en tres grandes bloques: reposando, al movernos y realizar actividad física y durante la digestión. Así, la mayor parte de esta energía la ‘gastamos’, literalmente, en el mero hecho de existir: los procesos del cuerpo que permiten que este funcione correctamente consumen entre el 60 y el 65%. Al realizar actividad física, consumimos entre el 25 y el 30% del total de esa energía. El 5-10% restante lo utilizamos durante la digestión de los alimentos.
En este contexto, ni dormir bien ni las comidas pequeñas y frecuentes aceleran el metabolismo. El aumento de masa muscular lo estimulará, pero no supondrá una gran diferencia en la cantidad de calorías que una persona quema, según aclara Medline Plus: el cerebro, el corazón, los riñones, el hígado y los pulmones son los que, la mayor parte de tiempo, consumen la mayor cantidad de calorías para funcionar. No obstante, según la nutricionista Tolar-Peterson, aumentar la masa muscular y el nivel de actividad sigue siendo la forma más útil de intentar acelerar nuestro metabolismo.
Por lo tanto, el metabolismo de una persona puede cambiar y de hecho cambia. “La mala noticia es que se hace eficiente en períodos de carestía. En períodos de abundancia, aprovecha para acumular energía en forma de grasa”, destaca Bernal García.