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Por qué la consistencia de los huevos (demasiado) cocidos no quiere decir que “sean de plástico”, como afirma este vídeo

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Claves
  • Circula un vídeo que afirma que los huevos de los supermercados son de plástico
  • Aunque la consistencia de los huevos de las imágenes parezca extraña, es lo que sucede cuando los huevos se cuecen durante demasiado tiempo
  • En el contexto de la Unión Europea existen requisitos y controles para garantizar la seguridad alimentaria 

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“Esta es la mierda que nos están vendiendo. Huevos de plástico”. Esta es una de las afirmaciones que se escuchan en un vídeo que circula en redes en el que una persona manipula huevos cocidos y trata de aplastarlos y desmigajarlos sin éxito, por estar excesivamente gomosos. El motivo, añade la voz en off, es que “son de plástico”. 

Esto no es cierto: el aspecto y textura de los huevos que aparecen en las imágenes son los propios de haberlos cocido más tiempo del habitual, situación en la que adquieren precisamente la consistencia que se aprecia en el vídeo. Además, en la Unión Europea, antes de que un producto destinado al consumo llegue al mercado debe superar los controles correspondientes, que impedirían que un huevo hecho con plástico llegara a nuestras cocinas. 

El tiempo de cocción interfiere en la consistencia de la yema, endureciéndola (nada que ver con huevos de plástico)

Al contrario de lo que señalan las afirmaciones que recoge el vídeo, la consistencia de los huevos que muestran las imágenes es normal, no supone un peligro para la salud y no tiene nada que ver con el plástico. Ahora bien: el tiempo de cocción ha sido mayor del recomendado para prepararlos. 

Es evidente que algo ocurre durante la cocción de un huevo para que, siendo su contenido líquido al sumergirse, este salga del agua tan sólido como para poder trocearlo y rellenarlo. El motivo para que esto suceda tiene que ver con su composición. 

Como explica el tecnólogo de los alimentos Miguel Ángel Lurueña en su blog, en crudo, tanto la clara como la yema son básicamente “bolsas de agua con proteínas dispersas”. Al calentar el huevo, lo que ocurre es que estas proteínas ‘desplegadas’ comienzan a unirse entre sí, formando lo que Lurueña define como “una red tridimensional” que atrapa el agua. Al final, las moléculas de proteínas quedan densamente agrupadas. 

Este es el motivo por el que la clara comienza a ser opaca: al estar las proteínas tan unidas, “en lugar de dejar pasar la luz, como ocurría en el huevo crudo, la desvían”, como explica el experto. 

¿Y si nos pasamos con el tiempo de cocción?

Si cocemos un huevo durante demasiado tiempo, esa red de proteínas se unirá cada vez más y dispondrá de menos y menos agua, lo que afectará a la textura del huevo cocido (gomosa y correosa) además de a su olor y color (por los átomos de azufre propios de la clara). 

Como vemos, el plástico no tiene nada que ver con este proceso, más allá de poder (o no) tener una consistencia y textura parecida.  

Los alimentos deben pasar controles de seguridad antes de poder comercializarse

De plástico, los de juguete: en el mercado de la Unión Europea (UE), no está permitido comercializar alimentos destinados al consumo humano que no sean seguros. En la UE es obligatorio que todas las industrias que elaboran alimentos cuenten, además de con un sistema de prerrequisitos, con uno de análisis de peligros y puntos críticos de control (APPCC) a través del que controlar y prevenir los peligros relacionados con los alimentos. 

Existen distintos tipos: los peligros químicos, en caso de que se detecten sobre el alimento, por ejemplo, restos de desinfectantes o de pesticidas; los biológicos, si hablamos de presencia de ciertas bacterias, insectos, roedores… Pero también los peligros físicos, aquellos en los que se mezclan con el alimento pequeños trozos de materiales como metal, tierra, arena, papel, cartón… y plástico. 

Esto quiere decir que, en el contexto de la UE, no solo no se permitiría que llegase un producto de plástico al mercado alimentario, sino que la industria está preparada para detectar pequeños fragmentos de este material, impidiendo que llegue al consumidor. Si hubiese algún elemento ‘raro’ en ese huevo, este se retiraría antes de llegar a nuestra cocina. 

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