Aunque vuelvas a colocarle correctamente el tapón, ¿durante cuánto tiempo puedes beber el agua de una botella que acabas de abrir sin que suponga un riesgo de seguridad alimentaria? Esta es una pregunta que nos habéis hecho a través de La Dudoteca. La respuesta es que, aunque una vez abierta, en su interior crecen microorganismos (especialmente si se mantiene fuera del frigorífico), a priori y siempre y cuando mantengan un color, olor y sabor normales, su consumo se considera seguro.
Lo que dice la literatura científica
Un estudio publicado en 2013 analizó el contenido de 320 botellas de plástico de distintas bebidas, abiertas y almacenadas a temperatura ambiente, teniendo en cuenta si se habían vertido en un recipiente o si se había bebido directamente de ellas. Los investigadores observaron crecimiento microbiano en tres de las 20 botellas de agua (15%) cuyo contenido se vertió y en 16 de las 22 de las que se bebió ‘a morro’ (72,72%). Además, entre las botellas que habían estado en contacto con la boca humana se encontraron bacterias que producían toxinas.
Los autores concluyen que, aunque no se consideraba un entorno adecuado por su escasa presencia de materia orgánica, las bacterias crecen muy bien en agua mineral: “Debemos recordar que el agua mineral no es una bebida inadecuada para el crecimiento bacteriano”. Añaden que es necesario consumir las bebidas (no solo agua, sino todas sobre las que se llevó a cabo el experimento) lo antes posible después de abrir la botella.
Otros trabajos científicos coinciden con estas conclusiones. Una investigación de 2003 estudió el crecimiento bacteriano que se produce en botellas de agua tras beber una vez directamente de ellas, menor cuanto más reducida era la temperatura a la que se almacenaba. Otro estudio de 2017 con botellas de agua de plástico reutilizables encontró un crecimiento bacteriano “rápido”.
Su consumo es seguro, según los expertos consultados
Entonces, ¿es seguro beber agua que ha estado mucho tiempo en una botella? Para Luis Pastor Marcos, médico de familia y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, sí lo es: “Si el agua envasada es potable, el envase está cerrado (aunque ya se haya abierto por primera vez) y las condiciones de conservación son adecuadas, no tendría por qué haber problema. Lo que sí es probable es que se altere su sabor u olor, sobre todo en envases de plástico expuestos al calor”.
Lo mismo señala el especialista en microbiología de aguas y alimentos Ildefonso Perales, también maldito que nos ha prestado sus superpoderes: “En principio, el agua embotellada no contiene microorganismos patógenos y si no la hemos contaminado al abrirla, debería permanecer así”.
El agua embotellada, mineral o de manantial, no es estéril y la ley permite hasta 100 colonias por mililitro tras incubarla en una placa de laboratorio durante tres días. Por lo tanto, es normal que contenga otros microbios inofensivos y podría tener un mal sabor por estos, “pero no supondría un riesgo”, concluye el microbiólogo. “Las bacterias autóctonas de un agua de manantial son inocuas para nuestra salud”, incide a Maldita.es Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología y Parasitología en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid.
La cosa cambia si de la botella bebe una persona enferma
Como añade Jiménez Cid, si la persona que bebe de la botella de agua recién abierta tiene un virus catarral y luego lo hace otra persona, hay que tener en cuenta que tanto el agua como el plástico actúan como vehículo de transmisión. Si esa misma botella permanece un tiempo a temperatura ambiente o refrigerada, el crecimiento de microorganismos, aun estando el agua contaminada, será menor.
Ahora bien, a largo plazo sí pueden incluso formar biopelículas (una capa de microorganismos como la que pueden cubrir los dientes) y, si además hay exposición a la luz, podrían aparecer algas unicelulares: “Lo más seguro es que si ese agua sabe rara o se ha vuelto verde la rechacemos, aunque probablemente no nos pasaría nada por beberla”, explica el catedrático en Microbiología.
Gemma del Caño, especialista en calidad de la industria alimentaria, señala a Maldita.es que una botella de plástico cerrada y bebida sola por una persona con agua tratada será seguro “entre cinco días y varias semanas”. Para ella, el problema no serían las bacterias sino los mohos y levaduras que se multiplicarán en el fondo de la botella, donde se formarán biopelículas.
Además, aunque las bacterias se hayan multiplicado, volver a beber de la botella no supondría un riesgo para nuestra salud: al fin y al cabo, son ‘nuestras propias bacterias’. Otra cosa es que la compartiésemos, situación en la que también podríamos compartir nuestros microorganismos, fuesen o no patógenos, con la persona que bebiese después, como aclara Jiménez: “El único riesgo es compartir la botella con otras personas, por ser un vehículo de contagio indirecto”.
Para el experto, utilizar una botella de un material diferente al plástico no sería más seguro si, por ejemplo, estuviese recubierta de bisfenol, un disruptor endocrino. Si no, considera que la seguridad sería la misma. En caso de tratarse de un material opaco, protegería de la luz y dificultaría la proliferación de microorganismos que hacen la fotosíntesis, pero a su vez no dejaría ver signos de deterioro como color y turbidez, añade. El catedrático considera segura una botella abierta un mes en la nevera y una semana fuera de ella, salvo que aparezca olor, color o sabor desagradables, signos evidentes de crecimiento microbiano: “Mi consejo es no compartir botellas de agua con personas cuya microbiota o posibles patógenos no quieras compartir de forma íntima”.
En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Luis Pastor Marcos, médico de familia, e Ildefonso Perales Palacios, especialista en microbiología clínica.
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