Resuelta la polémica sobre sus pepitas (acerca de las que no hay evidencias de que causen más atragantamientos) y subrayado el peligro que sí suponen si se consumen enteras, especialmente entre los más pequeños, es hora de responder a la duda definitiva: ¿a qué se debe la sensación de aspereza que notamos en la boca al morder, adrede o por error, las semillas de las uvas? A uno de sus compuestos: los taninos.
Estos no forman parte exclusivamente de las pepitas y la piel de las uvas, también de los caquis, de las tiras de los plátanos, de la piel de las nueces o del té, además de de otros muchos alimentos, como ha explicado a través de sus redes sociales el tecnólogo de los alimentos Miguel Ángel Lurueña.
Los taninos nos producen esa sensación que nos deja la boca como un trapo porque se unen a las mucinas (que son proteínas de la saliva y de la mucosa encargadas de lubricar la boca) y provocan su precipitación. pic.twitter.com/eND0w2EvKd
— Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) December 20, 2023
Pongámonos en contexto: si notamos la boca húmeda y lubricada es gracias a la saliva, formada por cadenas de proteínas, entre las que se encuentra la más importante en este cometido: la mucina. Al masticar las semillas de la uva y entrar en contacto los taninos con esta proteína, la rompen, la solidifican (lo que se conoce precipitación), produciendo esa sensación de sequedad bucal. Es lo que está sucediendo, tal cual: elimina la hidratación de la boca momentáneamente y deja de estar lubricada.
Gracias a esta propiedad, los alimentos con taninos suelen considerarse interesantes de cara a dietas astringentes, las recomendadas en caso de diarrea, gastroenteritis y problemas intestinales similares.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la maldita Beatriz Robles, dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos.
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Este artículo forma parte del 31º consultorio de Maldita Alimentación.