Lo cierto es que el SIBO, las siglas en inglés de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado no es una enfermedad en sí misma. En realidad, consiste en una serie de síntomas como consecuencia de ciertas alteraciones digestivas.
Antes de hablar de excesos de bacterias intestinales, recordamos que, en cantidad moderada y en equilibrio junto a otros organismos como hongos, arqueas, virus y parásitos, las bacterias forman parte de la microbiota intestinal, presente en todo el sistema digestivo e imprescindible el funcionamiento saludable de este, además del sistema inmunitario, el endocrino y el nervioso.
Apunte: la microbiota intestinal no es igual en todo el sistema digestivo. Por ejemplo, por norma general, en el intestino delgado hay menor cantidad de bacterias que en el grueso. “Para una bacteria, la distancia desde el estómago hasta el recto es como si nosotros nos fuéramos de aquí a Varsovia”, explicaba en la Twitchería científica el microbiólogo y divulgador Ignacio López-Goñi.
El desequilibrio en la cantidad habitual de cualquiera de estos microorganismos (disbiosis), que dependerá de la zona concreta de la que hablemos, se traduce en trastornos de la microbiota intestinal. Entre otras (LIBO, SIFO, IMO…), el SIBO: un cuadro en el que existe gran cantidad de bacterias específicas del colon o intestino grueso ‘fuera de sitio’, en el intestino delgado.
Esto supone “un cambio en el equilibrio de especies individuales de la microbiota en el intestino delgado” además de síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, gases, diarrea y movimientos intestinales irregulares, explica en su blog López-Goñi. Y, sorpresa, también un vientre hinchado. Además, el SIBO se ha propuesto como factor que podría influir en la malnutrición, al contribuir a la malabsorción de diferentes nutrientes: grasas, vitaminas liposolubles, vitamina B12 y hierro.
‘Entonces, el SIBO es una enfermedad, ¿no?’. Negativo: es una consecuencia de patologías o situaciones digestivas previas, que son las que hacen que las bacterias de un sitio estén ‘descolocadas’ y en grandes cantidades en otro.
Además, los síntomas que provoca no son exclusivos de este cuadro. De hecho, son síntomas muy genéricos y que se comparten, por ejemplo, con los generados por un colon irritable, una celiaquía o una intolerancia alimentaria.
Este artículo forma parte del 222º consultorio de Maldita Ciencia.