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Café y te en los aviones: qué dicen los estudios sobre el agua potable en este transporte*

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Nos habéis preguntado por redes sociales —una de las muchas vías en las que podéis hacer llegar vuestras consultas, reclamaciones, sugerencias y, sobre todo, agradecimientos— qué hay de cierto en que el agua que se emplea para hacer café o té en los aviones es “poco higiénica”. Puede que el origen de esta duda sean diferentes contenidos en redes sociales que publican tripulantes de cabina advirtiendo de que nunca se debe consumir esta agua. De hecho, existen incluso estudios que recogen muestras de agua potable de varias aerolíneas y las analizan en función de indicadores como cumplimiento de normativa, presencia de bacterias o transparencia de resultados.

Esta consulta es un claro “ni sí ni no, sino todo lo contrario” porque, para resumir, los tanques donde se deposita esta agua potable se limpian y se someten a inspecciones de potabilidad. Ahora bien, por otro lado la literatura científica constata que esta agua no es tan ideal como la del grifo de una casa, ya que en los recipientes donde se almacena se dan las condiciones ideales para la proliferación de bacterias, y que cada aerolínea tiene políticas diferentes. Vamos a intentar dar la explicación completa.

Joaquín Prieto, sobrecargo de aviación (persona responsable de servicio y seguridad a bordo) con 32 años de experiencia y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que el agua “viene de los tanques de agua potable, que se cargan antes de cada vuelo”. Estos tanques sirven para hacer café, té, y para suministrar el líquido a través de los lavabos y grifos de agua potable, si los hubiera.

Jorge Barros, piloto de línea aérea y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, también nos echa un cable en este asunto y ofrece más detalles sobre estos tanques de agua. Por ejemplo, que el de un Airbus A330 (un avión de fuselaje ancho, empleado en vuelos a larga distancia) “consiste en dos depósitos de agua de 350 litros, presurizado en vuelo por el aire a presión que sale de una de las secciones del motor”.

Tanto Prieto como Barros explican que, al rellenarse estos tanques con agua potable antes de cada vuelo, como adelantábamos, esta no se queda permanentemente estancada en ellos.

Los tanques, además, son asépticos, es decir, no están contaminados cuando se instalan. Ahora bien, con el paso del tiempo se acumulan residuos en ellos, que requieren ser limpiados. El problema es que no es tan fácil como abrirlos, darle una pasada y volver a usarlos. El porqué es que estos no son físicamente accesibles.

Barros se ha puesto en contacto con dos compañeros mecánicos de aeronaves que, entre otras tareas, hacen limpiezas de estos tanques de agua. “Se inyecta —detallan los mecánicos— una disolución de hipoclorito de sodio (lejía) y otros productos específicos por la misma toma de agua por la que se rellenan los depósitos y se dejan actuar (durante varios periodos de unos 20 minutos cada uno)”. Durante el proceso, se mantienen “todos los grifos abiertos para drenar el producto, realizando todo el recorrido de las cañerías de agua del avión”.

Los depósitos se suelen limpiar cada tres meses, junto a un análisis de la calidad y potabilidad del agua, “sin que estos produzcan ningún resultado fuera de lo normal”, agregan estos mecánicos. Prieto agrega que cuando las aeronaves pasan por su periodo de “gran parada”, la revisión más exhaustiva de las aeronaves que se hace cada seis años aproximadamente, también se limpian estos depósitos.

¿Asegura todo este procedimiento que el agua sea siempre potable? Depende. Barros explica que cada aerolínea tiene una política diferente en cuanto al agua de consumo humano, ya que la limpieza de los aviones “no es realmente una obligación como sí lo sería cualquier tema de seguridad”.

“No todas las aerolíneas tienen un protocolo tan exhaustivo para asegurar la potabilidad de las aguas contenidas en los depósitos. En mi experiencia, el agua fría se sirve en botellas y el agua caliente (desde los depósitos) para café y té”, agrega. La mejor opción, en su opinión, es preguntar a la tripulación de cabina, quienes más sabrán acerca de la salubridad del agua de la aerolínea

En cualquier caso, es importante que el agua que se emplea en cafés y tés esté bien caliente, llegando al punto de ebullición, que es lo que asegura que esté libre de microorganismos, como recuerda los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, siglas en inglés).

La literatura científica tampoco apunta que el agua de los aviones sea ‘exquisita’. Un estudio publicado en 2015 en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health analizó la calidad de 154 muestras de agua de dos aeronaves, una de vuelos regionales y otra de largo recorrido, y encontró poblaciones de bacterias que pueden suponer un peligro para ciertos pasajeros, aunque no son tan dañinas como las E. coli, Legionella o Enterococcus. También que los vuelos largos tienen aguas de significativamente peor calidad en cuanto a microbios se refiere y que los vehículos en los que se transporta el agua potable desde los depósitos de los aeropuertos hasta los aviones también pueden ser fuente de contaminación.

Otro estudio publicado en 2019 por el portal DietDetective.com y el Centro de Política Alimentaria de la universidad Hunter College evaluó la calidad de aguas de consumo humano en 23 aerolíneas estadounidenses (11 de larga distancia y 12 regionales), revelando que la mayoría de ellas ha ofrecido agua insalubre a pasajeros y que directamente violaba la normativa estatal de aguas potables para aeronaves (ADWR, por sus siglas en inglés).

Con ello, las conclusiones de este último trabajo apuntaban a que, en este escenario, para garantizar que lo que tenemos entre manos es agua de calidad, lo mejor es que provenga de una botella o envase y que, a ser posible, se eviten bebidas que empleen agua de los aviones, como cafés o tés.

*Hemos actualizado el titular de este artículo

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el piloto de líneas aéreas Jorge Barros y el sobrecargo de aviación Joaquín Prieto.

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