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¿Qué sabemos sobre la intensidad de los incendios de Australia? La combinación simultánea de sequía, altas temperaturas y fuertes vientos explica su magnitud

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Ante la ola de incendios que azota Australia, os hemos hablado de dónde procede la cifra de animales muertos a causa de los fuegos, de si los koalas del país están funcionalmente extintos y hemos desmentido varios bulos que se están moviendo en relación a estos focos.

Más allá de que exista o no una mano humana directa en alguno de los focos, os explicamos cuáles son las posibles causas naturales de estas llamas y por qué están siendo tan intensas en esta ocasión. "Los incendios no son algo nuevo para los australianos, están en plena temporada, pero este año han destacado por su virulencia, extensión y duración", explica a Maldita Ciencia Mar Gómez, doctora en Física y responsable del área de Meteorología de eltiempo.es.

La meteoróloga añade que las condiciones cálidas y secas que se han instaurado en el país han establecido, junto con ciertos patrones climáticos, los ingredientes fundamentales para la formación y propagación de estos incendios.

La primavera más seca de los últimos años

Australia cuenta con 134 millones de hectáreas de bosque, lo que supone el 17% de la superficie terrestre del país, aproximadamente el 3% del área forestal del mundo, y el séptimo más grande a nivel global. "Durante este invierno las lluvias han brillado por su ausencia y, a pesar de que muchos de esos bosques no son secos, la cobertura boscosa sí se ha encontrado especialmente árida", comenta Gómez.

Bosque de Nueva Gales del Sur tras uno de los incendios. Autor: Gary Danvers Collection - Flickr.

Una de las causas que ha propiciado la expansión y virulencia de los incendios en el estado de Nueva Gales del Sur son las recurrentes sequías que sufre el territorio australiano desde 1900 (la más reciente, entre 1997 y 2009).

Lo primero que hay que tener en cuenta es que en Australia, dada su ubicación, los meses de las estaciones son muy diferentes a los de la península ibérica. Su primavera abarca los meses de septiembre, octubre y noviembre, mientras que el verano se extiende desde diciembre hasta febrero, estación en la que se encuentran ahora los australianos.

Tras el periodo de 1902, "la sequía de primavera previa a estos incendios ha sido la segunda más intensa desde que hay registros", confirma a Maldita Ciencia Fernando Valladares, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos.

Estudios como este, publicado en febrero de 2019 en la revista Meteorological Applications, muestran la reducción de precipitaciones durante los últimos años en el sur de Australia, sobre todo en la época de otoño e invierno. Según el departamento de Industrias Primarias de Nueva Gales del Sur, desde mediados de 2017 se encuentran con una de las sequías más importantes de los últimos 100 años.

"Esta sequía provocó la acumulación de mucho combustible: material vegetal de plantas, arbustos y árboles secos que han sido el sustrato clave para los incendios que vendrían en el verano", explica Valladares.

Un diciembre seco y caluroso seguido de un noviembre también seco ha hecho que los periodos de escasez de lluvia sean cada vez más habituales, afectando a gran parte del noreste de Nueva Gales del Sur y el sureste de Queensland, la zona norte de Territorio del Norte y una gran área en el oeste de Australia del Sur, según explica aquí la Oficina de Meteorología del Gobierno australiano.

Registro de lluvias en Australia desde el 1 de agosto de 2019 hasta el 7 de enero de 2020. Fuente: Gobierno de Australia

Las altas temperaturas y el fuerte viento, claves en la virulencia de los incendios

Tanto la ausencia de lluvias y humedad como el calor son ingredientes clave para la generación de los incendios. El pasado 18 de diciembre, Australia registró su día más caluroso con promedios de 41,9ºC y su servicio meteorológico confirmó también que los récords individuales de temperatura de diciembre se batieron en algunas ciudades, como la de Adelaida con 45,3ºC o en Nullarbor, donde se llegó a los 49,9ºC. Estas circunstancias en el país terminan de resecar el combustible y favorecen las condiciones para que, o bien se inicien o bien se mantengan los focos de fuego.

Por otro lado, "los vientos fuertes hacen que el incendio coja fuerza, intensidad, suba la temperatura de las llamas y sobre todo que se extienda con rapidez", comenta Valladares. Gómez añade que, en algunos casos, también interfiere la formación de pirocúmulos, nubes formadas a partir del humo de los incendios y que producen fuertes tormentas eléctricas dando lugar, a su vez, a más fuegos.

"Lo más destacable en esta ocasión y lo que explica la extrema intensidad y magnitud de estos incendios es la combinación de los tres factores (sequía, temperatura y viento), es decir, el hecho de que se han dado simultáneamente", destaca Valladares.

¿Qué papel juega la emergencia climática en los incendios de Australia?

Otra duda que surge es si el cambio climático podría ser el responsable de estos focos. "El cambio climático no crea incendios forestales: estos comienzan por razones naturales o humanas", aclara Gómez. "Pero sí los empeora y hace que sean más frecuentes y graves", puntualiza.

Por un lado, el aumento de la temperatura incrementa la evaporación, haciendo que, incluso si las condiciones no fueran extremadamente secas en el país los próximos años, creciese una vegetación más seca, que podría arder e incendiarse más rápidamente. Además, los incendios aumentan la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, un gas de efecto invernadero que puede amplificar el cambio climático.

"Si estamos viendo este nivel de desastres con un aumento de la temperatura media del planeta en 1ºC respecto a época preindustrial, ¿qué nos espera si vamos hacia un calentamiento de 1,5ºC o 2ºC en el mejor de los casos?", se pregunta Gómez.

Según prevé el servicio meteorológico australiano y comparte Gómez, las condiciones serán todavía más extremas durante el próximo verano y es probable que la temporada de incendios forestales comience antes.

Por su parte, Valladares recuerda que el cambio climático "acentúa la intensidad y frecuencia de eventos extremos como olas de calor y sequías, y se ha visto también una conexión directa con la velocidad del viento". "Muy probablemente estos tres factores hayan sido amplificados por el cambio climático y cabe esperar que lo sigan siendo en el futuro", estima.

Según Christopher Dickman, profesor de Ecología de la Universidad de Sídney, los efectos del cambio climático se ven de manera más severa y temprana en Australia. "Probablemente estamos siendo testigo de lo que supondrá el cambio climático para otras partes del mundo en estas primeras consecuencias que vemos en el país", opina el experto en esta nota de prensa.

Los incendios podrían acelerar el cambio climático

Además, otro agravante es el territorio quemado. El aumento de la superficie de terreno deforestado, como ocurre con los territorios que han sido calcinados tras los incendios, también podría acelerar el cambio climático. ¿Por qué? "Las plantas absorben dióxido de carbono de la atmósfera y liberan oxígeno mediante un proceso conocido como fotosíntesis", expone Gómez. "Cuando se eliminan de los bosques, se deja de ejercer ese papel fundamental de absorción del CO2, aumentando la concentración de este gas en la atmósfera", añade.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que los bosques forman parte del ciclo hidrológico y de la evapo-transpiración, algo que se ve alterado cuando su número disminuye.

Bomberos sofocando uno de los incendios de Nueva Gales del Sur (Australia). Autor: Gary Danvers Collection - Flickr.

Esto sucede porque las raíces extraen aguas subterráneas que después liberan en forma de vapor a la atmósfera. "Si la superficie boscosa se reduce también lo hace esa liberación de vapor de agua, creándose un ambiente más seco y reduciendo las lluvias. Por no hablar del impacto en flora y fauna y del aceleramiento de posibles extinciones de animales", añade.

Además, diferentes expertos denuncian la falta de medidas para luchar contra el cambio climático por parte del gobierno australiano en los últimos años. Es el caso de Greg Mullins, exbombero en Nueva Gales del Sur. "El Gobierno australiano no quiere saber nada acerca del cambio climático y se están involucrando muy poco en la lucha contra estos incendios", sostiene en esta entrevista en la emisora NPR.

¿Hay medidas para prevenir y mitigar este tipo de situaciones?

Valladares tiene clara la respuesta a esta pregunta: "Una vez el fuego se declara, la batalla está prácticamente perdida, sobre todo cuando se impone de la manera tan excepcional e intensa como ha sido en esta ocasión". Además, mantiene que las medidas principales son a medio y largo plazo y de cara a mitigar el cambio climático.

El investigador del CSIC opina que las medidas relacionadas con la extinción de incendios son importantes, pero que hay que ser realistas. "Por muchos medios que se pongan para ello, estos nunca lograrán frenar incendios de estas características. La prevención de incendios y la correcta planificación del territorio evitando, por ejemplo, viviendas e infraestructuras sensibles aisladas en mitad del bosque o del matorral son claves", concluye.

La imagen principal es de Gary Danvers Collection - Flickr.

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