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MALDITA CIENCIA

¿Qué sabemos de los nuevos estudios sobre la carne roja que afirman que este alimento no es tan perjudicial para la salud?

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En las redes sociales se están compartiendo unos estudios sobre carne roja en los que, aparentemente, se niega que este alimento sea perjudicial para la salud, como previamente habían demostrado otras investigaciones. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado la carne roja como “probablemente cancerígena para los seres humanos” y te lo explicábamos en este artículo de Maldita Ciencia. Os contamos lo que sabemos a continuación.

La revista ha publicado un total de seis estudios

El pasado 1 de octubre, la revista científica Annals of Internal Medicine publicó seis artículos y un editorial relacionados con el consumo de carne roja y la salud. De esos estudios, tres son observacionales, es decir, no implican que exista necesariamente una causa-efecto entre dos fenómenos observados, como podría ser el consumo de carne y el aumento de la mortalidad o un mayor riesgo de sufrir cáncer en este caso. En este otro artículo de Maldita Ciencia os explicábamos por qué no podemos hablar de causa-efecto en estas investigaciones.

Volviendo a los nuevos estudios publicados en la revista, los tres fueron metaanálisis de estudios, es decir, revisiones sistemáticas de un conjunto de investigaciones ya publicadas. En el primero, los científicos revisaron 100 investigaciones con más de seis millones de participantes. La revisión se centró en cómo los patrones dietéticos, incluidas las diferentes cantidades de carne roja o procesada consumidas, afectaban a la mortalidad y, específicamente, a la incidencia y mortalidad por cáncer. Las conclusiones fueron que la dieta, incluidas las diferencias en el consumo de carne, puede provocar “pequeñas diferencias” en el riesgo durante largos períodos de tiempo.

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La segunda de las investigaciones revisó 118 trabajos con más de seis millones de participantes. En concreto, la investigación se centró en artículos que examinaban cómo las reducciones en la ingesta de carne roja y procesada podían afectar a la incidencia y mortalidad por cáncer y los resultados también mostraron que el posible impacto de este descenso del consumo de carne en cuanto a desarrollar o fallecer por cáncer era “muy pequeño”.

El tercer estudio analizó específicamente el consumo de carne y su relación con la mortalidad (de cualquier causa) y con los resultados cardiometabólicos en 61 estudios con cuatro millones de participantes. De nuevo, las conclusiones mostraron que cualquier vínculo era muy pequeño.

Como explican en el editorial de la revista, en las tres revisiones los científicos encontraron relaciones muy bajas entre los factores analizados, debido, principalmente, al tipo de estudios analizados que, como decimos, son observacionales y no se puede concluir que exista una causa y efecto.

Sin embargo, la revista incluye un cuarto estudio distinto a los tres anteriores en el que los científicos analizaron 12 ensayos controlados (no son estudios observacionales), para comparar las dietas con diferentes cantidades de consumo de carne roja durante, al menos, seis meses. De nuevo, las conclusiones muestran que “la carne roja puede tener poco o ningún efecto sobre los principales resultados cardiometabólicos y la incidencia o mortalidad por cáncer”, aunque esta conclusión tenía una relación baja o muy baja.

Los estudios no dicen que se pueda comer carne roja sin límite

En vista de estos datos, la revista incluye un quinto artículo en el que un panel de expertos de siete países establece una nueva guía dietética, donde indican que los adultos continúen comiendo sus cantidades actuales de carne roja y procesada, a no ser que quieran cambiar de pautas por su propia elección.

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¿Eso significa que se puede comer carne roja o procesada sin límite? Las revisiones no dicen tal cosa. Lo que no han encontrado son relaciones consistentes entre la ingesta de este tipo de carne y un mayor índice de enfermedades como el cáncer o de mortalidad por esta causa.

En el editorial de la revista (escrito por dos científicos de la facultad de Medicina de la Universidad de Indiana (EEUU) que no han participado en ninguna de las investigaciones publicadas el 1 de octubre), los autores apuestan por dejar de hacer estudios observacionales y centrarse en ensayos controlados que puedan sostener o no esta relación. “Puede ser la hora de dejar de producir investigación observacional en esta área. Estos metanálisis incluyen millones de participantes (..) Los ensayos controlados aleatorios de alta calidad son bienvenidos, pero solo si están diseñados para decirnos cosas que aún no sabemos”, indican.

Incidir en el medio ambiente puede calar en la opinión pública

También inciden en las opiniones y comportamientos de la población. Como revela el sexto y último artículo de la revista sobre esta cuestión (donde se analizan cuatro revisiones sobre los valores y preferencias de las personas respecto al consumo de carne, y su disposición a cambiar sus hábitos de consumo ante las preocupaciones de salud), las razones para comer carne incluían disfrutar, considerar la carne esencial para una dieta saludable, considerarla como parte de la cultura y la duda ante la preparación de comidas adecuadas y sabrosas que no incluyeran carne. Además, los participantes no estaban dispuestos a dejar de comer carne o a cambiar de alimentos incluso cuando se les informó de los posibles efectos negativos para la salud.

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Muchos participantes informaron que creían que ya habían reducido sus niveles de consumo de carne. Otros consideraron que los efectos negativos para la salud eran insignificantes en comparación con otras prácticas como fumar tabaco. La desconfianza ante la información científica proporcionada solía atribuirse a parte del razonamiento de los participantes para no reducir el consumo de carne. Sin embargo, sí había participantes que expresaron su voluntad de cambiar otras prácticas del estilo de vida para tener una mejor salud, como aumentar el ejercicio y el consumo de frutas y verduras.

“La investigación sugiere que presentar a un individuo información que se opone a sus creencias podría hacer que se aferre más a esas creencias”, advierten en el editorial de la revista. “Hemos saturado el mercado con advertencias sobre los peligros de la carne roja. Sería difícil encontrar a alguien que no "sepa" que los expertos piensan que todos deberíamos comer menos. Continuar transmitiendo ese hecho, con más y más estudios inestables que promocionan posibles riesgos relativos pequeños, no está cambiando la opinión de nadie”, añaden.

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Por eso, y ante la aparente falta de evidencias científicas robustas entre la carne roja y la salud, los investigadores afirman que, si queremos que descienda su consumo entre la población, hay que llegar a la población con otro tipo de argumentos, como el bienestar animal o los efectos del consumo de carne en el medio ambiente. “Es probable que estos dos problemas influyan más en las personas y tienen el beneficio adicional de la evidencia empírica que los respalda. Y si provocan una reducción del consumo de carne y algunos reciben un pequeño beneficio para la salud como efecto secundario, todos ganan”, destacan.

La posición de la OMS y de otras instituciones: consumo moderado

En cualquier caso, de momento, y a la espera de que cambien o no sus directrices según las nuevas revisiones disponibles, la OMS mantiene a la carne roja como “probablemente cancerígena para los seres humanos. Esto significa que han encontrado una "evidencia limitada" al respecto, es decir, que se ha observado una asociación positiva entre la exposición al agente (la carne roja) y el cáncer, pero que no se pueden descartar otras explicaciones para estas observaciones.

En España, como consecuencia de estos nuevos estudios, el Instituto de Salud Carlos III ha publicado un hilo de Twitter donde destacan que "el mensaje de moderación y reducción en el consumo de carnes rojas y procesadas no debería cambiar". Y añaden: "Los autores del meta-análisis "infraestiman el efecto real" de la asociación de un consumo excesivo de carnes rojas y procesadas con el riesgo de aparición de diversas enfermedades", por lo que aconsejan un consumo "reducido" de este tipo de carnes, siguiendo las recomendaciones internacionales.

https://twitter.com/SaludISCIII/status/1179345915804561408?s=20

En la misma línea se ha pronunciado la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) que, en un comunicado, mantiene que "estas publicaciones en Annals of Internal Medicine no aportan nada nuevo". Según el Grupo de Trabajo de Nutrición de la SEE "siguen plenamente vigentes las recomendaciones de seguir un patrón dietético saludable como la Dieta Mediterránea, con un consumo reducido de carnes rojas y procesadas".

Sobre los "pequeños efectos" observados en las revisiones de los estudios, los epidemiólogos los explican porque la unidad de exposición que los autores eligieron (disminución de tres raciones de carne roja a la semana) es también pequeña. Si se estudiara el efecto de reducir una ración al día de carne roja o procesada (siete raciones a la semana) "el resultado sería grande y no pequeño", sostienen.

https://twitter.com/seepidemiologia/status/1179360976057114626?s=20

En cuanto a las nuevas recomendaciones dietéticas que propone un panel de expertos, la SEE denuncia que no están basadas en un consenso, "ya que tres miembros del propio panel votaron en contra". Desde el punto de vista de la salud pública, consideran que "no es ético ni responsable promover que se mantenga el consumo actual (a todas luces ya muy alto) de carnes rojas y procesadas". Y añaden: "La precaución exige mantener la prudencia incluso si la certeza sobre la fuerza de la evidencia no fuese total".

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