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No sustituir la mascarilla por la bufanda y quitarse los guantes antes de manipularla: recomendaciones para evitar la propagación del coronavirus con frío, viento y lluvia

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Llegan meses en los que se esperan bajadas de temperaturas, viento y lluvias. Estamos en el primer otoño en plena pandemia de COVID-19. En las últimas semanas nos habéis hecho diferentes consultas relacionadas con el uso de mascarilla y el mal tiempo. ¿La bufanda o el pañuelo sustituyen a la mascarilla? ¿Qué hay que hacer si la mascarilla se moja cuando llueve? ¿Es necesario quitarse los guantes cada vez que vamos a manipularla? Os contamos lo que sabemos al respecto.

Llevar paraguas para que la mascarilla no se moje y mascarillas de repuesto

¿Cómo afecta el frío, el viento o la lluvia a las mascarillas? Fernando Usera, del Servicio de Bioseguridad del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), indica a Maldita Ciencia que en principio a las mascarillas no tienen por qué afectarles las bajas temperaturas a no ser que sean tan bajas que se cristalice el aliento. 

¿Y el viento? “Suele ser beneficioso porque además de dispersar los aerosoles finos que pueda portar el virus, seca la mascarilla y la mantiene en buenas condiciones”, sostiene. 

Por el contrario, la lluvia sí puede ser perjudicial para la mascarilla. Los fabricantes aconsejan tirarlas cuando están sucias o se mojan. ¿Por qué motivo? Porque el material con el que están hechas cambia sus propiedades cuando se moja y su capacidad de filtración se puede ver afectada, como ya os hemos explicado en Maldita Ciencia.

“Una mascarilla mojada deja de ser eficiente”, indica Usera. Para evitar que se moje, el experto recomienda intentar no salir a la calle si llueve mucho y llevar un paraguas. Para la viróloga Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), el paraguas de toda la vida es también “el mejor truco”. “Que además así se guarda más la distancia de seguridad aunque solo sea para no chocar con otras personas”, señala a Maldita Ciencia. Además, la científica recomienda llevar siempre mascarillas secas y limpias de repuesto por si hay que cambiar la que se ha mojado.

Ni bufandas ni pañuelos sustituyen a las mascarillas

En cuanto al frío y a las prendas de abrigo, la investigadora ambiental Maria Cruz Minguillón, del Instituto Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), explica a Maldita Ciencia que ni las bufandas ni los pañuelos sustituyen a la mascarilla porque ni se ajustan igual a la cara ni tienen la misma eficacia de filtración

¿Cuál es la forma más adecuada de llevar bufanda o pañuelo durante este invierno pandémico? No está claro y distintos expertos dan recomendaciones diferentes. Gemma del Caño, experta en industria alimentaria, aconseja a Maldita Ciencia que se coloquen en el cuello y no por encima de la mascarilla. Según señala, esta es la forma de evitar que la mascarilla se mueva y que la bufanda o el pañuelo se puedan contaminar al tocar su parte externa.

En la misma línea se posiciona Minguillón, que insiste en que la parte de fuera de la mascarilla hay que tratarla siempre como si estuviera contaminada: “Si yo no estoy infectado, lo que hace la mascarilla es filtrar el aire que viene de fuera antes de que yo lo inhale. Ese aire puede llevar virus y por tanto la superficie exterior de la mascarilla puede tener partículas con virus retenido”.

Por lo tanto, si una persona que lleva mascarilla luego se pone una bufanda o un pañuelo por encima, “podría haber una transferencia de los virus que estuvieran previamente en la mascarilla”. 

Si la bufanda entra en contacto con la mascarilla, lavarla a diario

Aunque los catarros no los causa el frío sino los virus, lo cierto es que las bajas temperaturas pueden afectar al sistema inmune. Un estudio publicado en la revista PNAS indica que el rinovirus, principal responsable de los resfriados, se reproduce mejor en el ambiente más fresco de la nariz que a la temperatura superior de los pulmones.

Justo Menéndez, jefe de servicio de Urgencias y responsable de la Unidad de Medicina del Viajero y Enfermedades Tropicales del Hospital Universitario HM Sanchinarro, explica a Verne que abrigarse cuando hace mal tiempo es importante. “Cuando la temperatura corporal baja mucho, las defensas del cuerpo se debilitan y es más fácil coger infecciones”, afirma.

En un artículo publicado en la web de la Escuela de Medicina de Harvard (EEUU), se aconseja cubrirse la nariz y la boca con una bufanda en exteriores para evitar problemas respiratorios en invierno. "Reduce los síntomas calentando la cara, calentando el aire que respira y aumentando la humedad en el aire que respira", dice Craig Jones, doctor del hospital Massachusetts Eye and Ear (EEUU).

En la misma línea se posiciona la especialista en afecciones respiratorias Helena O’Flynn, del North East Lincolnshire (Reino Unido), que sostiene que llevar la bufanda tapando la nariz y la boca puede ayudar a prevenir ataques de asma. Según explica, en tres de cada cuatro personas con asma los síntomas empeoran al respirar aire frío, pero al respirar a través de una bufanda el aire se calienta. De esta forma, según la especialista, es posible evitar que el aire frío irrite las vías respiratorias y provoque un ataque de asma.

Por su parte, Rodrigo Córdoba García, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), indica a Maldita Ciencia que el origen de los catarros suele estar en compartir espacios cerrados, algo más habitual en invierno que en verano. Aun así, también subraya la importancia de abrigarse: “El frío no es la causa de los catarros, pero es cierto que puede favorecerlos por lo que la mascarilla y la bufanda pueden ayudar”.

Para él, lo ideal es ponerse la mascarilla en contacto con la cara y, si hace frío, la bufanda por encima. Si bufanda y mascarilla entran en contacto, Minguillón recomienda lavar la prenda que llevemos en el cuello a diario o tratarla como material potencialmente contaminado y tener cuidado de no ponérselo directamente sobre la boca y la nariz.

Además, Usera indica que siempre hay que tener cuidado para que estas prendas no aplasten ni deformen la mascarilla. 

Quitarse siempre los guantes antes de tocar la mascarilla

Si hace frío y llevamos guantes para proteger nuestras manos, Zúñiga aconseja quitárselos siempre antes de manipular la mascarilla. El motivo, que los guantes se pueden contaminar si entran en contacto con superficies infectadas y pueden representar una vía de transmisión hacia el propio usuario.

“Lo mejor es ponerse la mascarilla con las manos limpias y, cuando uno se la quita, de nuevo limpiarse las manos al menos con gel hidroalcohólico”, indica la científica. Además, insiste en que con los guantes es mucho más complicado tener “tacto” como para ponerse o quitarse la mascarilla de forma adecuada.

¿Cada cuánto hay que lavar los guantes? Los expertos consultados coinciden en que va a depender de lo que se toque y del sentido común. “Actuaré igual que si esos guantes fueran mis manos. No los lavaré cinco veces al día, pero tengo que tener cuidado con no tocarme la cara. Es decir, si los trato como superficie contaminada y no me toco la cara ni ninguna otra cosa con los guantes, los puedo llevar más tiempo. Si no, tengo que lavarlos con más frecuencia”, responde Minguillón.

“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.

Primera fecha de publicación de este artículo: 12/10/2020.

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