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Qué sabemos del estudio que relaciona a los perros callejeros con la transmisión del coronavirus a los humanos

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Nos habéis preguntado si perros callejeros fueron los huéspedes intermediarios del coronavirus entre los murciélagos y los humanos. Pese a las informaciones difundidas en los últimos días, se trata solo de una de las múltiples hipótesis (y un poco sacada de contexto) barajadas. A día de hoy no hay evidencias científicas que lo demuestren.

Esta información ha sido difundida a raíz de una investigación publicada en la revista científica Molecular Biology and Evolution. El estudio, que simplemente plantea una hipótesis teórica, llega a la conclusión de que el intestino de los mamíferos, y especialmente de los cánidos, podría ser un lugar donde coronavirus similares al SARS-CoV-2 podrían haber madurado y adquirido características parecidas a las del nuevo coronavirus. 

Sin embargo, de ahí a afirmar que los perros probablemente hayan sido los huéspedes intermediarios del coronavirus entre los murciélagos y los humanos, hay una gran diferencia. Así lo explica el autor del estudio y profesor de Biología en la Universidad de Ottawa, Xuhua Xia, en un artículo publicado este jueves y titulado ¿Dónde está el perro?

El estudio teórico habla de "cánidos" y no de "perros"

En el documento, indica que tuvo cuidado de usar la palabra “cánidos” en su investigación en lugar de “perro”. Entre los primeros, están incluidos los “lobos, chacales, zorros, coyotes…”. “Sugerí que los perros salvajes deberían ser incluidos en el monitoreo viral. Si sabemos que son portadores de ciertos coronavirus que nunca se encuentran en los perros de compañía, entonces deberíamos tratar de saber de dónde obtienen esos coronavirus y si tienen potencial para la transmisión zoonótica”, añade el investigador.

Unas conclusiones "especulativas"

Pese a estas explicaciones, el catedrático de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid Víctor Briones explica a Maldita Ciencia que  el estudio es una aproximación teórica con conclusiones “un poco especulativas”. 

Los mamíferos tienen en el intestino una proteína protectora, llamada ZAP. Algunos virus, entre ellos los coronavirus, desarrollan mecanismos que disminuyen la capacidad de acción de esta proteína. “Evidentemente esto puede revelar que esos virus tienen una mayor capacidad de adaptación porque están eludiendo a uno de los muchos factores de defensa que tiene un organismo, en este caso el intestino de un perro. Pero hay otros muchos efectores (mediadores químicos) del sistema inmune que pueden intervenir”, explica Briones, que también es investigador del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria de la Complutense. 

Para realizar el estudio, el investigador examinó 1.252 genomas de betacoronavirus (un tipo de coronavirus) depositados en el GenBank —una base de datos de secuencias genéticas de disponibilidad pública—. “El autor evalúa los coronavirus presentes en el intestino de perros, pero no en el de otras especies animales. Igual que el intestino del perro podría ser un sitio donde los coronavirus podrían evolucionar, también podría pasar en el de muchos otros animales”, afirma el catedrático.

¿Por qué es importante conocer el origen del brote?

Todavía se desconoce el origen del reciente brote de coronavirus. Aunque las principales hipótesis apuntan a murciélagos o pangolines, en el momento de redactar este artículo no hay evidencias que lo demuestren. Aún hay muchas preguntas sin responder. “Por ejemplo, no sabemos cómo de probable es que el virus pase de murciélagos a otro animal intermediario y de ahí a personas. Tampoco cómo de probable es que se transmita entre perros y personas o si hay varias vías”, afirma Briones.

Como ya os contamos aquí, a pesar de varios positivos en perros y gatos, no hay evidencia de que estos animales transmitan la enfermedad. La Organización Mundial de Sanidad Animal explica que a 9 de abril "no existe evidencia de que los animales de compañía tengan un rol significativo en la propagación de la enfermedad".

De hecho, los perros no son los únicos animales a los que se ha apuntado como intermediario probable. Las serpientes o los pangolines son otros ejemplos, como ya explicamos aquí. Descubrir cómo el coronavirus llegó a los humanos es fundamental, según Briones, para “prevenir futuras epidemias a partir de ese origen”. 

Pone como ejemplo el SARS, una enfermedad respiratoria viral que apareció en el sureste de China en 2002. “Se demostró como hospedador al murciélago y esto enfocó mucho las investigaciones sobre los virus presentes en estos animales. También se prestó atención a las civetas, que fueron los huéspedes intermediarios. Es importante saberlo para investigarlo y saber que de ahí puede salir algún peligro”, concluye.

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